Rodolfo, parapléjico, perdió a su novia en un accidente de moto en Cantabria: "¿Por qué no a mí?"
Dos víctimas de siniestros viales en la región relatan en primera persona el sufrimiento y la lucha diaria para que la tragedia no se vuelva a repetir
Santander - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Con motivo del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, dos de estas víctimas en Cantabria han compartido su testimonio en los micrófonos de "Herrera en COPE en Cantabria".
Se trata de Rodolfo Castillo, delegado en la región de la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal (AESLEME), y Maribel Fernández, delegada en Cantabria de Stop Accidentes. Ambos han relatado en primera persona la tragedia que cambió sus vidas y el camino que emprendieron para sobreponerse y ayudar a concienciar a la sociedad.
Una vida truncada a los 28 años
El caso de Rodolfo Castillo se remonta a un accidente de moto que sufrió cuando tenía 28 años. En el siniestro, su pareja, de tan solo 21 años, falleció en el acto: "Yo noté un coche que nos golpeó así por detrás...", relata sobre el momento del impacto. A consecuencia del golpe, Rodolfo quedó parapléjico y pasó un año ingresado en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
Cuando salió del hospital, la visión de la cantidad de gente que llegaba por lesiones medulares a causa de accidentes de tráfico le impulsó a un nuevo propósito: "Decidí dedicarme a la seguridad vial para que lo que me pasó a mí, intentar que no le pase a nadie más", explica. Rodolfo advierte de que "las imprudencias se pagan" y lamenta que la gente piense que "le pasa a los demás".
Las imprudencias se pagan, y le puede pasar a cualquiera... La gente piensa que solo a los demás"
Víctima de accidente de tráfico en Cantabria
El recuerdo de su pareja es una losa que, asegura, llevará consigo toda la vida. "Siempre te dices, o te preguntas, por qué no me pasó a mí y no a ella...", confiesa. A pesar del inmenso dolor, encontró la fuerza para seguir adelante gracias al apoyo de su familia y amigos.
Ahora, su labor de concienciación es su motor: "Pienso que me quedé en esta vida para estar simplemente contándoles mi historia a los chicos. Si con eso puedo aportar un granito de arena, para mí ya es, vamos, me doy con un canto en los dientes", afirma.
Acto institucional en la Plaza Porticada con motivo del Día Mundial de las Víctimas de Accidentes de Tráfico
El dolor de perder un hijo
La vida de Maribel Fernández quedó rota el 8 de enero de 2001. Su hijo, de 17 años, fue atropellado mortalmente mientras esperaba el autobús del instituto. La conductora responsable le arrolló y se dio a la fuga, abandonando al joven, que fue arrastrado sobre el capó durante 60 metros.
La autora del atropello regresó una hora después, mientras la familia y los vecinos buscaban desesperadamente al joven en la oscuridad de esa fría mañana. Finalmente, fue localizado sin vida en una hondonada. El trauma de aquel momento fue tan extremo que Maribel recuerda: "Me pinché en los pies, y hasta después de unos días no noté que tenía clavadas las zarzas".
Viendo en mi mano las pastillas para la depresión, pensaba que era muy fácil volver a estar con mi hijo"
Víctima de accidente de tráfico en Cantabria
Maribel reconoce que los primeros años fueron "muy mal". "Si fuera como los primeros años no querrías vivir", admite con sinceridad. El pensamiento de que su otra hija, que entonces tenía nueve años, la necesitaba fue lo que le impidió rendirse: "Estoy aquí por mi hija. Pero, te soy sincera... Viendo en mi mano las pastillas contra la depresión, pensaba que era muy fácil volver con él, con mi hijo... En los momentos felices, siempre hay algo que me hace recordar que siempre falta él", lamenta sobre una ausencia que el tiempo no cura.
Encontrar a otras madres que habían pasado por su misma situación en la asociación Stop Accidentes fue clave para ella: "Cuando hablas con las personas a las que no les ha pasado, sí te dicen, 'te entiendo, te comprendo', pero no te entienden... Hay que vivirlo", subraya.
Ese apoyo mutuo se convirtió en una lucha compartida para "que nadie más pase por lo que estamos pasando nosotras".
Un llamamiento a la prudencia
Los testimonios de Rodolfo y Maribel son un duro recordatorio de las consecuencias irreparables de los siniestros viales. Ambos coinciden en un mensaje fundamental dirigido a todos los conductores. "Le puede pasar a cualquiera, nadie está libre de que le pase, ya sea por su imprudencia o por la imprudencia de los demás", concluye Maribel. Un llamamiento a la máxima precaución al volante para evitar que más vidas y más familias se rompan en la carretera.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.