OPINIÓN

Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Antisemitismo

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

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Después de los atentados terroristas de Hamás el 7-O, Oriente Próximo se ha convertido en el centro donde convergen todas las miradas del mundo. La opinión pública internacional se erige en los jueces morales de la guerra entre Hamás e Israel. Con la provocación de estos atentados terroristas, cometidos de forma vil, alevosa e injusta por Hamás, Israel ha de evitar la tentación de la venganza y el odio, con la colaboración de los observadores internacionales. En el Código de Hammurabi de 1750 a.C., en la Antigua Mesopotamia, se recoge la “ley del talión”. Constituye uno de los primeros intentos de establecer la proporcionalidad entre el daño recibido y el castigo por dicho perjuicio, como así consta en los libros del Éxodo, Levítico o Deuteronomio: “ojo por ojo, diente por diente”.

Lejos de constituir un símbolo de venganza representaba un principio jurídico de justicia retributiva; viene de talión: pena “idéntica” o “semejante” para, de esta forma, acabar con la previsible espiral de la violencia. La civilización Occidental, con la herencia recibida de la razón helénica, el derecho romano y la religión judeo-cristiana, supuso el inicio del derecho natural e internacional moderno. Éste tiene que afrontar el actual escenario político mundial, al que Samuel Huntington acuñara como Choque de Civilizaciones. Las dos imágenes de anteayer invitan a esta reflexión: de una parte, Biden saluda Netanyahu en Tel Aviv; por otra, Xi Ping estrecha la mano de Putin en Pekín. Todo ello, con motivo de la guerra palestino-israelí que surge desde antes de 1948 con la Declaración de Balfour y posterior declaración de independencia del estado israelí. Los herederos de Theodor Herzl —padre del pueblo judío—, representan un estado moderno, un régimen político democrático y una economía de mercado cuyo PIB supera catorce veces al palestino. El estado gazatí está gobernado por una organización terrorista, que, a su vez, está asociada a otros países musulmanes teocráticos como Irán, Siria, Líbano o Egipto; desde hace más de 75 años, a través de Hezbolá o los Hermanos Musulmanes (Ay, Karim Benzemá, tendrás que dar explicaciones), reflejan como fin en sus estatutos invadir a Israel.

Esa persecución en alianza comandita contra los judíos, data desde antes del Holocausto y con el pogromo nazi-comunista del Pacto Ribbentrop-Mólotov, para repartirse Polonia. No puede extrañarnos que el pueblo judío tenga tan pocos amigos entre los comunistas, que se asociaron con los nazis de entonces. La “Solución final” judeofóbica de Hitler, si pudieran, la llevarían a término el Gobierno de Sánchez, “outsider” de todo Occidente, que envía ayudas al régimen terrorista de la Franja. La desinformación goebbelsiana-putinesca que infesta los medios de comunicación, no cesó con la invasión de Ucrania ni en el conflicto de Oriente Próximo. Esto obliga a contrastar la información para cribar cualquier bulo, como la destrucción por los israelís de hospital Al Ahli en Gaza; cuando existen pruebas de que el misil fue lanzado por la Yihad Islámica. Han de extremarse las exigencias éticas de este conflicto, porque los males que pueden acarrear son enormes: muertes, enfermedades, ruina económica, social y cultural, etc. De ahí que sea necesario agotar la mediación diplomática, como están realizando las potencias con liderazgo mundial de EE.UU., Alemania y Francia.

Propongo cuatro medidas justas para conseguir la paz, no al modo “Imagine” de John Lenon: entrega de los 200 prisioneros; destrucción de las instalaciones y túneles terroristas; convocatoria de elecciones libres en Gaza con la exclusión de Hamás; juicio en el Tribunal Penal Internacional a los 1.500 terroristas que irrumpieron en Israel. Como este escenario de arreglo diplomático, justo y con medios proporcionados del conflicto fracasará, Israel tiene derecho a defenderse invocando la legítima defensa, por la agresión injusta recibida. Si ponen la otra mejilla les rebañarán el cuello como a los 40 bebés de los kibutz. Según los tratadistas sería justa esta mezcla de guerra defensiva y ofensiva, que algunos han denominado guerra preventiva e incluso guerra de intervención, pero en todos los casos sería preciso agotar antes todos los medios para resolver pacíficamente las controversias. Ante el riesgo nada desdeñable de una posible tercera guerra mundial, la intervención de Israel en Gaza tendrá que ser exquisita, transparente, justa y con precisión quirúrgica, para reparar el daño causado, aplicando al menos los principios de sus ancestros mediante la ley del talión, inspirados en la justicia retributiva.