OPINIÓN
Las Divinas Palabras de ernesto Medina. Hoy: La dama de Cubero en la peluquería
Jaén - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Culcas, el Guerrero Ibérico, me esperaba solo en la terraza del Pósito. Con dos Alcázar Leyenda. “La otra es para ti. La Dama de Cubero ha ido a la peluquería. Ha avisado de que no tardaba, pero ya sabes que la medida femenina del tiempo es distinta de la nuestra. Bebe”. La Dama apareció como un torbellino. No nos dio tiempo ni de levantarnos. “¡Valiente pelleja! Me cortas las puntas, a lo sumo un dedo. Y va y me lo corta, pero de largo. Ni se os ocurra decir que estoy muy guapa. ¡La muy puta!”.
Culcas elevó las cejas para indicarme que guardara silencio hasta que amainase el temporal. “Tú deja de hacerle gestitos al niño. ¡Coño, que ya es grande para darse cuenta de que no está el horno para bollos! ¿A qué no me has pedido todavía una cerveza? Deja, deja. No sea que te confundas y me pongan un café con leche. Coño, un dedo. ¿Tan difícil es de entender? Un dedo. Me ha dejado como si fuera a jurar bandera con la princesa Leonor”. (La Dama de Cubero es republicana, pero evidentemente me abstuve de observar la inconveniencia de su comentario). Joven, joven, ¡JOVEN!, una copa de anís seco Castillo de Jaén y una cerveza. Rapidito, por favor. Gracias. Cuando le digo a la muy guarra que yo no quería tanto, la sabeora me suelta que así estoy más moderna e igual de guapa. Yo creo que las peluqueras son unas psicópatas. Encima yo me callo y le dejo propina. En el ambientador de las peluquerías seguro que ponen alucinógenos porque nada más salir se me ha empezado a subir la mala leche. Ganas me dan de amputarle las manos con el cable del secador. ¿No tenéis nada que decir?”. Culcas y yo, al unísono, nos llevamos la copa de cerveza a la boca porque ambos sospechábamos, sólo sospechábamos, que era una pregunta retórica.
“Lo que más me jode -La Dama llevaba en tres minutos más tacos que en los tres años que nos conocemos- es que dentro de dos meses volveré como si no hubiera pasado nada. Y tal y Pascual, y vuelta la burra al trigo”.
Ante el asombro de Culcas, que se santiguaba por mi temeridad de interrumpir a la Dama de Cubero, espontáneamente comenté “igual que le pasa a un montón de españoles con Pedro Sánchez”. La Dama, para alivio de su enamorado, soltó una carcajada, “pero ése sí que es un asunto serio. Muy serio. Y muy grave. Perdonadme los dos. Cuéntame, querido, cómo te van los amores”.
Palabras, divinas palabras.