El sorprendente uso del agua por las abejas: de aire acondicionado a herramienta de trabajo

Estos insectos no solo beben, sino que emplean el agua para refrigerar la colmena, preparar el alimento de las larvas y hasta diluir la miel

MEDIODIÍA COPE ZARAGOZA

Las abejas ultilizan el agua para algo más que para beber

Laura Hernández

Zaragoza - Publicado el

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Todos los seres vivos necesitan agua para sobrevivir, pero pocos la aprovechan con la inteligencia y eficiencia de las abejas. Estos insectos, imprescindibles para la polinización de los campos, mantienen una relación fascinante con el agua, un recurso que transforman junto a las flores en un producto tan antiguo y apreciado como la miel. Para desvelar este vínculo, Daniel Herrero, ingeniero químico y creador del Pódcast del Agua, ha explicado en Mediodía COPE Zaragoza las claves de este proceso.

Una herramienta multifunción

El agua es un elemento fundamental en el día a día de una colmena, mucho más allá de la simple hidratación. Según Herrero, las abejas la utilizan como una herramienta de alta precisión. "Cuando hace mucho calor, recogen pequeñas gotitas de agua, las llevan al interior de la colmena y allí, con el movimiento de sus alas, provocan una especie de aire acondicionado de abejas", explica. Este ingenioso sistema permite que el agua se evapore y baje la temperatura, protegiendo a las crías del calor excesivo.

Además de su función como climatizador, el agua es clave para la alimentación. Las obreras la mezclan con el polen para crear la jalea, el alimento destinado a las larvas. También la usan para diluir la miel cuando está demasiado espesa, facilitando su manipulación y consumo dentro de la colmena. Por esta razón, los apicultores vigilan que nunca falte, instalando recipientes con agua limpia si no hay fuentes naturales cercanas para evitar que se resienta la actividad de la colmena.

La calidad del agua, un factor clave

Las abejas son extremadamente sensibles a la calidad del agua que consumen. Este factor influye directamente en su salud, en la actividad de la colmena e incluso en el sabor final de la miel. Aunque no necesitan agua destilada y, de hecho, prefieren aguas con ciertos minerales, es vital que esté libre de contaminantes. "La calidad del agua no siempre se ve, pero se nota y en apicultura marca una diferencia real", subraya Herrero.

El problema principal es que muchas fuentes naturales, como acequias o charcas, pueden contener restos de fertilizantes, pesticidas o materia orgánica en descomposición. Aunque su efecto no sea inmediato, estos contaminantes terminan por alterar el equilibrio de la colmena. La conclusión del experto es tajante:

Una miel con sabor a fitosanitario, pues no"

Daniel Herrero 

Experto en agua

El desafío del cambio climático

Los eventos climáticos extremos afectan directamente a esta delicada relación. Las sequías prolongadas secan las fuentes naturales y obligan a las abejas a volar más lejos para encontrar agua. Este gasto extra de energía reduce su ritmo de trabajo y, en consecuencia, producen menos miel. En algunos casos, la escasez de recursos las lleva a reducir su actividad para poder sobrevivir.

En el extremo opuesto, las lluvias torrenciales pueden enturbiar las fuentes de agua o arrastrar contaminantes, dificultando el acceso a un recurso de calidad. Por ello, Herrero concluye con una reflexión fundamental para el futuro del sector:

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