El abrazo de orgullo de Cáritas a las mujeres del Sector Sur
La artista Carmen Santiago enseña en San Martín de Porres a reutilizar productos que iban a ser desechados para darles confianza en sus posibilidades y esperanzas de una vida más plena
Córdoba - Publicado el
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A San Martín de Porres se le conoce también como Fray Escoba por su afán por limpiar desde la humildad el convento de dominicos donde residía. Un cuadro suyo preside la sala donde se reúnen en la iglesia que lleva su nombre en la calle Motril cada martes un grupo de mujeres para explotar su talento.
Cáritas fomenta y auspicia este taller en el que modelando figuras también tratan de remodelar personas. Laura Cabello, trabajadora social y coordinadora del programa de acompañamiento a las Cáritas parroquiales, nos cuenta que Cáritas intenta primero acoger y atender a todas las personas que acuden a ellos de ese barrio sin tanta suerte como otros de la ciudad y después les ofrecen oportunidades, cobijo y autonomía. Cabello nos explica las situaciones que más abundan: "personas en riesgo de vulnerabilidad, familias monomarentales de origen nacional y extranjero, altas tasas de desempleo con pocos estudios y, claro, escasos ingresos económicos".
La trabajadora social es una voz autorizada para explicar qué es lo que más necesita ese barrio que tan bien conoce. De paso, nos lanza un ruego a todos: "Que no se le llame al barrio "Los Vikingos", porque al final ese término tan peyorativo va generando más estigma".
el primer paso, desterrar el término "los vikingos" para el barrio
La profesora responsable de impartir clases es la artista plástica Carmen Santiago. Este martes va a enseñar a diez o doce mujeres a reutilizar objetos para darles una segunda vida. En parte, también les va a enseñar a ellas mismas a tener una segunda vida. Ella vive en el Sector Sur y conoce bien el barrio, pero desde hace poco tiempo porque antes su casa era el mundo y ahora, por su enfermedad, el mundo es su casa. Aquí nos explica el proyecto: "crear algo nuevo de algo que iban a tirar es una satisfacción muy grande porque luego llegan a casa y le demuestran a su marido que son capaces de todo".
A ella, el cáncer que padece le cambió su cosmovisión y el proyecto en el que se embarcó le dio sentido a su día a día: "cuando tuve que parar quise sentirme útil y con este taller me he vuelto a sentir útil y le he encontrado sentido a mi vida".
"con este taller me he vuelto a sentir útil", explica la monitora
Carmen vive en un barrio estigmatizado y a ella le duele, sobre todo ahora que está sintiéndose algo desamparada por el estado. De lo que da fe la artista es que vivir en ciertos sitios no es un buen aval para encontrar empleo: "Muchas veces tenía que borrarlo de mi currículum y no entiendo por qué. Sí, vivo aquí. Y soy feliz".
Conchi es una orgullosa cordobesa aunque su acento pueda llevar a engaño. Estuvo 35 años en Madrid y, por circunstancias de la vida, tuvo que volverse a su ciudad "con una mano delante y otra detrás" y encontró en Laura y en Cáritas un asidero. Se siente orgullosa, sobre todo, de un reloj que ha hecho a partir de una maceta. Su día a día en la calle Torremolinos le está costando: "es monotonía pura mi vida. Me cuesta vivir aquí porque la educación... brilla (por su ausencia), pero aquí hay gente buena y mala. Como en todos sitios".
¿Qué le aporta a Conchi ese rato en el taller? ¿Cómo ve su futuro? Y, ¿Cómo ve que pueda mejorar el lugar en el que vive?: "cuando vengo aquí no pienso nada más que en el propio taller. Es la libertad absoluta. No creo que haya mucho futuro de salir de aquí. Para cambiar el barrio lo primero es modificar la educación que se da desde pequeños".
conchi, residente en la calle torremolinos: "la educación que se da desde pequeños tiene que cambiar"
Evelyn es venezolana. Se fue de su país por motivos políticos y llegó a Cáritas buscando algún curso. Jamás había agarrado un pincel, pero dejó sus miedos y sus dudas iniciales tras la buena acogida que le dieron. Ahora está enamorada de sus cuadros. Ya lleva dos años y ese rato es imprescindible para ella. Esperaba a España un poco así, pero no comprende que Córdoba le dé a espalda a esta parte de la ciudad: "Siempre me hablaron de que España era un país complejo. No entiendo que cuando digo que soy del Sector Sur no me llamen ni que me pregunten cómo llego aquí... pues en bus o andando, les digo".
En Venezuela Evelyn vivía de un modo muy diferente. No se esperaba nunca la destreza que está demostrando con un pincel. Le preguntamos de qué le gustaría ganarse la vida en España: "soy administradora de empresas, pero me gustan las ventas".
El Padre Miguel David Pozo es parróco tanto de Santa Luisa de Marillac en el Barrio del Guadalquivir como de San Martín de Porres. Le pedimos que defina con una palabra el lugar en el que evangeliza y usa una palabra que vende menos que la que habitualmente se emplea para hablar de las calles Torremolinos o Motril: "Vivo. Es un barrio vivo. Tiene partes oscuras, pero sigue vivo. Venden mucho más las noticias del muro que separa este barrio de los demás... Se habla mucho de lo que el barrio es, pero no de lo que puede llegar a ser".
Para el Padre Miguel David no hay un minuto de descanso porque existe mucha tarea siempre que hacer. No son pocos los proyectos en mente o ya desarrollados: "se trata de dar esperanza a través de ideas como el de la Puerta Verde, que es un proyecto con niños en desventaja o con la maleta de Luisa, que es para niños en situación de calle lo que tratamos es de dignificar vidas".
"el que tiene pasa del que no tiene porque tiene"
No le resulta sencillo decir la estampa más dura de las que ha podido ver desde que llegara a la barriada: "cuando los niños llegan a la parroquia y me dicen que sus madres le han dicho que me pidan lo que nos sobre de comida... o cuando llegan sin desayunar a los programas que hacemos o cuando veo hombres y mujeres que duermen en la puerta de casa... o gente que llega después de varias semanas sin dormir bajo techo. Eso me rompe el alma".
El Padre Miguel David nos sacude un poco al hablar de la imagen que Córdoba tiene de este barrio y nos remata cuando expone sus peticiones: "mucha parte de Córdoba desconoce esta parte de Córdoba, pero la vamos visibilizando. Este sitio no es peor que otros, pero aquí se tienen menos oportunidades. En general la gente pasa del que no tiene porque tiene. A veces hay que recordarle a esa gente que lo único que tiene es más suerte. Lo más urgente es abrazar a la gente que no tiene quien le abrace. Abrazar para mí es dar una cama a quien no la tiene o una oportunidad de una nueva vida para una madre y sus hijos".
Mientras nos despedimos otras dos mujeres entran al cobijo de la sala con el cuadro de San Martín de Porres. Al salir de la Iglesia vemos a una patrulla de la policía nacional llevando a cabo lo que parece una redada en un bloque colindante. Realidad contra una esperanza que se conjura para ayudar a que un barrio y la visión que se tiene de él cambie.