Nada (21) secuestrada por una secta con ocho años: "Me violó más de 200 veces y me llegó a herir con un machete"

Fue raptada con 8 años por un vecino y llevada a Bolivia, donde fue forzada a casarse y explotada en la selva hasta que la Guardia Civil la rescató

José Miguel Cruz

Barcelona - Publicado el - Actualizado

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La historia de Nada, hoy una joven de 21 años, es un relato sobrecogedor de supervivencia, pero también una denuncia contra el abandono institucional. Con solo ocho años, fue secuestrada por un vecino de su familia en Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y llevada a Bolivia. Allí, durante siete meses, fue forzada a casarse con su captor, sometida a todo tipo de abusos y explotada en la selva. Su calvario comenzó en un contexto de pobreza extrema, donde el secuestrador se presentó como un benefactor para ganarse la confianza de una familia que, según relata la propia Nada, se estaba "muriendo de hambre".

El captor, un hombre que se había mudado al piso de al lado, se convirtió en "el vecino perfecto".

Un 'ángel' con un plan macabro

El captor, un hombre que se había mudado al piso de al lado, se convirtió en "el vecino perfecto". Les daba comida, les construyó una ducha y se ganó la total confianza de la familia. Sin embargo, tras esa fachada de bondad se escondía un depredador. Aprovechando los momentos a solas con Nada, comenzaron los abusos sexuales. "Obviamente, yo con 8 años, no sé qué es", explica. La manipulación culminó con la idea de un viaje a Bolivia como premio por sus buenas notas. Era la coartada perfecta para ejecutar un plan minuciosamente diseñado.

El secuestro no fue un acto impulsivo. Su vecino formaba parte de la secta Eimimpú, muy popular en Sudamérica, y tenía un objetivo claro. "Para hacerte líder de esa secta tienes que casarte con una niña de menos de 10 años que sea virgen", revela Nada. Su captor ya había rescindido su contrato de alquiler y comprado solo billetes de ida. El supuesto viaje de vacaciones era en realidad el inicio de una pesadilla orquestada para ascender en su grupo religioso.

Era como un orgullo para él, un orgullo al que maltrataba todos los días"

Una vez en Bolivia, fue forzada a contraer matrimonio con él, a vestir como los miembros de la secta y a participar en sus rituales, llegando a aprender a tocar la guitarra para cantar himnos a Jehová. Su captor la exhibía como un trofeo para aparentar estatus dentro del grupo. "Me usaba como un trofeo, como \'mira a mi esposa, que es superculta\'". recuerda con dolor. Esa exhibición pública contrastaba con el horror privado. Como ella misma resume, "era como un orgullo para él, un orgullo el que maltrataba todos los días".

Siete meses de infierno en la selva

La situación dio un giro cuando los padres de Nada, al descubrir el engaño, denunciaron el secuestro. La policía boliviana contactó con el captor para que entregara a la niña, lo que provocó su huida desesperada. "Rompe el chip del móvil, rompe el móvil, se altera demasiado, cambia totalmente de personal, es una persona agresiva", cuenta Nada. Huyeron a los puntos más remotos de la selva amazónica, donde le cambiaron la identidad y el nombre por el de Evelyn.

En la selva, el horror se intensificó. Acabaron en "el punto más peligroso", una zona dominada por narcotraficantes. Allí, Nada fue explotada en campos de cocaína, un lugar sin ley perfecto para alguien que huía de la policía. Durante su cautiverio sufrió todo tipo de maltratos, e incluso fue apuñalada con un machete. Estaba completamente a merced de su captor y del violento entorno que la rodeaba.

Me intercambiaron por 500 kilos de azúcar"

El rescate, el 8 de marzo de 2014, fue una operación de película. Una llamada que Nada hizo para preguntar por un maíz que había plantado permitió a la policía localizarla. Se movilizó un dispositivo con la Guardia Civil, la DEA y la Interpol. La operación tuvo que ser ejecutada en helicóptero en apenas 10 minutos por la peligrosidad de la zona. La liberación final tuvo un precio insólito, un intercambio con los cocaleros. "Me intercambiaron por mí, a cambio de que los militares le diesen 500 kilos de azúcar", revela. La noche anterior, los traficantes la habían mantenido encañonada con fusiles AK-47 para asegurar el trueque.

El abandono tras el rescate: la pesadilla continúa en casa

Volver a España no significó el final del calvario. Sus padres fueron condenados por un delito de abandono de menores al haber consentido el viaje inicial, y Nada pasó los siguientes cuatro años en centros de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA). Lejos de ser un refugio, aquel periodo fue para ella un segundo abandono.

La única vez en mi vida que yo pensé, no quiero seguir viviendo, fue en esos años después de la DGaia"

"La DGAIA no estaba preparada para una víctima de trata y no supo llevarlo en absoluto", sentencia. No recibió el apoyo psicológico que necesitaba ni ayuda para regularizar su situación legal. Con 13 años fue devuelta con sus padres, a un entorno de pobreza aún más grave y violencia. Fue el peor momento de su vida, más duro incluso que el secuestro. "La única vez en mi vida que yo pensé, no quiero seguir viviendo, fue en esos años después de la de Gaia", confiesa.

A los 18 años, su suerte cambió al cruzarse con la periodista Neus Sala, que investigaba su caso. "Fue como mi ángel de la guarda", afirma Nada. Indignada al descubrir que la joven seguía en situación irregular y viviendo en condiciones de miseria, Sala se implicó personalmente. Movilizó a abogados y fundaciones que le dieron a Nada el apoyo que las instituciones le habían negado, ayudándola a encontrar un hogar seguro y a encauzar su vida.

Puedo contar esta historia con tranquilidad"

Hoy, Nada estudia Derecho para defender a otras víctimas de trata, abusos y matrimonios forzados. Con el dinero de un premio académico pagó su primera matrícula. Como parte de sus prácticas, ya prepara una demanda contra la DGAIA por negligencia. Cuenta que puede narrar su terrible experiencia gracias a la "disociación", un mecanismo que su cerebro activó para sobrevivir. Por eso, "puedo contar esta historia con tranquilidad", no como entretenimiento, sino para "denunciar estas realidades que siguen persistentes" y con la esperanza de que su voz sirva para salvar a otras niñas.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.