Soledad, una aspirante entre miles: “Siempre habrá un niño que necesite algo distinto, y hay que estar preparada”

Este sábado, un total de 41.808 aspirantes están convocados en toda la comunidad para participar en los procesos selectivos de acceso a los cuerpos

Fran Durán

Córdoba - Publicado el

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A Soledad Rodríguez la pedagogía terapéutica no le llegó por azar. Fue durante las prácticas de su carrera cuando, por primera vez, entendió que enseñar no es solo transmitir conocimientos, sino acompañar. “En cada clase hay niños con distintas necesidades y dificultades. Da igual la asignatura: siempre hay que saber cómo llegar a todos”, reflexiona. Esa certeza, dice, fue la que la empujó a elegir esta especialidad y a prepararse con decisión para una oposición que miles de personas afrontan estos días en Andalucía con la misma ilusión y, también, con el mismo esfuerzo.

El próximo sábado 21 de junio, un total de 41.808 aspirantes están convocados en toda la comunidad para participar en los procesos selectivos de acceso a los cuerpos de Maestros, Profesores de Enseñanza Secundaria, de Música y Artes Escénicas, Escuelas Oficiales de Idiomas y Catedráticos de Música y Artes Escénicas. Solo en la provincia de Córdoba se examinarán 4.995 personas. Son cifras que reflejan el volumen y complejidad de una convocatoria que requiere la implicación de más de 3.000 funcionarios distribuidos en 569 tribunales (67 en Córdoba) y 48 comisiones. A pesar de este despliegue logístico, la organización marcha según los plazos previstos y sin incidencias reseñables.

Para Soledad, como para tantos otros opositores, el proceso no ha sido sencillo. “Lo más difícil ha sido preparar los supuestos prácticos y el plan de apoyo”, cuenta, en referencia a la programación didáctica, una de las partes más temidas por quienes se presentan a estas pruebas. El temario que ha tenido que estudiar incluye 25 temas, aunque el día del examen solo se extraen al azar algunos de ellos y cada aspirante escoge uno para desarrollarlo por escrito.

Pero por encima del estudio, lo que peor lleva son los nervios. “Por mucho que he leído y consultado, no hay nada que me tranquilice. Solo pensar que una vez que acabe me quedaré más tranquila”, admite. Ese malestar, compartido por miles de personas que se juegan tanto en un solo día, convierte la recta final del proceso en una montaña rusa emocional, donde la constancia y la motivación se entrelazan con la incertidumbre.

La estructura del proceso comienza el mismo sábado 21 con un acto de presentación en el que los aspirantes son informados de los detalles del procedimiento ante sus respectivos tribunales. A partir de ahí, se sucederán dos fases: oposición y concurso. La primera se divide a su vez en dos pruebas. La inicial consta de una parte práctica, para evaluar la formación científica y habilidades técnicas del candidato, y una teórica, en la que deben redactar un tema del temario. La segunda prueba pone a prueba la aptitud pedagógica: cada opositor debe presentar y defender una programación didáctica, además de exponer oralmente una unidad didáctica ante el tribunal.

Para superarlas, se exige una puntuación mínima de cinco puntos sobre diez en cada una. Luego vendrá la fase de concurso, donde se valorarán méritos como la experiencia docente previa o la formación académica. Ambas fases ponderarán en una proporción de 2/3 (oposición) y 1/3 (concurso), conformando la nota final que decidirá qué aspirantes logran una plaza.

En total, se han convocado 7.808 plazas repartidas en 33 especialidades: 4.401 para el Cuerpo de Maestros, 3.276 para Profesores de Enseñanza Secundaria, 99 para Profesores de Música y Artes Escénicas, 32 para Escuelas Oficiales de Idiomas y 77 para Catedráticos de Música y Artes Escénicas. Una oportunidad para que quienes sueñan con la docencia puedan convertir su vocación en una carrera profesional.

En ese camino, testimonios como el de Soledad dan cuenta del enorme compromiso que hay detrás de cada candidatura. “Preparar esta oposición no solo ha sido un reto académico, sino también personal. He aprendido a organizarme, a tener paciencia y a confiar en lo que sé”, resume. Lo que más la motivaba durante los meses de estudio era pensar en el aula: en poder aplicar estrategias reales que ayuden a que cada niño aprenda a su ritmo, sin quedarse atrás.

Para eso sirve la pedagogía terapéutica”, dice convencida. Para mirar más allá del contenido de un libro y construir espacios educativos donde todos se sientan capaces. Y para eso también sirven estos procesos de selección: para que lleguen a las aulas personas que, como ella, no solo saben enseñar, sino que saben escuchar, adaptarse y acompañar.

Sea cual sea el resultado, Soledad lo tiene claro: si no consigue su plaza esta vez, lo volverá a intentar. Porque enseñar, para ella, no es una opción pasajera, sino una forma de estar en el mundo. Una vocación que no se apaga tras un examen, sino que se fortalece en cada intento.