Rosa Peral y Albert López son condenados a 25 y 20 años de prisión por el crimen de la Guardia Urbana

El juez considera probado que planificaron y ejecutaron un plan para matar al agente Pedro Rodríguez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La Audiencia de Barcelona ha condenado a Rosa Peral y a Alberto López a 25 y 20 años de prisión tras considerarlos culpables de asesinato con traición por la muerte del agente Pedro Rodríguez, en el que se conoce como el crimen de la Guardia Urbana. El juez considera probado que planificaron y ejecutaron un plan para matar a la víctima, que apareció calcinada en un coche quemado en una pista forestal cerca del pantano de Foix en marzo de 2017. 

En el caso de Peral, la pareja de la víctima, recae una condena más larga por la agravante de parentesco. Los dos acusados deberán indemnizar a la familia directa de la víctima con 885.000 euros, además de los 10 años de libertad vigilada que les impone el juez una vez hayan cumplido los años de prisión. 

La sentencia indica que los dos condenados se conocieron trabajando como agentes en la Guardia Urbana de Barcelona e iniciaron una relación sentimental el 2012 o el 2013. La relación se solapó con la que Peral ya tenía con otro hombre, con quien tenía dos hijas. Cuatro años más tarde, Peral inició una tercera relación sentimental con el agente Pedro Rodríguez, la víctima del crimen de la Guardia Urbana.

El juez recuerda que en diciembre de 2016 Peral se separó de su marido e “intensificó” su relación con Rodríguez, con “lazos sólidos de compromiso” hasta el punto de ir a vivir juntos a la casa que ella tenía en Vilanova i la Geltrú, en una urbanización fronteriza con Cubelles.

En enero de 2017 López descubrió la relación entre Peral y Rodríguez, tal como apunta la sentencia, hecho que provocó un “frontal enfrentamiento” con ella. El juez también destaca que fue Albert López quien reveló a Pedro Rodríguez que habían tenido una relación simultánea a la suya, hecho que generó en la víctima “un clima de desconfianza creciente respecto al comportamiento de Rosa Peral”. Esto provocó discusiones frecuentes.

Tal y como quedó probado por el jurado popular en el objeto del veredicto, la sentencia indica que entre marzo y abril de 2017, Peral y López tuvieron un nuevo acercamiento emocional que desembocó en que “los acusados llegasen a la conclusión de que la víctima obstaculizaba la relación”. Así, el magistrado resalta que “los dos empezaron a trazar un plan con el objetivo de acabar con la vida de la víctima”, el cual decidieron poner en marcha la noche del 1 al 2 de mayo de 2017.

El plan consistía en “esperar para la consumación del crimen a que la víctima estuviera dormida o descansando, sin que hubiera comunicación entre ellos”. Los acusados acordaron que “difundirían insinuaciones sobre un enfrentamiento personal entre la víctima y el exmarido de la acusada”, añade. De esta forma, “pocos minutos” después de que Peral llegase a casa tras pasar la tarde con sus hijas y Rodríguez, ella empezó un intercambio de “comunicación telefónica con Albert López.

Durante la madrugada, tal como explica la sentencia, después de que López llegase al domicilio de Rosa Peral, agredieron a López en “comunicación activa” y lo mataron “de forma violenta”. El veredicto afirma que “actuaron con la intención común, o conociendo y asumiendo las altas probabilidades que existían de acabar con la vida de Rodríguez.

La sentencia imputa a Peral y a López haber llevado a cabo “el acto de estrangulamiento” y el “cuerpo a cuerpo”, que al final causaron “de manera directa y casi inmediata” la muerte de la víctima, cometida “violentamente con un objeto contundente” que no ha podido determinarse. 

El mismo relato apunta a que acordaron fingir que la víctima seguía haciendo vida normal hasta el punto de mantener el teléfono móvil activo y simulaban que seguía vivo y enviando mensajes. El juez concluye que durante la madrugada entre el 2 y el 3 de mayo, los dos condenados trasladaron el cadáver de Rodríguez escondido en el maletero de su coche hasta una pista forestal cerca del pantano de Foix. Según indica el magistrado, fue allí donde utilizaron un combustible para prender el coche con el cuerpo dentro, de modo que quedó carbonizado y no se ha podido determinar la causa violenta de su muerte.

La complejidad del caso hizo que el juicio se alargase un mes y medio, durante el que intervinieron 57 testimonios, 38 péritos y 15 forenses. Los últimos días del juicio se vieron alterados por el coronavirus, y en lugar de suspenderlo –lo cual habría supuesto volver a empezar todo el proceso–, el juez decidió acelerarlo habilitando las tardes. Los últimos días no pudo acceder público, ni tampoco los familiares de los acusados ni los periodistas, con la excepción de las agencias de noticias.