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La nula respuesta de las instituciones desespera a los vecinos de la TF-5 en la salida de Santa Cruz: reclaman paneles acústicos para poder dormir
Residentes de Somosierra, Chamberí y García Escámez denuncian la inacción del Ayuntamiento, Cabildo y Gobierno de Canarias ante la contaminación acústica que sufren las 24 horas
Tenerife - Publicado el
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Vivir pegado a la autopista TF-5 en Santa Cruz de Tenerife se ha convertido en una condena para cientos de familias. Los vecinos de los barrios de Somosierra, Chamberí, García Escámez, y las zonas de Azorín y San Antonio han alzado la voz, hartos de una situación que califican de infernal. A través de cuatro asociaciones vecinales, reclaman una solución definitiva al exceso de ruido que soportan día y noche: la instalación de paneles acústicos. Esta demanda, sin embargo, se ha topado hasta ahora con un muro de silencio por parte de las administraciones públicas, que se desentienden de una problemática que afecta gravemente la salud y la calidad de vida de sus ciudadanos.
El portavoz de estos colectivos, Mario Infante, ha descrito en los micrófonos de Herrera en COPE Tenerife una realidad insostenible. "Tú imagínate 24 horas, coches, camiones, motos, donde hay gente mayor, gente que trabaja y ya no pueden más", ha explicado. El ruido del tráfico es una banda sonora constante y agotadora que no cesa, impidiendo el descanso y alterando la convivencia. Muchos residentes, según Infante, han intentado mitigar el problema instalando dobles ventanas, pero "hay gente que por la situación económica no puede". La contaminación acústica no entiende de horarios, afectando tanto a quienes necesitan descansar por la noche como a aquellos que, por trabajar en turnos nocturnos, deben hacerlo durante el día.
El impacto va más allá de la simple molestia. La exposición continuada a niveles de ruido tan elevados deriva, según el portavoz vecinal, en graves consecuencias para la salud de los residentes. "Llegas a tener problemas psicológicos, mentales, porque es que no puedes dormir, y el descanso es sagrado para todas las personas", ha sentenciado Infante. Esta afirmación subraya la desesperación de unas familias que solo piden poder tener una vida tranquila en sus propios hogares, un derecho básico que sienten vulnerado cada día.
Tramo afectado
Una solución eficaz que no llega
La solución que proponen los vecinos no es una utopía, sino una medida ya implementada en otros puntos de la geografía insular. Se trata de la instalación de paneles acústicos, unas pantallas diseñadas para absorber o desviar las ondas sonoras. Según ha detallado Mario Infante, estos paneles "rebotan el sonido hacia arriba", lo que podría suponer una reducción drástica de la contaminación acústica. "Se te quitaría un 70 por 100, no un 100 por 100, pero bueno, es una cosa que aliviaría los ruidos infernales que escucha la gente", ha asegurado. Este porcentaje de mejora representaría un cambio radical en el día a día de los afectados, devolviéndoles una parte fundamental de su bienestar.
"No entiendo por qué tanto tabú, no entiendo por qué no nos hacen caso"
Portavoz de los vecinos afectados
Los colectivos vecinales no entienden por qué se les niega una solución que ya disfrutan en otras zonas cercanas a la TF-5, como Añaza o Santa María del Mar. Infante señala una diferencia clave que agrava su situación: "No están pegados tanto los edificios, los pisos, pero es que aquí están pegados a la autopista". Esta proximidad física intensifica el impacto del ruido del tráfico, haciendo aún más urgente la intervención. "No entiendo por qué tanto tabú, no entiendo por qué no nos hacen caso", ha lamentado el portavoz, reflejando un sentimiento de abandono y discriminación entre los residentes de estos barrios obreros que, como él mismo recuerda, "pagan su impuesto como cualquier ciudadano".
Tres administraciones y ninguna respuesta
La mayor frustración de los vecinos es, sin duda, la falta de respuesta institucional. A pesar de haber presentado escritos y solicitado reuniones, la callada es la única contestación que han recibido. El problema se ha convertido en un laberinto burocrático en el que nadie asume la competencia. "Hablas con el Ayuntamiento y nos dicen que no tiene nada que ver, hablas con el Cabildo y tampoco no tiene nada que ver, hablas con el gobierno de Canarias y no nos han dado ninguna respuesta", ha denunciado Infante. Esta dinámica de pasarse la responsabilidad de una administración a otra ha sumido a los afectados en la más profunda desesperación, sintiendo que sus reclamaciones caen en saco roto.
"Hablas con el Ayuntamiento y nos dicen que no tiene nada que ver, hablas con el Cabildo y tampoco no tiene nada que ver, hablas con el gobierno de Canarias y no nos han dado ninguna respuesta"
Portavoz de los vecinos afectados
Infante critica duramente lo que percibe como una falta de voluntad política, especialmente cuando las tres instituciones implicadas (Ayuntamiento de Santa Cruz, Cabildo de Tenerife y Gobierno de Canarias) están gobernadas por el mismo pacto político. "Me parece que 'se pasen la pelota cuando es el mismo pacto'. Oye, yo no puedo llegar al gobierno de Canarias, pero el Cabildo sí puede llegar al Gobierno de Canarias", ha argumentado, sugiriendo que la coordinación interadministrativa es no solo posible, sino exigible. La comunicación es inexistente hasta el punto de que los intentos directos de contacto han sido ignorados. "He mandado un WhatsApp al consejero del gobierno y tampoco, no contestan, no hay nada, parecen mudos", ha revelado con impotencia.
Los vecinos ni siquiera piden una solución inmediata, sino simplemente ser escuchados. La falta de diálogo es lo que más les duele. "Es fácil, nos aguantas una reunión, nos vendes milongas y ya está, pero ni eso", ha ironizado Infante, evidenciando que no han tenido ni la oportunidad de explicar su situación cara a cara. "Por lo menos digan, 'mira, tal día tengo una reunión, explíquenme el tema', y por lo menos ya tenemos la esperanza de que se han reunido con nosotros, pero es que nadie responde, nadie", ha concluido.
La paciencia se agota: la calle como último recurso
Ante este panorama de silencio y parálisis administrativa, la paciencia de los residentes está llegando a su límite. Aunque el portavoz de las asociaciones asegura ser "más partidario de ser diplomático", advierte que la inacción de los políticos está empujando a los vecinos a tomar medidas más drásticas. "La gente ha querido echarse a la calle", ha admitido Infante. "Van a lograr que la gente salga en la calle por los paneles". La amenaza de movilizaciones y protestas se cierne como el último recurso de unas comunidades que se sienten completamente ignoradas por aquellos que deberían velar por su bienestar.
En esta lucha, los vecinos no están solos. Cuentan también con el respaldo de alguna empresa de la zona, que se ha sumado a sus reivindicaciones al verse igualmente afectada y preocupada por el descanso de sus trabajadores. La demanda es clara, la solución es conocida y la frustración es máxima. Los residentes de los barrios aledaños a la TF-5 solo esperan que su clamor, ahora público, atraviese finalmente el muro de silencio de las administraciones para que la instalación de los paneles acústicos se convierta en una realidad y puedan, por fin, recuperar la paz en sus hogares.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.