¿Compartes tus problemas en bucle por WhatsApp? Un estudio de la UCLM revela que puede aumentar la ansiedad y la depresión
El 99% de los participantes reconocía usar WhatsApp a diario para hablar sobre problemas personales, y un 51% lo hacía durante más de tres horas al día
Albacete - Publicado el
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Vivimos hiperconectados, y nuestras emociones viajan a la velocidad de un mensaje de WhatsApp. Pero, ¿cómo nos afecta compartir una y otra vez nuestras vivencias negativas? Un estudio de la Universidad de Castilla-La Mancha, liderado por la investigadora Dolores Fernández, ha abordado esta cuestión a partir de su propia experiencia personal.
En su investigación se introducen los términos rumiar y corumiar, que hacen referencia a esa tendencia a pensar —y hablar— de forma repetitiva y negativa sobre un problema, especialmente en conversaciones digitales como las de WhatsApp.
“Me di cuenta de que, hablando con una amiga por WhatsApp sobre un problema, llevábamos media hora dándole vueltas al mismo tema sin encontrar una solución”, explicó Fernández en una entrevista.
“Ahí comprendí que la rumiación podía verse amplificada por la inmediatez de estas herramientas”
Investigadora
¿Qué es la rumiación y en qué se diferencia de la corumiación?
Según la investigadora, la rumiación es un proceso mental por el cual una persona no puede dejar de pensar de manera repetitiva y persistente en problemas o situaciones negativas, sin encontrar una solución. Existen dos tipos: la concreta, centrada en detalles específicos del problema y más útil para resolverlo; y la abstracta, más general y menos productiva.
La corumiación, por su parte, es cuando este proceso se comparte con otra persona —como un amigo, pareja o familiar— a través de conversaciones igualmente repetitivas y centradas en lo negativo. Es decir, se trata de una rumiación externa, dialogada, que puede acabar reforzando el malestar emocional si no se gestiona adecuadamente.
El estudio: jóvenes, mujeres y uso intensivo
El estudio se llevó a cabo con una muestra de 329 personas de entre 18 y 35 años, en su mayoría estudiantes universitarios o con estudios superiores, procedentes de Albacete y de la Universidad Complutense de Madrid. El 99% de los participantes reconocía usar WhatsApp a diario para hablar sobre problemas personales, y un 51% lo hacía durante más de tres horas al día.
Uno de los hallazgos más llamativos fue la mayor prevalencia de corumiación entre mujeres jóvenes. “Las mujeres tienden a compartir más sus emociones en redes, y también a rumiar más que los hombres. Además, muchos hombres no reconocen estos procesos, lo que también sesga los resultados”, apunta Fernández.
¿Conversar o caer en el bucle?
La investigadora deja claro que hablar de los problemas es saludable y necesario, pero el riesgo aparece cuando estas conversaciones se tornan repetitivas, poco concretas y centradas únicamente en lo negativo.
“Lo importante es que los jóvenes se pregunten: ¿Esta conversación me está ayudando o me está haciendo sentir peor?”,
Investigadora
Entre las recomendaciones del estudio, se destacan:
- Tomar conciencia del tipo de conversaciones que se mantienen.
- Poner límites al uso del móvil para hablar de temas delicados.
- Evitar caer en bucles negativos con amigos o parejas.
- Recordar que no todos los problemas pueden resolverse entre iguales: a veces, es necesario acudir a un profesional.
Conclusión: tecnología sí, pero con conciencia
La investigación de Fernández no busca demonizar WhatsApp ni las redes sociales, sino invitar a un uso más consciente de estas herramientas, especialmente cuando se trata de gestionar emociones. En una época en la que compartir está a un clic de distancia, también conviene aprender a poner freno a los ciclos que no nos hacen bien.
Como concluye la investigadora: “No somos terapeutas de nuestros amigos. A veces, lo mejor que podemos hacer es cambiar de tema, salir a caminar o recomendar que hablen con un profesional.”