A las 00.10 horas del día 9 de enero de 1959 la presa de Vega de Tera, que había sido inaugurada en 1956, reventó y ocho millones de metros cúbicos de agua se precipitaron hacia el pueblo arrasando con todo lo que encontraron a su paso desde la montaña montaña, casas, familias y vidas . En menos de un cuarto de hora Ribadelago se sumergió bajo las aguas.

Quienes salieron a la calle alertados por el ruido pudieron situarse en zonas elevadas para salvar la vida; otros tuvieron la fortuna de que sus casas no fueran víctimas del impacto del agua. De las 532 personas que vivían en esta localidad a la orilla del Lago de Sanabria 144 murieron aquella noche. Los cuerpos de 116 de esas víctimas jamás fueron recuperados. Muchos yacen desde entonces en el fondo del Lago .Las fotografías tomadas a la mañana siguiente hablan por si solas de un desastre de gran magnitud

Voces de expertos y de vecinos han dicho que la tragedia de Ribadelago fue absolutamente evitable, pero nadie hizo nada para ello. La mala calidad de los materiales y las deficiencias de la construcción provocaron la rotura de la presa que perdía agua desde el principio, pérdidas que aumentaron al final y aún así el director dio orden de llenarla.Una planificación descuidada y, para rematar, indemnizaciones ridículas por los daños causados. El Estado construyó un nuevo poblado al lado del destruido,con un modelo de construcción que nada tenía que ver con la comarca y zona de montaña,poniéndole además al nuevo Ribadelago el apellido del dictador. Allí se instalaron algunos de los supervivientes, otros resistieron en el viejo pueblo; el resto optó por emigrar en busca de olvido

Este pasado día 9, Ribadelago recordó un año más con una misa y una ofrenda floral a los antepasados fallecidos.