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Conde de Benalúa, esencia del AOVE
La cooperativa granadina, con más de 1.800 familias y 70 años de historia, combina tradición, innovación y marketing para liderar el AOVE desde la DOP Montes Orientales.
Conde de Benalúa
Huelva - Publicado el
5 min lectura
Un aceite que nace entre montañas
En las faldas de Sierra Nevada, a más de 900 metros de altitud y bajo un clima que imprime carácter al olivar, se encuentra Conde de Benalúa, una entidad que ha logrado hacer del aceite de oliva virgen extra (AOVE) una bandera de identidad, sostenibilidad e innovación. Fundada en 1954 como Cooperativa San Sebastián de Benalúa de las Villas, esta cooperativa granadina se ha transformado en una referencia nacional e internacional del sector oleícola.
Hoy la integran más de 1.800 familias productoras, todas bajo el amparo de la Denominación de Origen Protegida Montes Orientales, una de las menos conocidas y, sin embargo, más singulares de Andalucía por la altitud de sus olivares y el carácter intenso del fruto. Desde allí, en plena comarca rural, surge una de las propuestas más vanguardistas en el mercado del AOVE.
De cooperativa local a sello global
La cooperativa ha sabido conjugar lo mejor del saber ancestral del campo andaluz con una estrategia empresarial clara, centrada en la trazabilidad, sostenibilidad y valor añadido. Su moderna almazara procesa cada año más de millones de kilos de aceituna, en su mayoría de variedad picual, aunque también trabaja arbequina y otras variedades adaptadas al microclima granadino.
De esta transformación han nacido varias marcas con identidad propia y presencia destacada en tiendas gourmet, restaurantes de alta cocina y plataformas online. Entre ellas, destaca Amarga y Pica, la propuesta más audaz, dirigida al consumidor consciente, al foodie exigente y al profesional que busca intensidad y equilibrio sensorial.
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Yolanda Nieto: “Queremos que el aceite se viva, no solo se consuma”
Hablamos con Yolanda Nieto, directora de marketing de la cooperativa, para entender cómo una entidad del mundo rural ha logrado captar la atención del sector gastronómico premium.
“Nuestro objetivo no es solo vender aceite, sino crear cultura oleícola y generar una experiencia en torno al producto”, explica Nieto. “Por eso apostamos por Amarga y Pica, un nombre que refleja honestamente lo que el consumidor se encontrará en boca: un AOVE verde temprano, con potencia, amargor equilibrado y picante limpio. Esa es la firma de nuestro territorio.”
Amarga y Pica es también la marca central de su tienda online, amargaypica.com, una plataforma que ha crecido hasta convertirse en canal directo con consumidores de toda España y parte de Europa.
Diversificación con identidad
Junto a Amarga y Pica, la cooperativa ha consolidado un portafolio de marcas para distintos perfiles de consumo:
- Conde de Benalúa, la marca madre, está presente en canal HORECA, exportación y tiendas especializadas, y destaca por su equilibrio y coherencia en los perfiles organolépticos.
- Olivar del Sur se orienta al gran consumo, con aceites más suaves, pensados para familias, aliños y frituras de calidad.
- Duque de San Pedro de Galatino, de reciente creación, incorpora la variedad arbequina con un enfoque elegante y aromático, ideal para quienes buscan dulzor y matices delicados.
Más allá del aceite: AMA, gastronomía con alma rural
La última gran apuesta de Conde de Benalúa no está en una botella, sino en un plato. Frente a la propia almazara, en Benalúa de las Villas, se levanta AMA, un restaurante de cocina andaluza contemporánea donde el aceite gourmet es el protagonista de cada elaboración.
El concepto va más allá de la restauración: se trata de una experiencia oleoturística completa, con visitas guiadas, maridajes y menús de temporada centrados en el producto local. “Queremos mostrar al visitante el viaje completo del aceite, desde el árbol hasta la mesa”, explica Yolanda Nieto.
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A la vanguardia de la sostenibilidad
La apuesta por la calidad no se entiende sin compromiso medioambiental. La cooperativa ha invertido en los últimos años más de 2 millones de euros en innovación y sostenibilidad, con especial atención al uso eficiente de los recursos, el reciclaje de subproductos como la biomasa y el alpechín, y la agricultura regenerativa.
Una de las últimas decisiones estratégicas ha sido la sustitución de envases con PVC por latas reciclables, una medida que responde tanto a la demanda del consumidor como a la responsabilidad con el entorno. “Estamos eliminando progresivamente materiales poco sostenibles. Las latas no solo protegen mejor el AOVE, sino que reducen nuestra huella ecológica”, apunta Nieto.
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Un modelo premiado y replicable
El trabajo no ha pasado desapercibido. En 2023, la cooperativa recibió el Premio PYME Carrefour a la Transición Alimentaria, y este 2024 ha sido reconocida con los galardones al Mejor Sabor y al Mayor Productor de Aceite por parte de la propia DOP Montes Orientales.
Además, ha sido patrocinadora del Concurso Cocinero y Camarero del Año 2025–2026, reforzando su papel como embajadora del AOVE en la alta cocina.
Retos y futuro: el campo como epicentro
El futuro inmediato pasa por seguir profundizando en el conocimiento del consumidor, ampliar mercados internacionales —especialmente en Centroeuropa y Asia— y potenciar la formación interna en digitalización y marketing agroalimentario.
Para Yolanda Nieto, la clave está en no perder la raíz: “Conde de Benalúa es una historia de familias.. Nuestro éxito es colectivo y nuestro reto es demostrar que desde un pequeño pueblo andaluz se puede liderar una revolución alimentaria.”
El sabor de un territorio
El aceite de oliva virgen extra no es solo grasa saludable o producto gourmet. En manos de cooperativas como Conde de Benalúa, se convierte en relato, paisaje, economía circular y símbolo de resistencia rural.
Desde Amarga y Pica hasta los platos de restaurantes con estrella Michelin, pasando por catas en origen o desayunos en familia, este AOVE picual temprano resume en cada gota el alma de Andalucía.
Y ese sabor —amargo y picante— es también el de un proyecto que ha sabido mirar al futuro sin olvidar el olivo que lo vio nacer.