El duro testimonio de Iván, sin casa tras la explosión de Mieres: “Tuve que sacar a tres amigos enterrados por escombros”
Los afectados por la deflagración en La Villa no saben cuándo podrán regresar a sus viviendas
Oviedo - Publicado el
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“No sabemos nada”. Iván Fernández ha entrado en su casa a recoger enseres personales acompañado por los bomberos. Es uno de los vecinos del barrio de La Villa que ha sido desalojado tras la explosión ocurrida en la tarde del lunes en esa zona de Mieres. En su vivienda se ha desplomado el techo de la cocina, pero viendo cómo han quedado otros inmuebles, cree que su casa “está bastante bien”. Iván, su esposa Nerea Ledo y sus dos hijos, de 12 y 15 años, están alojados en el hotel que ha puesto el Ayuntamiento mierense a disposición de los afectados por la deflagración. “Hay que esperar a que vengan a mirar los edificios, a ver qué pasa”, ha explicado en los micrófonos de COPE.
Furgoneta dañada en la explosión de Mieres
Los daños materiales que ha sufrido la vivienda de Iván no es lo que más ha impactado a este vecino de La Villa. Su voz se quiebra y la emoción le supera al recordar que tuvo que rescatar a tres amigos que quedaron atrapados entre los escombros tras producirse la impresionante explosión que resonó en todo el concejo. “Por desgracia, tuve que sacarlos, estaban enterrados”. Los tres están ingresados en distintos hospitales con heridas de diversa consideración. “Quique está más grave, pero a ver si pueden salir todos adelante”.
Lo que le ha ocurrido a Iván no es una excepción. Hay decenas de vecinos que tienen destrozos en sus viviendas, que han sido alojados en un hotel o la residencia universitaria del campus de Barredo y que han vivido situaciones que no podrán olvidar jamás. Ahora están a la espera de que los técnicos municipales inspecciones los edificios y determinen si pueden seguir en pie o los daños estructurales que sufren obligan a proceder a su demolición.
Bomberos en La Villa, Mieres
EN PIJAMA Y ZAPATILLAS
La explosión, provocada por una fuga de gas, ocurrió minutos antes de las cuatro de la tarde del lunes. La fuerte deflagración obligó a los vecinos a salir con lo puesto. Y así se han presentado a recoger los enseres personales tras pasar la noche fuera de casa. Niños y mayores en pijama o con las zapatillas de estar en casa han vuelvo a su barrio, pero no han podido entrar en sus casas salvo para recoger enseres personales. Las lágrimas y los abrazos se repiten de forma constante. Muchos de los afectados están recibiendo atención psicológica por parte de Cruz Roja para afrontar una situación que nadie sabe cuánto tiempo puede durar.