La valentía de la terna se impuso a la hidalguía del conde

Puerta grande de Navalon y oreja para Fortes y Molina en un descastado encierro de Mayalde en la primera corrida de la Feria de Albacete

Redacción COPE Albacete

Albacete - Publicado el

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Lorenzo del Rey - Redacción COPE Albacete

Muchos nobles españoles, y varios hidalgos, sólo tenían la fachada, la pinta o el título de su privilegiada condición. Como aquel hidalgo que se paseaba por las calles de la villa luciendo un palillo en los dientes como si se hubiera hartado de comer carne cuando, en realidad, llevaba un mendrugo de pan en el cuerpo y la bolsa con telarañas. 

Pues así resultó la corrida del Conde de Mayalde: bien de presencia y un pobre fondo con un juego flojo y descastado. Y ante eso, la terna humilde que luchaba por abrirse paso y, cada uno con su estilo, sus armas y sus circunstancias se justificó en Albacete. 

Fortes con su estilo clásico, acinturado, siempre enfrontilado y sin mirarse cuando fue feamente prendido en ese cuarto. La oreja cortada es de mucho mérito. Así se viene a Albacete. Enhorabuena. 

El cuarto de la tarde dejó así la cara de Saúl Jiménez Fortes

Por su parte, Molina, que venía visiblemente mermado y todavía herido del percance sufrido en Bayona hace apenas diez días, mostró que puede y quiere, evidenciando que está haciendo temporada en plazas de importancia con toda razón. José Fernando ha crecido y evolucionado profesionalmente y así se vio en Albacete. La oreja cortada -rozando la puerta grande en el quinto de no haber errado con los aceros- fue tras justita petición. Pero claro, si trenzar el paseíllo ya era una proeza, acariciar el triunfo ya fue una hercúlea tarea. Y así hay que contarlo. 

Molina, desolado tras el quinto.

Y Samuel Navalón firmó un trasteo muy inteligente, por templado y medido con el tercero, que le valió una valiosa oreja. El de Ayora, aunque formado taurinamente en Albacete, vio la puerta grande entreabierta y alargó la faena con ese sexto para intentar robar algún pase en un mar de descaste. Orejita final y puerta grande en tono menor. Lo dicho, valentía y pundonor profesional de los toreros frente a un encierro de Mayalde para el olvido. 

Y para el recuerdo, el compromiso de una terna que merece más tardes.