CAMINAR EN MAYÚSCULAS | 05 JUNIO 2025 |
Jaén - Publicado el
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Me gusta el silencio, pero no ese silencio mudo con el que se deja de hablar por miedo a meter la pata, ser discreto y mantenerse callado ante un asunto que no me incumbe, que también es necesario a veces; prefiero el silencio creativo, en el que no hay ausencia de sonido, es aquel en el hay ausencia de ruido, y lo percibimos, por ejemplo, ante el mar o en plena naturaleza.
Con él nuestra voz crítica interior no molesta, y nos conecta con una dimensión muy distinta a la del silencio mudo. Con el silencio creativo podemos escuchar no solo los pájaros cantar, escuchamos el latido del corazón, la calma, la magia de lo simple, a quienes amamos, el amor que nos rodea, nuestros anhelos, respuestas que andamos buscando.
Con el silencio creativo nos podemos preguntar: “¿Qué voy a dejar en este mundo antes de morir y abandonarlo?” Me encanta el silencio reflexivo que me inunda de paz, me despeja caminos y me afianza en personas, proyectos y destinos; me encanta el silencio que construye puentes para estar más unidos.
Miguel Lechuga Viedma