Vacaciones en Paz: los veranos que devuelven la infancia a los niños saharauis
Alba Maestre cuenta el "regalo" que supone tener a Wahba en casa
Córdoba - Publicado el
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Lejos del mar, en la frontera argelina, sobreviven miles de niños y niñas saharauis en campamentos de refugiados levantados sobre una de las tierras más inhóspitas del desierto del Sáhara. Allí, donde no hay árboles ni palomas, la vida se abre paso entre temperaturas que alcanzan los 55 o 60 grados en verano, agua contaminada y una dieta pobre en proteínas y vitaminas que depende casi por completo de una ayuda internacional que llega tarde, deteriorada o, a veces, no llega.
En esos frágiles cuerpos, marcados por los parásitos y la escasez, todavía queda espacio para el juego. Con latas vacías convertidas en improvisados juguetes y con el árabe y el español como lenguas de identidad, los pequeños saharauis crecen entre la adversidad y la esperanza. El proyecto que les devuelve la ilusión
Hace más de cuatro décadas nació el programa “Vacaciones en Paz”, una iniciativa solidaria que cada verano trae a España a miles de niños saharauis para alejarlos, al menos durante unas semanas, de las duras condiciones de los campamentos de Tindouf.
Los primeros en llegar, a finales de los años 70, se asombraban al descubrir cómo el agua brotaba de un grifo en la pared. Querían llevarse ese “milagro” de regreso a casa. Hoy, los cerca de diez mil niños y niñas que participan en el proyecto ya no se sorprenden de esas cosas, pero siguen descubriendo con la misma ilusión cada rincón, cada gesto y cada experiencia nueva.
“Cada verano es más lo que recibimos de ellos que lo que nosotros les damos”, cuentan muchas familias de acogida. Porque Vacaciones en Paz no solo es un respiro para los niños, también es un puente de unión entre culturas. La voz de ACANSA en Córdoba
En COPE hemos hablado con Tomás Madrigal, vicepresidente de la Asociación ACANSA en Córdoba, que coordina la llegada y estancia de los menores en la provincia.
“Este proyecto es mucho más que unas vacaciones. Es salud, porque aquí reciben revisiones médicas que allí no tendrían; es alimentación, porque recuperan peso y vitaminas; y es sobre todo cariño, porque las familias de acogida los integran como un hijo más durante el verano”, subraya Madrigal. Una experiencia que cambia vidas
Alba es una de esas familias cordobesas que ha abierto las puertas de su casa a una niña saharaui. Este verano convive con Wahba, que ya forma parte de su vida:
“Lo que más sorprende es la facilidad con la que se adaptan, lo agradecidos que son por cualquier cosa. Con Wahba hemos descubierto que la sonrisa vence a cualquier barrera. Para nosotros no es un esfuerzo, es un regalo que ella esté aquí”, nos cuenta.
Alba reconoce que la despedida nunca es fácil, pero insiste en que “merece la pena porque durante dos meses tienen una vida que les pertenece y que les corresponde como niños”. Un mensaje que trasciende fronteras
“Vacaciones en Paz” no soluciona la situación política del Sáhara Occidental ni las duras condiciones de los campamentos, pero sí ofrece a miles de niños la posibilidad de recuperar la infancia que les roba el exilio.
Cada verano, esas niñas y niños se convierten en pequeñas palomas mensajeras de esperanza, recordando que la solidaridad es capaz de romper muros y tender puentes donde solo hay arena y olvido.