Rescatando el alma legendaria de Jaca: las historias que nos conectan con el Pirineo mítico
Juan Carlos Moreno recupera leyendas aragonesas con raíces griegas, gestas medievales y milagros olvidados que conforman la identidad histórica de la Jacetania
Jaca - Publicado el
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El Pirineo no solo es una cordillera que separa territorios, sino también una línea invisible que une historias, mitos y memoria. Así lo ha explicado Juan Carlos Moreno, miembro de la Asociación Sancho Ramírez de Jaca, en su sección semanal en COPE repleta de pasión, anécdotas y memoria oral. Moreno reivindicó el poder de las leyendas para entender no solo el pasado, sino también la identidad colectiva de la región, desde los orígenes mitológicos del Pirineo hasta gestas protagonizadas por reyes aragoneses, santos y héroes populares.
El punto de partida fue una mención a su compañero de asociación, Borja Aso, quien —según explicó— está realizando un trabajo de recopilación de leyendas locales publicado por entregas en la revista Estela. A partir de ahí, Juan Carlos Moreno ofreció un recorrido oral por algunas de las narraciones más singulares que sobreviven en el imaginario aragonés. La leyenda de Pirene: fuego, amor no correspondido y origen mitológico de los Pirineos
Una de las más antiguas y fascinantes leyendas relatadas es la de Pirene, la hija del titán Atlante, y su trágica historia con el héroe mitológico Hércules. Según la leyenda, recogida en un libro del escritor Rafael Andolz, Pirene rechazó los avances del bruto Hércules y terminó inmolándose en un gran incendio en el istmo que une la Península Ibérica con Francia.
Conmovido, Hércules la enterró llamando a los titanes, quienes formaron la cordillera pirenaica como un monumental mausoleo. La nieve que cubre los picos en invierno simbolizaría su sudario. “Pir, en griego, significa fuego”, explicó Moreno, estableciendo así la conexión etimológica entre la leyenda y el topónimo “Pirineos”.
De nobles guerreros y prodigios divinos: otras leyendas del Alto Aragón
Moreno también relató leyendas medievales como la de Bernardo de Ribagorza y Toda de Sobrarbe, quienes según la tradición conquistaron Jaca en una gesta contra las fuerzas musulmanas. “No hay por dónde cogerla desde el rigor histórico”, reconoció, “pero como leyenda, ahí está, forma parte de nuestro relato”.
Más desconocida es la historia de Sancho Ramírez, rey de Aragón, quien supuestamente viajó disfrazado de arriero junto a un criado para entrevistarse en secreto con Alfonso VI de Castilla. En su travesía, se perdieron en tierras musulmanas, donde el criado habría tenido una aparición mariana. Decidieron interrumpir la expedición y llevar la imagen de la Virgen a Siresa, donde permaneció hasta que fue devuelta siglos después. “Es muy bonita y apenas conocida”, dijo Moreno.
Milagros entre llamas en San Juan de la Peña
El amor por San Juan de la Peña, “uno de mis grandes amores”, como reconoció Moreno, también se traduce en leyendas que tienen como protagonistas a monjes heroicos. En 1494, un gran incendio devastó el monasterio, pero un monje consiguió entrar entre las llamas y rescatar las arquetas con reliquias sagradas, entre ellas los corporales. Milagrosamente, no sufrió quemaduras, y la leyenda recoge cómo las urnas fueron protegidas por su cogulla. “Ese acto heroico se convirtió en un relato que pasó de generación en generación”, señaló.
El valor de la leyenda como memoria viva
Juan Carlos Moreno insistió en que estas historias, si bien no siempre rigurosamente históricas, constituyen una parte esencial del patrimonio cultural intangible del territorio. “Las leyendas no tienen que ser exactas, sino evocadoras. Nos conectan con nuestras raíces, nos explican y nos emocionan”, apuntó.
Antes de despedirse, Moreno animó a seguir descubriendo estos relatos y recomendó el libro Dónde está la leyenda de Pirene, de Rafael Andolz, como una lectura imprescindible para quienes quieran adentrarse en el mundo mágico y simbólico de los Pirineos.
“Seguiremos hablando de leyendas”, prometió Juan Carlos en COPE, con la misma pasión con la que durante siglos se han contado al calor de la lumbre.