Santiago Rey Fernández-Latorre: la calle más periodística de Cuatro Caminos - Pateando A Coruña

Santiago Rey Fernández-Latorre: la calle más periodística de Cuatro Caminos

Calle Santiago Rey Fernandez-Latorre. Comienza en Concepción Arenal y termina en Ramón y Cajal. 12 números. 200 metros. 15006. 

La calle que nunca cambió de apellido

Santiago Rey tuvo los apellidos antes que el nombre. Porque esta vía existe desde hace bien poco. El 4 de abril de 2007, La Voz de Galicia cumplía 125 años. Fue entonces cuando se cambió la placa de este último tramo de Fernández Latorre para ponerle el nombre del actual editor del periódico, al que todos los grupos de María Pita habían reconocido su labor en beneficio de la ciudad.

El alargamiento del nombre en la placa supuso que el nieto le quitase al abuelo un trozo de su calle. Porque es a Juan Fernández Latorre, –militar, político y fundador de La Voz- a quien se dedica la vía. Comienza en Alfonso Molina y, ahora, termina un poquito antes. Hace casi 13 años de este cambio, y pocos le llaman han dejado de llamarle a este tramo, simplemente, Fernández Latorre. De hecho, el cambio fue más simbólico que real. La vía de la que hoy hablamos mantiene la numeración antigua y comienza en el portal 43. Incluso se da la paradoja de que en su inicio hay una acera que es de Santiago y la de enfrente, todavía, de Juan.

Parte de la historia arquitectónica

Al tiempo que se inauguraba un nuevo nombre para esta calle, se colocó un monolito en conmemoración del aniversario, que pasa bastante desapercibido en medio de una isleta ajardinada. Lo que destaca aquí es lo que tiene detrás: un edificio redondeado y a rayas que abre una manzana de excelencia arquitectónica. Muchos le llaman todavía “el edificio de Lopsy” a este inmueble reformado y pintado como un código de barras gigante.

Es uno de los seis que diseñaron para esta calle en los años 20 Eduardo Rodríguez Losada y Pedro Mariño. Este arquitecto llegó a tener en uno de ellos su residencia. De estilo ecléctico, están llenos de ornamentación que no aburre a nadie.

Balcones forjados, soportales en una tercera planta, o bandas ajedrezadas. Lo más curioso es que estas son las partes traseras de las casas, que tienen su acceso original por Marqués de Amboage. Algunas ganaron altura con polémicas “chepas” modernas para igualarlos con la fachada que da a la calle que hoy nos ocupa.

Doble fila para una calle comercial 

Pese a contar con zona azul de teórica rotación y un enorme garaje privado, la mayoría de conductores que vienen a Santiago Rey Fernández-Latorre aparca en doble fila. Y es que aquí está una de las pocas farmacias 24 horas de la ciudad. De ahí esa acumulación perenne de vehículos en uno de los lados de la calzada. Más tolerada que en otros sitios, quizás, por la urgencia de los pacientes.

Esta, además, es una calle con vista. Tiene una clínica oftalmológica y varias ópticas. En sus bajos vemos entidades bancarias o tiendas en las que se puede decorar la casa o comprar un puzzle de mil piezas.

Los taxistas de Inditex opinan de la rotonda

En la acera, muchas veces, se escuchan idiomas diferentes. Algunos van con mochila y son peregrinos que hacen el Camino Inglés, que pasa por aquí.

Pero la mayoría salen del Hotel Plaza, un moderno establecimiento que destaca por su iluminación nocturna. Sus clientes dan la vida a los taxistas que eligen la parada que está frente al hotel como su punto de partida. La fila de coches no se mueve tanto como en otros lugares, pero los conductores hacen buenas carreras, como al aeropuerto… o al polígono de Sabón. Pero no van a las oficinas del diario al que se dedica la calle, sino al lado: a la sede de Inditex. 

La calle Santiago Rey Fernández-Latorre termina en curva desde hace unos meses. Porque es una de las que dan a la rotonda que reparte el tráfico de Ramón y Cajal , Salgado Torres y Pérez-Ardá, un círculo todavía provisional. Podría ser la glorieta del Escorial, por lo que tarda en completarse esta obra que iba a estar ya lista el año pasado.

Los adioses de Cuatro Caminos

En Santiago Rey Fernández-Latorre también hay ausencias. Todavía está el rótulo del Restaurante Manolito, pero seguro que desaparece pronto. El que fue templo del lacón con grelos ha cerrado por jubilación, casi por sorpresa.

Si levantamos la vista, vemos muchos anuncios de despachos, y uno queda como un recordatorio nostálgico. El del Detective Napoleón. El investigador privado, fallecido en 2016, tenía en este punto de la ciudad su cuartel general. Dedicó cuarenta años de su vida a intentar resolver misterios o comprobar infidelidades a base de astucia, pequeños engaños y grabaciones de todo tipo. Cuántas historias podría contar de esta pequeña calle a la que nadie llama por su nombre.

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