Cuatro caballos, un carro y una herencia con riendas: así vive la familia de Joaquín, cochero sevillano
Mientras en Málaga los coches de caballos han sido retirados por motivos de bienestar animal, en Sevilla esta tradición sigue firme. Aquí, familias como la de Joaquín continúan dedicándose a un oficio que se transmite de padres a hijos, con el mismo respeto por los animales que por la historia de la ciudad.
Sevilla - Publicado el
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Este jueves en COPE Más Sevilla nos hemos subido a un carro de caballos para conocer de cerca cómo viven los cocheros su día a día. Desde el asiento delantero, con el sonido de los cascos sobre el adoquinado y el tintineo de las riendas, descubrimos que detrás de cada paseo turístico hay una historia familiar, mucho trabajo y, sobre todo, mucha dedicación.
Una tradición que galopa entre generaciones
Joaquín no recuerda su vida sin caballos. Desde pequeño veía a su padre y a su abuelo prepararlos al amanecer, cepillarlos, enganchar los carros y salir a recorrer las calles de Sevilla. Hoy, él continúa esa misma rutina junto a su padre, sus hermanos, sus sobrinos...todos dedicados al oficio de cochero. “En mi casa siempre ha habido caballos y carros, y seguimos igual”, dice con orgullo.
La suya es una historia de continuidad. Cuatro generaciones manteniendo viva una de las imágenes más reconocibles de la ciudad: los coches de caballos que recorren el casco histórico, la Feria o las plazas del centro, mezclándose con el bullicio de los turistas y el sol sobre los adoquines.
El trabajo detrás de la postal
Detrás de esa estampa de postal hay jornadas de cuidado, limpieza y organización. Joaquín explica que cada coche tiene asignados cuatro caballos, de modo que cada animal trabaja solo dos días a la semana y descansa seis.
Además de esa rotación, los caballos reciben revisiones veterinarias periódicas, alimentación controlada y descansos en cuadras adaptadas. Los cocheros aseguran que existe un estricto control municipal sobre su trabajo, con inspecciones de la Policía Local y la obligación de cumplir con la ordenanza que regula esta actividad.
De oficio a forma de vida
Para Joaquín, ser cochero va mucho más allá de conducir un carro: es una forma de entender la vida. Y eso lo comparte con su padre, que tras cincuenta años en el oficio sigue trabajando, con un ritmo más tranquilo pero con las mismas manos curtidas de siempre.
En esta familia, el oficio no se hereda solo en los papeles, sino en la forma de vivir. “Esto no es un trabajo, es lo que somos”, dice Joaquín. Y esa pasión se nota en cada gesto, en cada palabra y en cada caballo que enganchan con mimo antes de salir a las calles de Sevilla. Para ellos, el coche de caballos no es solo una herramienta de trabajo: es su historia, su sustento y su legado que, aseguran, forma parte de la identidad y la historia viva de la capital hispalense.
El debate que llega desde Málaga
Mientras en Sevilla esta tradición sigue firme, en Málaga los coches de caballos han sido recientemente prohibidos por motivos de bienestar animal. La decisión ha abierto un debate en toda Andalucía sobre el futuro de esta actividad, que mezcla historia, turismo y economía local.
Los cocheros insisten en que su trabajo se realiza bajo una normativa estricta y con revisiones constantes. “Los caballos están bien cuidados, controlados y descansan mucho más de lo que la gente piensa”, afirmaba Joaquín.
Una postal que Sevilla no quiere perder
Los coches de caballos han sido durante siglos una de las imágenes más evocadoras de Sevilla. Su origen no es solo turístico: en el siglo XIX eran vehículos habituales entre la alta sociedad, símbolo de estatus, elegancia y distinción. Con el paso del tiempo, aunque ya no son medio de transporte cotidiano, se convirtieron en señas de identidad de eventos tan arraigados como la Feria de Abril, donde el paseo de enganches forma parte del ritual festivo.
Coches de caballos Feria
Hoy día hay alrededor de un centenar de coches de caballos con licencia para circular en Sevilla. En muchos de ellos, propietario y cochero comparten tareas, distribuyendo turnos de mañana y tarde. Algunos recorridos turísticos están tasados: por ejemplo, un paseo estándar de 45 minutos por el centro y parques tiene un precio regulado en algunas rutas.
Para la familia de Joaquín, su coche no es sólo una postal más: es su mundo, su sustento y su memoria. Esta tradición familiar respira en cada detalle: desde cómo preparan el carro, hasta el trote tranquilo del caballo. No es un oficio cualquiera: es parte de una historia con raíces que se niega a apagarse.