Visto para sentencia el complejo juicio de la Vasco

Casi dos meses para aclarar la muerte de seis mineros

Juicio por la muerte de seis mineros en la Hullera Vasco Leonesa

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Una jueza, un fiscal, una decena de abogados de la acusación y otros tantos de la defensa, más de 50 testigos y 25 testigos peritos.

Son algunas de las cifras del juicio que desde principios de febrero acogió el juzgado de lo Penal número 2 de León por la muerte de seis mineros de la Hullera Vasco Leonesa, a causa del escape del grisú, el 28 de octubre de 2013 y que hoy ha quedado visto para sentencia.

Las ocho semanas de vista oral, con largas y densas sesiones, han discurrido con el objetivo de determinar las responsabilidades sobre la última gran tragedia de la minería del carbón en la provincia leonesa, de la que también son víctimas -además de los lesionados supervivientes- los padres, hijos, parejas y amigos a los que ese fatídico día la pérdida de las vidas de sus seres queridos les cambió las suyas para siempre.

Familiares y amigos se concentraron hoy frente a los juzgados de la capital para volver a reclamar justicia. Abrazos, lágrimas y aplausos acompañaron a los presentes, junto a las pancartas que les han acompañado desde entonces.

“Nosotros hemos hecho lo que teníamos que hacer. Ahora quien tiene que hablar es la Justicia”, señaló la madre de una las víctimas. Los presentes también quisieron agradecer con aplausos la labor de los letrados que les representan y entonaron en ‘Santa Bárbara bendita” antes del comienzo de la sesión que acoge las últimas conclusiones de parte de los abogados defensores y las últimas palabras de los acusados.

Rosas, velas, pedazos de carbón, un casco de minero y carteles con mensajes de petición de justicia y reparación o de reproche a algunas organizaciones sindicales han acompañado, desde el exterior, las jornadas de declaraciones y presentación de pruebas e informes, e incluso se llegó a hacer presentes a los muertos este miércoles, con la colocación de un ataúd y cinco cuerpos cubiertos con sábanas a escasos metros del lugar por el que accedían a la sede judicial algunos de los acusados.

Pero ni las anécdotas, los momentos de tensión, las lágrimas, los testimonios emocionados, los intentos de descalificación, las disertaciones encendidas, las exposiciones técnicas, las opiniones, las pruebas y las argumentaciones sucedidas en sede judicial, ni la sentencia que de ellas se derive podrán remediar la pérdida de José Antonio Blanco, Juan Carlos Pérez, Roberto Álvarez, Orlando González, José Luis Arias y Manuel Moure, que aquel lunes aciago encontraron la muerte a casi 700 metros de profundidad.

SIN ÚLTIMAS PALABRAS

Los 16 acusados de seis homicidios imprudentes y ocho delitos de lesiones imprudentes rechazaron hoy hacer uso del derecho a pronunciar las últimas palabras y la jueza del caso lo dejó visto para sentencia.

Antes se completó la presentación de las conclusiones definitivas, que inició abogada defensora de los dos vigilantes de seguridad acusados. “No sabemos qué acciones u omisiones se les atribuye”, dijo antes de señalar que solamente las había concretado el Ministerio Público, que en sus conclusiones decidió retirar la acusación, por lo que las considera desaparecidas.

El letrado que representa al delegado minero inmerso en la causa recalcó que ese cargo no es parte de la estructura de seguridad de la empresa. “No es una figura de la empresa ni actúa por su delegación. Es un representante de los trabajadores, de consulta, colaboración y participación con la empresa, pero no tiene competencias de seguridad”, remarcó y pidió su libre absolución.

“¿Cómo se puede decir que había un ambiente de miedo? Nadie comunicó nada”, subrayó después de mencionar el carácter reivindicativo del sector minero. Sobre el informe presentado por la autoridad minera quiso dejar patente que “no quiso averiguar las causas del accidente, por las razones que sea”, que les costó la vida a los fallecidos por una invasión de grisú. “Nos vamos a ir de la misma manera que entramos en este juicio”, añadió.

Los letrados de las defensas quisieron dejar constancia de que sus mandantes han sufrido durante los años en los que se ha prorrogado el caso “escarnio, insultos, vejaciones”. Tras la presentación de las conclusiones definitivas de las partes, las últimas palabras de los acusados pondrán fin a un juicio que se ha desarrollado durante dos meses, tras casi diez años desde que ocurrieron los hechos, con un retraso del que todos se consideran perjudicados.

El último letrado defensor en comparecer reclamó una sentencia absolutoria y llamó la atención sobre las discrepancias acerca de la causa del accidente y si se produjo por un fenómeno gaseodinámico (Desprendimiento Instantáneo, DI) imprevisible o por el colapso de la bóveda.

“No ha habido una prueba de cargo suficiente para vulnerar el principio de la presunción de inocencia. Si aquí hay algo cierto es que no hay certeza para condenar”, señaló antes se apuntar que lo ocurrido debería dilucidarse en el ámbito civil “del que nunca debería haber salido”.

La representante de la aseguradora Mapfre, que alcanzó un acuerdo indemnizatorio con los afectados -del que existen dos discrepancias que no considera justificadas y para cuyos promotores reclama una condena en costas- destacó en su intervención la existencia de “importantes discrepancias en los informes periciales y a día de hoy no están claras las causa, circunstancias y responsabilidades del accidente”.

El representante de otra aseguradora, Amic Seguros Generales, argumentó la falta de cobertura de la misma sobre el siniestro para el ingeniero al que se le atribuye y reclamó también la imposición de las costas para los demandantes.

Los familiares y amigos de los fallecidos reclamaron una vez más “justicia” para las víctimas. Que los responsables, dijo la madre de uno de los muertos “no puedan cerrar los ojos en su vida, porque lo que estamos sufriendo -y dicen que ellos sufren lo indecible-... lo que sufrimos solamente lo sabemos nosotros”. También reconoció cansancio y “esperanza” antes de concluir: “La pena nuestra va a estar mientras vivamos”.