El campo cordobés arranca un nuevo año agrícola con incertidumbre en precios, retos técnicos y esperanza en la exportación
La lluvia sigue siendo la mayor incertidumbre, pero contar con infraestructuras y planificación permitirá que el campo lo afronte con algo más de seguridad
Córdoba - Publicado el
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El campo cordobés vuelve a girar la página de su calendario particular. Mientras en la mayoría de sectores el año se mide de enero a diciembre, para los agricultores y ganaderos el tiempo se reinicia siempre el 30 de septiembre, festividad de San Miguel. Es la fecha en la que se cierra un ciclo y se abre otro, con el mismo ritual de incertidumbre, esperanza y compromiso con la tierra.
Así lo recuerda Fernand Adel, presidente de Asaja Córdoba, que define este momento como “el arranque real de la campaña agrícola”. Según explica, el año que se despide lo hace con una cosecha de cereal y girasol más floja de lo esperado: “En principio se preveía muy buena, pero el calor del verano y el exceso de lluvias que impidieron aplicar tratamientos hicieron que los rendimientos fueran menores. Y a eso se suma que los precios actuales del cereal son inadmisibles: el agricultor está perdiendo mucho dinero y en la campiña de Córdoba, donde es cultivo estrella, hay que dar una solución urgente”.
La mirada al futuro inmediato pasa por la aceituna. Tras un año lluvioso que recuperó el olivar, el verano excesivamente caluroso ha vuelto a castigar al árbol. “Hay olivares que han pasado mucha sed, las aceitunas se han arrugado y aunque las últimas lluvias han llegado a tiempo para dar un poco de volumen, la producción será inferior a la esperada”, señala Adel. Sin embargo, los precios del aceite presentan un horizonte más halagüeño: “El aceite está más alto que el año pasado, y con el récord de exportaciones de este verano y un stock de enlace muy bajo, todo apunta a que seguirá subiendo”.
En paralelo, el mundo ganadero entra en su mejor etapa con la montanera, pese a que la bellota también ha sufrido por la falta de agua. El presidente de Asaja insiste en una reivindicación que se repite campaña tras campaña: la necesidad de aumentar la capacidad de embalses y el almacenamiento de agua, tanto público como privado. “Sin agua no hay agricultura posible”, subraya.
Si el agricultor pone voz al pulso de la tierra, el técnico agrónomo es quien aporta la mirada de la innovación. Juanjo Herrera, ingeniero en la finca La Reina, recuerda que este inicio de campaña exige una buena planificación, siempre con un optimismo razonable. “Lo primero es tener claros los objetivos y organizar la producción. En nuestro caso ya estamos preparando las primeras siembras de espinacas y trigo, y retomando compromisos con empresas. La clave es planificar con la vista puesta en la continuidad de la campaña”.
Herrera subraya la importancia de la tecnología en este arranque, desde el seguimiento del riego con sondas hasta la gestión precisa de costes. “La fertilización es un punto crítico. Con los precios tan altos de los fertilizantes, la analítica de suelos se convierte en una herramienta fundamental: cuesta poco y evita gastar de más en nutrientes innecesarios. Reducir a ciegas puede ser un error; se trata de ajustar sin comprometer la producción”.
Ese equilibrio entre costes, producción y mercado lo completa la visión de las cooperativas. Rafael Sánchez de Puerta, presidente de Cooperativas Agroalimentarias, resume el gran desafío: “Los agricultores se enfrentan a costes crecientes y a la dependencia absoluta de la climatología. Hoy, un precio del aceite de tres euros apenas garantiza rentabilidad, cuando hace unos años se consideraba excelente. Todo ha cambiado tras la pandemia”.
Sánchez de Puerta destaca el papel de las cooperativas como soporte imprescindible: “Atendemos sus necesidades, garantizamos la comercialización, aseguramos el cobro y buscamos valor añadido con la industrialización. Sin cooperativas, hoy muchos productores no podrían sostenerse”. A su juicio, la diferencia entre regadío y secano marca cada vez más el futuro del campo cordobés. “En regadío hay alternativas y negocio; en secano, cultivos como cereales o girasol se están abandonando porque no son rentables. El olivar sigue siendo la salida, pero también aquí el secano se complica”.
En este inicio de campaña, las tres voces coinciden en un punto esencial: el agua. La lluvia sigue siendo la mayor incertidumbre, pero contar con infraestructuras y planificación permitirá que el campo cordobés afronte con algo más de seguridad un nuevo año agrícola que, como siempre, arranca entre la ilusión y el riesgo.