“Me emociono solo de recordarlo”: internos de Teruel viven una peregrinación inolvidable

Alberto y Christian son dos internos del Centro Penitenciario de Teruel que han peregrinado al Santuario de la Virgen de Lourdes

Pablo Fernández Pujol

Teruel - Publicado el - Actualizado

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Alberto y Christian son dos internos del centro penitenciario de Teruel que, gracias a la Pastoral Penitenciaria, este fin de semana han peregrinado al Santuario de la Virgen de Lourdes. Una experiencia que nos han contado en COPE, les ha marcado: “Te intentas imaginar cómo puede ser, pero todo lo sobrepasa. Me emociono solo de lo bonito que ha sido”, compartía Alberto, conmovido.

Para ambos, ha sido una peregrinación intensa, con jornadas maratonianas desde bien temprano, pero también una vivencia tan gratificante como inesperada. “Ha sido un no parar desde el jueves por la mañana hasta ayer a medianoche. Pero ha merecido la pena”, afirmaba Christian. 

La participación en este tipo de actividades no es casual. Desde el centro penitenciario, se selecciona a los internos en segundo grado que hayan cumplido al menos una cuarta parte de su condena, tengan un comportamiento ejemplar y ocupen puestos de confianza dentro de la prisión.

De los más de 200 internos, se propusieron cuatro nombres. Finalmente fueron seleccionados Alberto y Christian: “Es una gran responsabilidad para la prisión, no quieren fallar ni ante la Pastoral ni ante el juez penitenciario”. De hecho, en cada peregrinación, rara vez participan más de dos o tres internos por centro

Alberto y Christian no fueron como espectadores. Formaron parte del grupo de voluntarios que asiste a los enfermos durante toda la peregrinación. Juan Antonio Julve, delegado de la Pastoral Penitenciaria de Teruel, ha detallado cómo esta actividad, que se repite cada año en colaboración con la Hospitalidad de Zaragoza, permite a los internos demostrar valores como la solidaridad y la empatía.

Sus días comenzaban a las seis de la mañana: desayuno, preparación de los carros, acompañamiento de los enfermos a las distintas misas y actos religiosos: “Era un evento tras otro. No parábamos. Pero te metes tanto en el papel, que te olvidas de ti. Ellos pasan a ser tu preocupación principal”, contaban los internos. 

A cada interno se le asignó una persona enferma a la que acompañaron durante toda la peregrinación. En este caso, sus respectivos enfermos no se alojaban en el hospital, como es habitual, sino en un hotel cercano, lo que implicó un esfuerzo doble: prepararles por la mañana, trasladarlos a las actividades, regresar con ellos al hotel para las comidas, y volver a llevarlos de nuevo.

“Parecía mentira, pero cuando nos separábamos un rato, solo pensaba en si estarían bien, si habrían comido… Querías volver con ellos”, relata Christian. Alberto, por su parte, se quedaba con el momento en que su enfermo le veía cada mañana: “La felicidad que te transmite esa cara… eso no se me olvida”.

Tanto Alberto como Christian ya han participado en otras actividades de reinserción organizadas por la Pastoral Penitenciaria. Alberto cuenta con tres permisos y ha formado parte del programa Teruel Abierto, que incluye salidas culturales y terapéuticas por la ciudad. Christian ha tenido dos permisos y este mismo año participó como costalero en la Semana Santa de Teruel.

Aunque cada uno vive la espiritualidad a su manera, ambos se vieron profundamente impactados por el ambiente religioso de Lourdes: “La devoción de la gente es impresionante. Algunos llevan más de veinte años yendo. Y lo viven con una fe que te contagia”.

Para Juan Antonio Julve, hubo un momento especialmente significativo: la misa internacional, celebrada en distintos idiomas, pero donde todos se entendían gracias a un lenguaje común: el de la fe: “Fue como un pentecostés moderno. Sentías que, más allá de las palabras, compartías algo profundo con personas de todo el mundo”. 

Alberto, Christian y Juan Antonio han pasado por los estudios de COPE cansados pero serenos, todavía procesando todo lo vivido en Lourdes. Su testimonio no solo da voz a una experiencia profundamente humana, sino que también rompe prejuicios sobre quienes cumplen condena en prisión.

Gracias a la Pastoral Penitenciaria de Teruel y su implicación, estas vivencias se convierten en herramientas de transformación real, que ayudan a reconstruir vidas y a generar puentes entre mundos que muchas veces permanecen separados.