Vacaciones sin prisas: guía para vaguear a tiempo completo

Te mereces un verano que no te agote la vida. El único plan que necesitas es no tener ninguno

Vacaciones sin prisas: guía para vaguear a tiempo completo

Ángel López

Jaén - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hay veranos en que uno asfixia la agenda: rutas, pueblos con encanto, montañas arriba y barrancos abajo, kayak al mediodía, tapeo al anochecer y un carrusel de fotos con filtros nórdicos y hashtags como #aventura, #viajaratope o #sinparar, como si te patrocinara el Ministerio de Turismo. Y luego están los veranos valientes, los que se viven desde el sofá o la hamaca, cuando decides conscientemente no hacer nada… pero nada de nada y descubres que ahí reside el verdadero lujo. El maestro Fernando Fernán Gómez lo explicó sin despeinarse: «Yo estoy muy capacitado para no hacer nada… Si yo hubiera sido heredero, habría estado perfectamente sin hacer nada». Con semejante brújula moral entiendes que la inacción no es aburrimiento sino arte lento: te levantas sin despertador, cuando te da la gana, desayunas con calma lo primero que pillas  y dejas que el día se derrita poco a poco como un granizado al sol.

crea tu zona cero de pereza  

El primer paso es elegir tu base de operaciones: sofá, cama, suelo fresquito o tumbona. El uniforme, en modo sin presión: camiseta vieja, bañador «por si acaso» y el móvil en «avión emocional» para que solo sirva para lo estrictamente necesario, como poner música suave, ver vídeos de gatos, memes absurdos, o buscar recetas que jamás vas a cocinar. ¿Terracita o rincón con sombra? Conviértelo en oasis privado: llena un barreño con agua para los pies (sí, como hacían nuestras abuelas), prepárate una bebida en modo escarcha, apáñate unas gafas de sol y un sombrerillo aunque estés bajo techo y, sobre todo, ten la firme intención de ver pasar las horas a cámara lenta, sin hacer nada de nada.

Te mereces un verano que no te agote la vida. El único plan que necesitas es no tener ninguno

apóyate en los clásicos… de la pantalla  

Para blindar tu decisión, deja que el cine ponga la banda sonora. Las bicicletas son para el verano te susurra que los grandes planes pueden esperar; ahora toca pedalear cero y soñar mucho. Tu “bicicleta” puede ser la hamaca, el ventilador o ese charco inflable al que llamas piscina: lo importante es que no requiera motor ni agenda. Si alguien te reprocha tanta calma, replica con el grito coral de Amanece, que no es poco: «¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!», que traducido al tema que nos ocupa sería algo así como "el mundo seguirá girando aunque hoy no muevas un dedo, pero tu descanso sí es imprescindible". ¿Aún queda culpa? Neutralízala con el conjuro swahili de Timón y Pumba: «Hakuna Matata», porque no hay problema en echarse otra siesta.

El resto fluye solo. De fondo, la sintonía de “Verano Azul” o los chascarrillos de “La que se avecina” mientras practicas la épica inmóvil; a cada propuesta demasiado activa, suelta un «ya si eso, mañana» al más puro estilo de Ocho Apellidos y siente cómo baja la presión arterial. Todo lo que no implique levantarse cuenta como plan: mirar nubes, inventar historias con el gotelé, releer libros cuyo argumento olvidaste, dejar que el ventilador hable en idioma aspas, o disputar batallas imaginarias contra mosquitos. No hay metas, horarios ni KPI veraniegos: solo la íntima satisfacción de estar, respirar y refrescarse, sin mover un dedo, eso sí.

Las bicicletas son para el verano te susurra que los grandes planes pueden esperar; ahora toca pedalear cero y soñar mucho

Cuando caiga la tarde, recítate el mantra castizo del Rey León: «Sin preocuparte es cómo hay que vivir» y contempla tu jornada con orgullo: quizá no hayas dado un paso, pero has dominado el arte del verano intensamente tranquilo, una heroicidad que no necesita capa, solo unas chanclas, unas bermudas y algo frío en la mano. 

Así que cuando te pregunten qué estás haciendo este verano, no bajes la mirada ni te justifiques. Mira al horizonte, suspira con satisfacción, y responde con toda la dignidad del que ha vencido al estrés y al reloj: «Nada… pero lo estoy haciendo de película».

Temas relacionados