La obra del considerado padre de la arqueología moderna asturiana ya descansa en el Museo Arqueólogico

Son más de 3.000 piezas y un fondo documental con cientos de archivos, grabaciones, dibujos, planos y escritos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Museo Arqueológico de Asturias ya cuenta con la colección de piezas arqueológicas y archivos documentados de sus descubrimientos de José Manuel González y Fernández-Vallés. Un fondo de más de 3.000 piezas entre las que se pueden contemplar desde un hacha plana de la edad del bronce, hasta un tesorillo de 173 monedas de la época romana del siglo III. A todo esto se añade el fondo documental elaborado y catalogado por José Manuel González entre 1.930 y 1.977.

Pero ¿quién era José Manuel González y Fernández-Vallés'?. Nació en la parroquia de Valduno, en el municipio de Las Regueras en el año 1.906. Fue un apasionado asturianista, arqueólogo, espeleólogo, filósofo (impartió clases en la Universidad de Oviedo). Durante toda su vida se dedicó a recorrer los parajes asturianos en busca de la historia de esta tierra. Identifió numerosos túmulos y castros, y localizó los primeros yacimientos megalíticos al aire libre, además de un gran número de vestigios de castillos medievales. Persona discreta, tímida, de poca vida social, formó a varias generaciones de arqueólogos. Fue miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), dejando un legado excepcional a todos los asturianos. Un legado, que a su muerte en el año 1.977 se encargó de custodiar y mimar su sobrino Diógenes en el domicilio familiar. Diógenes fallecía hace dos años, con lo que fue su hijo, Carlos García, y sobrino nieto de González y Fernández-Vallés quien se hizo cargo de este valioso patrimonio. Las conversaciones para su donación al Museo Arqueológico comenzaban durante el verano de 2021, y el 28 de octubre se formalizaba el traslado. Ahora toca catalogar todas las piezas donadas.

Carlos García dice por un lado está contento por que esta colección descanse en el Museo y pueda servir para disfrute de todos los visitantes, pero, por otro lado, me queda un vacio en casa porque aunque mi tío abuelo falleció cuando yo tenía 6 años, recuerdo como mi padre me hacía partícipe de estos hallazgos. Mi niñez la pasé jugando con piedras, añade.