Apenas quedan días para que los patios del Casco Histórico de Córdoba se abran al público. Ani, Rafael y Santiago barren, riegan, lo tienen todo algo patas arriba en las semanas previas al concurso, que arranca cada año en la primera quincena de mayo. Ultiman con esmero las plantas que van a exhibir a los turistas que abarrotarán Córdoba para ser testigos de una tradición centenaria, única en el mundo, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en el año 2012.

Ahora es el momento de preparar, podar, acicalar, ponerlo todo a punto. Para los cuidadores de patios, es el momento de vivir con más intensidad e ilusión la intimidad de sus hogares. Y en esa soledad, han dejado a COPE un pequeño hueco para conocer qué hay dentro de estos patios cuando no están a la vista de nadie.

Nos abren la puerta en un día soleado, agradable, que se ha abierto paso después de una semana de lluvias en Córdoba que las flores han agradecido en medio de un profundo periodo de sequía. El cambio climático ha hecho mella en las fiestas, incluso hay quien ha planteado adelantar las fechas, porque las plantas, como los humanos, sufren el calor prematuro.

Tres historias: el cuidado de Los Patios en la intimidad

Ani vive en la casa de la calle Tinte número 9, cercana al río Guadalquivir. Tiene 87 años. Lleva abriendo su patio al público desde el año 1985. Ha sido parte esencial de su vida, aunque su otra profesión ha sido también la joyería. Vivía de pequeña en una casa de vecinos cercana a la Mezquita Catedral, rodeada de niños como ella. Su abuela era la casera, la persona que se encargaba de las actividades del hogar: limpiar, cocinar, blanquear paredes. Lo suyo con la flora ha sido un talento innato, una relación heredada.

La otra cara de la tradición es la de los jóvenes. La preocupación hoy es la de la supervivencia de Los Patios. Si habrá o no relevo generacional en un momento especialmente complicado para los jóvenes cuando quieren independizarse. Lo explica Santiago Cabello, de 28 años, que vive en la casa patio de su abuela, fallecida en 2022, en la calle Zarco Número 13. Y con un modelo de vida que es hoy distinto, en un mundo que corre, que ha perdido la calma de antaño.

Hoy, una pareja joven que decida tener hijos, tendría dificultades, por ejemplo, para pagarle los estudios. La subvención que conceden el Ayuntamiento por participar en el Concurso inhabilita a esa pareja a recibir cualquier otra ayuda estatal, según reza la Ley de Subvenciones del Estado. Eso fue lo que le ocurrió a Santi cuando entró en la Universidad.

Según un estudio interno de la Asociación Claveles y Gitanillas, que reúnele a los cuidadores de patios en Córdoba, mantener un patio tiene un coste anual de unos 6.000 euros. La subvención máxima que concede el Ayuntamiento no pasa de los 3.500 euros. La tradición, a pesar de todo, sobrevive por amor. Es un lugar donde la línea familiar se difumina de generación en generación. Con una originalidad que diferencia a Córdoba del resto del mundo, que brinda esa intimidad a sus cuidadores cuando miman sus patios durante todo el año.

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Más de cien años de historia

El récord de visitantes lo marcó el año 2019, previo a la pandemia, con más de un millón de personas de todo el mundo que recalaron en Córdoba. No siempre fue así, en el año 1921, cuando solo participaron tres patios en el primer concurso, la fiesta era una cosa local, de cordobeses. En 1933, los Patios se independizan de Las Cruces de Mayo. Con el golpe de Estado y el estallido de la Guerra Civil, se detuvo el certamen en 1937. Volvió dos años después. Hasta hoy.