FESTIVAL GUITARRA 2022
La guitarra clásica suena en el Patio del Museo Casa de los Tiros durante el Festival de la Guitarra
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Granada - Publicado el - Actualizado
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Escuchar un concierto en el Museo Casa de los Tiros de Granada es una oportunidad extraordinaria para reconocer en su patio las huellas de la arquitectura de varios siglos, con sus capitales nazaríes y las posteriores intervenciones que abarcan desde el XVI hasta prácticamente nuestros días, que nos proponen un viaje en el tiempo, similar al que ofrecía el programa elegido por el guitarrista Ignacio Rodes que rendía homenaje en el Festival de la Guitarra a José Luis Romanillos, una figura imprescindible para conocer el mundo que rodea al más español de los instrumentos.
Un programa que proponía un viaje por el tiempo
El programa nos llevaba desde el barroco francés representado por Robert de Visiee o el alemán en los pentagramas de Bach, hasta llegar al siglo pasado con las creaciones de Joaquín Turina, pasando por Manuel de Falla y la única obra que escribió para guitarra, Homenaje Le Tombeau de Debussy o Preludio y Danza de Juan Bautista, inspirada en la composición del músico de la Antequeruela. También nos ofreció la oportunidad de descubrir obras de Quitín Esquembre, célebre como autor del pasodoble La Entrada, pero que como guitarrista, también escribió bellísimas partituras para este instrumento y que ha rescatado partiendo de los originales el concertista. Vals brillante y Zapateado fueron sus títulos. Como se observa otro viaje por el tiempo para un espacio donde el paso de las centurias también ha dejado su huella.
Una guitarra Romanillos
Ignacio Rodes eligió para la ocasión una guitarra que precisamente se debe al taller de José Romanillos. Fue construida en 1998 y tiene como nombre el casi metafísico título de Por qué, un instrumento que denota las cualidades como luthier de quien además historió magníficamente la guitarra española, hasta el punto de que podemos asegurar que gracias a él sabemos casi todo lo que conocemos sobre su devenir. El toque elegante y clásico de Rodes, entremezclado a veces con el trinar de los vencejos que iban poniendo singular contrapunto a sus obras, hizo que los asistentes disfrutaran de un espectáculo inolvidable.