El Huesca gana y hace disfrutar al Alcoraz con un gol de Enrich en el minuto 95
Oasis de los martes para analizar el Huesca 2-1 Eibar y el cierre de mercado azulgrana
Huesca - Publicado el - Actualizado
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La noche en El Alcoraz se guardaba un final de película. Cuando todo parecía escrito, cuando el empate se antojaba inevitable, apareció Sergi Enrich para desatar la locura. En el minuto 95, el delantero cazó un balón suelto en el área tras un barullo de piernas y rechaces, y lo empujó a la red para firmar un triunfo agónico (2-1) ante un Eibar que acababa de quedarse con diez por la expulsión de Arbilla. El estadio estalló como un resorte comprimido durante noventa minutos.
El choque había arrancado con un Huesca valiente, dispuesto a morder desde el pitido inicial con una defensa adelantada de cinco hombres que empujaba al rival hacia atrás. El Eibar, sorprendido y sin chispa, se deshacía entre pases erráticos y una intensidad que brillaba por su ausencia. El dominio azulgrana encontró pronto premio: en el minuto 18, Carrillo se elevó entre una maraña de defensores para cabecear el 1-0, un tanto que incendió la grada y parecía poner la noche cuesta abajo.
Pero la alegría duró un suspiro. Apenas cuatro minutos después, Magunazelaia silenció a El Alcoraz con un disparo cruzado y raso que superó a Dani Jiménez. El empate devolvía la igualdad al marcador y también al juego: ninguno de los dos equipos lograba adueñarse del balón con claridad.
La segunda parte cambió el guion. El Eibar salió con más hambre, con Guruzeta como puñal constante. El delantero tuvo dos ocasiones claras, en el 54 y en el 68, que bien pudieron volcar el marcador hacia el lado armero. El Huesca, demasiado replegado, parecía aturdido y sin ideas, pero poco a poco fue sacudiéndose el miedo y volvió a pisar área rival.
Y entonces, cuando el reloj se iba más allá del tiempo reglamentario, llegó el desenlace inesperado. Primero, la roja a Arbilla en el 93, que dejó al Eibar en inferioridad. Dos minutos después, Enrich -ex del equipo guipuzcoano, para mayor dramatismo- se encontró con el balón en el área pequeña y no perdonó. Su gol hizo vibrar El Alcoraz, que celebró como si fuera una final lo que en realidad era apenas la tercera jornada de liga.