OPINIÓN

Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Municipales

El cuarto domingo de mayo todos los municipios están llamados por la ley electoral a concurrir a las urnas...

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

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Dos casos emblemáticos pueden situarnos en la realidad de la importancia de estas elecciones. El primero en la localidad segoviana de San Cristóbal de Cuéllar, de 150 habitantes, donde sus vecinos han establecido desde 1978 una forma peculiar de elección del alcalde y los concejales. En esta población las formaciones políticas no están invitadas a la fiesta de la democracia, y cuando lo han hecho no les ha votado nadie. Dos meses antes de las elecciones el alguacil, el juez de paz y una menor de 18 años se ponen en las escuelas y la gente aprovecha para votar después de misa a un máximo de cinco personas. Los cinco vecinos con más apoyos forman una lista con una sola candidatura independiente. De esta papeleta el día de las elecciones se vota a un máximo de cuatro personas mediante el sistema de lista abierta. Después, en el primer pleno, se elige al alcalde.

El segundo nos traslada a la ciudad malagueña de Estepona, en donde desde 2011 salió elegido como primera autoridad el coineño José María García Urbano, que reorientó su dedicación profesional de abogado del Estado, notario y registrador de la propiedad para dedicarse a esta corporación renunciando al sueldo. Esta ciudad presentaba entonces una deuda de 300 millones de euros, es decir, 50.000 millones de pesetas; la partida de personal consumía el 110% del presupuesto y el paro ascendía al 35%. Actualmente este Ayuntamiento ha experimentado un giro copernicano debido a la determinación del regidor de suprimir el gasto superfluo; escudriñó cada una de las partidas de gasto, suprimió las administraciones paralelas y realizó un ERE en la desmesurada plantilla de personal. Todo ello ha llevado a amortizar la deuda y realizar grandes equipamientos para la ciudad, con el consiguiente aumento en calidad de vida.

Estos dos modelos nos ayudan a estudiar la situación económica del Ayuntamiento de Jaén, uno de los más deficitarios por número de habitantes, con una deuda de 600 millones de euros. Cómo será que desde 2017 siguen sin aprobarse los presupuestos municipales, que se prorrogan cada ejercicio fiscal. Sin ánimo de caer en el cainismo, la desesperanza y el celo amargo (un pesimista es un optimista bien informado), la ciudad de Jaén, pese a su riqueza histórica, cultural, agrícola y humana contempla en 2023 un paro del 18,19% frente al 15% en 2019; el Consistorio emplea en gastos de personal un 35% del presupuesto; y durante este tiempo la deuda se ha incrementado por préstamos del Estado en 90,5 millones de euros.

Con un PGOU de 2016, ni se recuerda cuándo se construyó la última vivienda pública. Al suicidio demográfico se une, en estos cuatro años, el éxodo de 18.330 jóvenes para encontrar trabajo. Parece que cada vez tiene mayor predicamento la tesis de la ministra egabrense: “el dinero público no es de nadie”. Ahora se comprende mejor que Jaén resulte una ciudad herida de muerte. Si no hay dinero para invertir siquiera en material urbano cómo se van a generar nuevos proyectos. Por eso, qué más da que gane las elecciones fulanito o menganito, si las soluciones lampedusianas consisten en que puedo prometer y prometo (“verba volant”) el oro y el moro; que cambie todo para que todo siga igual o peor de mal. Las políticas económicas de austeridad y recorte del gasto son impopulares y políticamente incorrectas, pero como a esta administración local sigamos aumentando su obesidad crediticia terminará con el colapso producido por una obstrucción coronaria. La solución del tranvía, en mi opinión, es un ejemplo de despropósito político y económico, que sólo servirá para ahondar más en el problema ya existente.

Entiendo a esos ciudadanos castellanoleoneses del hartazgo de las soluciones de los partidos políticos, para apostar por personas independientes que resuelvan los problemas reales. También celebro el liderazgo de personas competentes que, pese a la visión cortoplacista y las trabas de propios y de extraños, adoptan la determinación de sanear las cuentas municipales, aún a costa de sacrificios que después tendrán recompensa. La realidad indica la incapacidad para sanear las arcas públicas, lo que sugiere la necesidad de que los independientes hombres de negro de Bruselas, pongan fin a este desmán bendecido con ribetes democráticos.