Soteras recrudece el mensaje: "Conmigo no habrá paz, soy un mal enemigo"

¿Puede haber paz en el fútbol catalán? "No. No la habrá. Han llegado muy lejos. No me voy a presentar a la reelección en 2027 pero no vamos a dejar la Federación en manos de estos desaprensivos. Soy un mal enemigo. Han intentado ganarme tres veces y siempre han caído. Son los eternos perdedores", responde Joan Soteras, presidente de la Federació Catalana de Futbol, en declaraciones a Esports COPE, que todavía no ha encontrado un candidato que vaya a representar al "continuismo" que promueve.

Esta mañana, Soteras, acompañado por Sergi Garrido, vicesecretario de la FCF, ha desmontado, a su manera, la propuesta que algunos clubes le hicieron llegar hace unos días, en la que presentaban 442 firmas para forzar una asamblea extraordinaria y, por consecuencia, nuevas elecciones. Por "deficiencias graves", las 442 firmas se han quedado en 185, que seguirían siendo suficientes para forzar una moción de censura. "Les animo a ello", dice Soteras. El voto de censura necesita los dos tercios del censo para salir adelante. 

Entre unos y otros están haciendo de la actualidad del fútbol catalán un sainete insoportable, de muy mal gusto y plagado de malos modos. Por todos los lados. A ver quién mea más largo. Son 230.000 licencias las que gestiona la FCF, entre ellas la de mi hijo, por ejemplo. No se puede ser que el poder, el dinero, los palcos, las corbatas o las fotografías hagan perder el norte a tanto directivo. La medalla que hoy se ponen todos es que "en nuestro bando no hay ningún condenado". ¿Es normal que todos se contenten con el 'mal menor'? ¿Aquí se premia que no es pillado? ¿Y qué hacemos con el más pillo? Son muchas preguntas sin responder y más para alguien se que asoma de vez en cuando en esta trinchera pestilente. Esta res la realidad el fútbol catalán, que esta tarde vibrará en Sabadell, como anoche en Reus, y también en el Narcís Sala, donde el pasado domingo casi llegan a la manos unos padres de un partido de pre-benjamines. La realidad. No hay paz para los malvados.