Altamira cumple 40 años como Patrimonio Mundial de la UNESCO y así es su estricto régimen de visitas para preservar la cueva: "Está muy frágil"
La directora del Museo Nacional de Altamira, Pilar Fatás, advierte de que el estado de conservación de las pinturas rupestres no es óptimo y explica cómo se están llevando a cabo las visitas
Madrid - Publicado el
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El Museo Nacional de Altamira celebra el 40 aniversario de la inclusión de la cueva en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Las impresionantes pinturas rupestres que se encuentran en esta cueva fueron descubiertas hace poco más de 150 años, pero se estima que fueron realizadas hace casi 18.000 años.
Para la directora del Museo Nacional de Altamira, Pilar Fatás, este reconocimiento supone "mucha responsabilidad". Estar inscrito en esta lista exige que los bienes estén "bien protegidos, legal y físicamente", que se conserven de la mejor manera y se gestionen de forma adecuada. Además, la gestión del bien sigue supervisada por la UNESCO, ya que los gestores de los sitios deben preparar informes periódicos sobre las condiciones de conservación.
Una 'enferma crónica' en estado estable
La cueva de Altamira, también conocida como la 'Capilla Sixtina de la Prehistoria', fue el primer sitio propuesto por España para ser inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial, aunque no fue el primero en entrar en ella. Se trata de un tesoro único con el que cuenta Cantabria, que nos da detalles sobre cómo era la vida de los pobladores de estas tierras hace miles de años. Sin embargo, el estado de conservación de la cueva y las pinturas no es el mejor posible, después de varios años en los que han pasado muchos visitantes.
Pilar Fatás describe la cueva como una "enferma crónica", una cavidad frágil por sus características naturales y por su historia desde su descubrimiento, hace casi 150 años. Su vulnerabilidad se vio agravada en el pasado por factores humanos, como "las visitas masivas" de los años 70. Sin embargo, la directora asegura que sobre la cueva "se aplican todos los tratamientos posibles para mejorar su salud".
En este sentido, la implantación del Plan de Conservación Preventiva hace una década ha marcado un antes y un después. "Ahora todos los factores de riesgo están identificados, están monitorizados, y eso nos permite poner todos los medios para intentar mitigar, frenar, ralentizar el deterioro que ya es natural", explica Fatás. Tras diez años, se muestran "muy satisfechos" y afirman que la cueva "está muy estable" e incluso "en alguno de los factores de deterioro incluso ha mejorado".
Visitas restringidas y una larga lista de espera
El acceso a la cueva original se mantiene muy controlado. Actualmente, solo cinco personas a la semana, los sábados, pueden entrar. Los visitantes deben usar una vestimenta especial que incluye un buzo, mascarilla, gorro y un calzado específico. Además, la visita dura unos 38 minutos, de los cuales solo ocho cronometrados se pasan bajo el famoso techo de los policromos.
El techo de policromos es la mejor muestra del arte rupestre de la cueva, pero también es el espacio más frágil"
Directora del Museo Nacional de Altamira
Esta restricción se debe a que, como señala Fatás, "el techo de policromos es la mejor muestra del arte rupestre de la cueva, pero también es el espacio más más frágil". Esto limita el número de visitantes a unas 250 personas al año. Estos afortunados proceden de una lista de espera que se retomó tras la pandemia y que había estado congelada durante dos décadas.
Por el momento, no es posible apuntarse a dicha lista. La razón, según la directora, es que "en la lista ahora mismo hay gente apuntada para, por lo menos, dos décadas". Este listado se formó con un régimen de visitas anterior de 8.500 personas al año, cifra muy superior a las 250 actuales. Localizar a los inscritos es una labor compleja, ya que los datos son de finales de los 90 y principios de los 2000, y se está logrando contactar a cerca de un 60%.
En la lista ahora mismo hay gente apuntada para, por lo menos, dos décadas"
Directora del Museo Nacional de Altamira
La neocueva, la gran puerta a Altamira
Ante esta situación, la réplica o "neocueva" del Museo de Altamira se consolida como la gran opción para que la ciudadanía pueda conocer este tesoro del arte rupestre. Las cifras de visitantes de los últimos años han sido muy altas, superando la media de 250.000 personas anterior a la pandemia para situarse en una horquilla de entre 260.000 y 290.000 visitantes anuales. Pilar Fatás destaca que el próximo año el nuevo museo cumplirá 25 años, consolidando una propuesta de valor imprescindible para el público.
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