La harina de hace 500 años: el "Burleta" se pone a girar para la molienda tradicional
Campo de Criptana celebra el primer domingo de cada mes esta labor de antaño
Ciudad Real - Publicado el
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"Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete"
Los “desaforados gigantes” que el inmortal Don Quijote de La Mancha atacaba con su lanza, mientras el pobre Sancho Panza le gritaba que “¡¡no son gigantes, que son molinos!!” se alzan orgullosos en lo alto de Campo de Criptana.
Se les conoce como Sardinero, Infanto; Inca Garcilaso, Cariari, Pilón, Lagarto, Culebro, Poyatos, Quimera... y Burleta. Y es en este último donde el primer domingo de cada mes se lleva a cabo la Molienda Tradicional, una tarea desarrollaba desde el siglo XVI hasta casi los años 60 del siglo pasado, que ahora recrea con maestría Juan Bautista, el último molinero.
Carpintero formado en la Escuela Taller "Molinos de Viento" de Criptana, Juan fue uno de los artesanos que rehabilitaron la maquinaria del siglo XVI del molino "Burleta", que ahora se pone en funcionamiento para que todo aquel que desee saber cómo se hacía la harina hace 500 años pueda descubrirlo.
"De los casi 500 molinos de viento que hubo en La Mancha" explica Juan "hoy en día solo se conservan nueve maquinarias originales como esta. Estamos dentro de un museo con vida, una pieza con 500 años".
Lo primero que hacía el molinero era subir al moledero, la estancia más alta del molino, y abrir todos los ventanillos.
Cada uno de esos ventanillos estaba orientado a un viento predominante. En Campo de Criptana 12 son los vientos que hay, conocidos popularmente como Barrenero, Matacabras, Solano Alto, Solano Fijo, Solano Hondo, Mediodía, Ábrego Hondo, Ábrego Fijo, Ábrego Alto, Toledano, Moriscote y Cierzo. Y, por ende, 12 ventanillos tienen sus molinos.
"El molinero, simplemente con pasar la mano, ya notaba de dónde venía el viento, y tenía que mover la cubierta completamente para que las aspas del molino estuvieran mirando hacia él. ¿Cómo lo hacía? Con el palo de gobierno. Así lo explica Juan.
LA MÁS EMBLEMÁTICA Y MÁS GRANDE: LA RUEDA CATALINA
El grano de cereal (trigo, cebada...) o de almorta iba cayendo desde la tolva por un agujero central a la guitarra, una pieza inclinada de madera.
"Y aquí tomaba el protagonismo la pieza más emblemática, y más grande, del molino: la rueda catalina"
Este impresionante engranaje es traspasado por el eje central, que va desde la parte trasera del molino hasta la parte delantera, donde sale al exterior y tiene el conjunto de aspas.
"En el momento en que giran las aspas, gira la rueda catalina al mismo tiempo y nos va transmitiendo la fuerza a la linterna, que es el engranaje más pequeño, que tiene un eje cuadrado. Cada giro que va dando, por la inclinación que tiene y los golpes que recibe, va dejando caer el grano al centro de las piedras de moler, que son dos: la piedra volandera (la que se puede ver girar) y la piedra solera (como su nombre indica, es como el suelo, no se mueve. Ambas piedras tienen un rayado, que la presión entre ellas y ese rayado nos va triturando el grano. Y la fuerza centrífuga, por inercia, nos lo va trayendo hacia afuera, por todo el contorno de las piedras, convertido en harina".
8 kilos que sujetan 800
Para evitar que el molinero o el saquillero, que era su ayudante, tenga que estar levantando con su propia fuerza esos pesos, todo funciona con sistemas de palancas conocido como el sistema de alivio, porque aliviaba también al molino de su peso, que es arrastrar la piedra. ¿Cómo? Levantándola.
El viento, por desgracia, no acompañaba en esta molienda tradicional de abril. "Necesitaríamos mínimo 20 km/hora para que el molino funcionara por sí solo" explicaba Juan.
Pero el "solano" José Mari giró a mano las aspas desde abajo para que todo entrara en funcionamiento.
Con Juan, el último molinero de Criptana
Hubo que ayudarle, pero ver al molino moler es una sensación impactante.
Con las piedras chasqueando, la madera gruñendo, estremeciéndose. "Con más viento" explicaba Juan "el suelo y la pared del edificio tiemblan".
"Y encima podemos decir que se puede sentir un poco de pánico porque entre el ruido, el movimiento y la rueda catalina tan cerca de nosotros, a escaso un metro y pico, impone. Pero también podemos pensar que es algo romántico porque estamos en un gigante con 500 años, un patrimonio con 500 años que identifica a una comarca entera y a un país y estamos dentro viéndolo funcionar".
Pues ya lo saben. Por solo 4 euros la entrada general y 3 la reducida, pueden asistir en Campo de Criptana a la Molienda Tradicional, la forma en la que se hacía la harina hace 500 años.