Aliviar, consolar y acompañar: la unidad de paliativos del Reina Sofía celebra una década ayudando a morir en paz

El servicio, pionero en Andalucía en el tratamiento del dolor, prioriza la atención domiciliaria para que los pacientes pasen sus últimos días en su entorno

Toni Cruz González

Córdoba - Publicado el - Actualizado

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La unidad de cuidados paliativos del Hospital Reina Sofía de Córdoba ha atendido a más de 12.000 pacientes en sus diez años de existencia. Su labor se rige por un principio filosófico fundamental: si no puedes curar, alivia, y si no puedes aliviar, consuela. Un enfoque que combina el rigor científico con un profundo acompañamiento humano en el tramo final de la vida.

Una atención personalizada y humana

El jefe del servicio, Antonio Llergo, explica que el éxito para su equipo es "que las personas puedan fallecer en paz como entienden que deben de fallecer". Para ello, el respeto a las creencias, valores y deseos de cada paciente es la base de su trabajo, creando un plan de actuación único para cada persona. El objetivo no es solo cubrir los síntomas físicos, sino también satisfacer esas expectativas para que se puedan ir en paz.

Recibimos más de los pacientes de lo que damos"

Antonio Llergo

Jefe de Servicio de Cuidados Paliativos de Reina Sofía

El domicilio como lugar natural

Aunque el hospital cuenta con un ala de hospitalización para los casos más complejos, la vocación de la unidad es atender a los pacientes en sus casas. El año pasado realizaron más de 5.000 visitas domiciliarias. "El domicilio es el lugar natural donde debe de ocurrir esto, donde la persona tiene su afecto, está rodeada de sus seres queridos", subraya Llergo. Estar en su propio entorno es clave para que el proceso se desarrolle con la máxima dignidad.

El domicilio es el lugar natural donde debe llegar el final del camino"

Antonio Llergo

Jefe de Servicio de Cuidados Paliativos de Reina Sofía

Esta dedicación ha llevado al servicio a ser reconocido como el primer centro mentor contra el dolor de Andalucía. Un distintivo otorgado por la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía tras una auditoría externa que certifica la excelencia de sus procesos en el tratamiento integral del dolor.

Un aprendizaje de vida

Para Llergo, esta década de trabajo ha supuesto un profundo aprendizaje personal. "Quiero pensar que esto me ha hecho mejor persona", confiesa, asegurando que le ha enseñado a poner las cosas en perspectiva. Considera que el equipo recibe más de lo que da: "creo que recibimos más de los pacientes de lo que damos, porque el acercarse a personas que están sufriendo y poder aliviarles en este trance tan complejo, yo creo que es algo muy satisfactorio".

A pesar de su importancia, Llergo señala una limitación: este servicio, por ahora, solo se atiende en la sanidad pública, dejando sin cobertura a mutualistas como los de MUFACE. El reto es seguir extendiendo una especialidad que, como recordaba la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, parte de que "el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional" y lucha cada día por un final digno.