Jaén - Publicado el - Actualizado
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Gran parte de los políticos actuales adolecen del pensamiento aristotélico. Aristóteles, filósofo griego nacido tres siglos antes de la era cristiana en Estagira, junto a Platón es considerado el padre de la filosofía occidental. Sus ideas han ejercido una gran influencia sobre la historia intelectual de la civilización de base cristiana. Así sucede, por citar sólo algunos filósofos, con Bacon, Voltaire, Heidegger e incluso más recientemente con Hannah Arendt, por la contribución a las teorías éticas y políticas, y la de su obra Órganon (Lógica). Se le considera también el padre de la lógica al introducir el silogismo; incorporó el principio de no contradicción y el concepto de falacia: aquellos argumentos que en apariencia son válidos, pero no en la realidad. Formula el primer principio del pensamiento lógico: la proposición y su negación no pueden ser verdaderas al mismo tiempo. Esta forma lógica de proceder en nuestra civilización, fundamentada en la razón y la verdad, con sus implicaciones éticas, está siendo gravemente atacada con motivo de la investidura del presidente del Gobierno. Felipe VI ha encargado a la formación política que ha ganado las elecciones del 23-J, intentar conseguir los 176 apoyos necesarios. Según las posiciones del resto de formaciones, esta aritmética resulta imposible, pero escenificarán su propuesta política y la confrontarán a falta de lealtad constitucional de la formación socialista con menor número de votos.
Ésta ya realizó el primer ensayo Frankenstein en la constitución de la Mesa del Congreso, con los 7 valiosos e indispensables votos del partido cuyo líder prófugo por el delito de sedición reside en Waterloo. El presidente en funciones, Pedro Sánchez, quiere volver a desempeñar la presidencia del Gobierno a toda costa, pese al inasumible precio que está exigiendo el partido de Puigdemont: amnistía, referéndum de autodeterminación y 450.000 millones de euros para empezar. Ello implica un torpedo en plena línea de flotación de la Constitución, porque dinamita el principio de legalidad e igualdad de todos los españoles. No tanto por sus planteamientos independentistas, porque la Carta Magna da cobertura a una pluralidad ideológica, sino porque incumple las mayorías exigidas para esa reforma inconstitucional. Existe cierta esperanza en concurrir a unas segundas elecciones generales, como mal menor, porque todavía algunos ilusos creen que existe un mínimo de cordura y decencia en este personaje insólito, que no se atrevería a tamaña deslealtad. Pero todo indica y viene a confirmar que está dispuesto, sin recato alguno, a realizar este pacto, a dinamitar el régimen constitucional de 1978. De poco sirven las claras advertencias de antiguos dirigentes socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo o Joaquín Leguina, por citar sólo algunos, que luego siguen votándole. El CIS, si todavía tienen crédito las encuestas electorales y pese a la amenaza que se cierne, le dan como vencedor en unos hipotéticos comicios. Sus diputados, a los que ha seleccionado para que le rindan una férrea pleitesía, ni se les ocurre moverse si quieren salir en la foto. Es más, cuenta con sus terminales mediáticas para que sus votantes socialistas asuman el argumentario último de que “una crisis política (en referencia al “procés” contra los golpistas en Cataluña) nunca tuvo que derivar en una acción judicial”.
La batalla con la opinión pública la reparte con la líder de Sumar, Yolanda Díaz, que, después de entrevistarse con el prófugo, causa sonrojo el burdo intento de manipular al vulgo, teorizando sobre las tres clases de amnistías: la de 1977, la fiscal del PP y esta de 2023 para resolver conflictos sociales y políticos. Para el supuesto de que algo se torciera, se encargará el Tribunal Constitucional de Cándido Conde-Pumpido en sentar la posverdad jurídica. Ni la oposición, ni los medios de comunicación cuya mayoría controla, ni la sociedad civil que se manifiesta este domingo en la Plaza de Felipe II de Madrid, ni la consulta a los militantes de su partido sobre el pacto del Gobierno, ni las instancias judiciales de las que está blindado, podrán contradecir la voluntad del autócrata Sánchez. Sólo serían capaces de conseguir el derrocamiento del ilógico, contradictorio y falaz Sánchez, las 39 campeonas chantajistas de la selección de fútbol femenino, abducidas por el feminismo más radical, al frente de Putellas y Boquete, después de haber fulminado al chabacano Rubiales por el puritano beso a Hermoso, Vilda, Tomé y una inacabada lista de la FEF.