Gracias Pau - Con Basket si hay paraíso

Gracias Pau

Todo principio tiene un final, sucede que cuando hemos unido parte de nuestras vidas a la trayectoria de un deportista o un equipo, algo se retuerce dentro de nosotros cuando ese equipo pasa malos momentos o cuando ese deportista lo pasa mal o tiene que decir adiós.

No es él, somos nosotros que morimos un poco al ver cerrar el capítulo de una vida dedicada al deporte. En realidad la persona va a seguir y empieza una nueva vida, es un joven jubilado para el deporte pero es en ese momento cuando muchos deportistas aprenden a conocerse y conocer, pero algo se desvanece en nosotros porque nos sitúa en la fragilidad de la vida, en la impermanencia de todo.

Pau Gasol no ese deportista que no haya pensado ni planeado lo que hará, es todo lo contrario. Un tipo que siendo jugador de élite lleva años cultivándose en sus diferentes inquietudes. Casi acabaríamos antes relatando aquello en lo que aún no ha estado que recordando sus diferentes actividades, colaboraciones, artículos, aportaciones, implicaciones. Si un deportista aprende a conocerse como persona y conocer su entorno, cuando cuelga las zapatillas tiene mucho más terreno recorrido, lo cual no significa que no sea doloroso dejar aquello que lo ha significado todo para ti, todo lo que hacías tenía sentido para estar bien en esos minutos en la cancha. Incluso los casi dos años que se tiró pensando si algún día volvería a ese parqué y a sentirse baloncestista, todo estaba enfocado en la puesta a punto de su cuerpo y su alma. Por en medio se cruzaron reveses que golpean en cualquier momento y situación, sin importar aquello que hagas y cuánto te lo recompensen. Las vidas son frágiles, bien lo sabe Pau, como ha recordado en su elegante y detallista despedida como jugador de baloncesto.

Ha escogido el Liceo de Barcelona como representación de su última función, la que debía cerrar con elegancia una carrera muy grande y de alcance mundial de quien va a ser, ya es, leyenda del baloncesto español y de Los Ángeles Lakers (escribo Los Ángeles a propósito con tilde castellana aunque el nombre de la ciudad californiana sea en inglés, y lo hago en honor a su origen español y a la gran influencia hispana de la otrora misión franciscana, ciudad en la que otro español ha puesto su contribución deportiva para ensalzar el equipo más laureado junto a los Celtics, los Lakers).

Ha recuperado Pau Gasol el Liceu para la grandeza mancillada por cierta miseria moral en los últimos años. Un escenario elegante está hecho para actos elegantes, para elevar las artes al deleite y para ensalzar la palabra, como ha hecho hoy un conmovido Pau Gasol. Nunca es fácil decir adiós a lo que has hecho, a aquello para lo que todo tenía sentido.

A Pau se le ha desbordado el corazón al mencionar a su familia, sus padres, sus hermanos, su querido Marc, su esposa, su hija, su compañero Juan Carlos Navarro. Y se le ha congelado el alma al recordar a Kobe Bryant, cuánto le hubiera gustado tenerle allí. Qué se puede decir, le quería allí a él y a su hija, le había adoptado como hermano mayor, aquél que le ayudó a ser mejor competidor, a endurecer su mentalidad en la pista, a ir a por aquello que quisiera. Entre inspiraciones, gesto nervioso, lágrimas agolpadas que no quería que se le escaparan, Pau ha recordado a su hermano Kobe Bryant.

Tiene mucho por delante, tiene tantas cosas por hacer que uno tiene la impresión de que Gasol no sabe muy bien por dónde empezar. o a qué prestar más atención. Quienes pensamos que el cuerpo le daba para otro año de baloncesto no ignorábamos que a cierta edad, cuando llegas a casa y tienes una familia, cuando ya recuperar cuesta tanto, cuando vas a estar tantos días sin tu familia, ha dejado de merecer tanto la pena. Es en ese momento cuando el deportista, cuando Pau Gasol, que ha recuperado la salud tras una durísima convalecencia y recuperación, sabe que puede decirle adiós al baloncesto y no que sea el el baloncesto el que se lo diga a él.

Pau tuvo un modelo decisivo en su salto evolutivo en la NBA, obviamente Kobe Bryant, no es casualidad que el de Sant Boi haya puesto esa fotografía llena de camisetas suyas, una imagen algo difuminada con el lema «Querido baloncesto» que protagonizó su amigo en el documental que ilustraba la retirada de Bryant y que se llevó un Oscar. Hasta en el adiós le han inspirado su amigo.

Pero Pau es él mismo, capaz de recordar detalles de sus inicios, de contar cómo ha sido su proceso desde los primeros días, de cómo se iba sintiendo él por dentro a medida que veía que aquel juego de la canasta no se le daba mal. Sus primeros entrenadores, sus duelos con Marc en casa de los abuelos, se agolpan tantas cosas. Su agradecimiento a tanta gente, su cariñosa mirada a sus padres a quienes ha querido homenajear porque sacrificaron la que era su vida por volcarse con su hijo y mudarse a Memphis. Qué aprendió de cada entrenador, qué aprendió a Aíto, tantos recuerdos.

Eso mismo es lo que guarda cada aficionado al baloncesto de quien en verdad en su momento fue considerado un extraterrestre. Había ido a la NBA Fernando Martín, algo que parecía imposible, pero su presencia fue testimonial. Pau Gasol en cambio tendría un papel protagonista, un impacto en la liga en la que va a entrar en el Salón de la Fama y cuyo dorsal 16 colgará del techo del Staples Center. Pau era extraterrestre porque no conocíamos hombres tan altos en España con esa coordinación, con ese talento ofensivo, capacidad para pensar, para moverse, para tirar. Era algo desconocido.

Han sido tantos partidos, han sido tantos momentos, ha abierto tanto camino, su adiós a las pistas deja tanto vacío. Con Pau trasnocharon miles de españoles, con Pau tocaron el cielo miles de españoles seguidores de la NBA y del baloncesto, ver a un español protagonista en la conquista de no un anillo sino dos, forma parte de las vidas de muchas personas. Quienes estuvimos cerca del momento en el que uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos cogía el trofeo Larry O’brien sentimos hoy ese pellizco, vemos ese brillo aún en su mirada, le vemos abrazar el trofeo, le preguntamos qué sientes, de quién te acuerdas. Incluso en ese momento Pau era capaz de ordenar sus pensamientos en aquel pequeño vestuario del pabellón de Orlando donde alcanzaba su primer anillo. El día en el que el baloncesto español tocó la cima en la NBA.

Ha liderado una generación de jugadores españoles que ha protagonizado la mejor etapa de nuestro baloncesto, según van dejándolo nos asomamos a ese abismo en el que tratamos de ver la continuidad, deseamos el futuro, sigue habiendo grandes jugadores pero es muy difícil hacer coincidir en el tiempo tanto talento como el de esta generación.

Pau ha honrado el juego, por su forma talento natural, su deseo de ser mejor, su forma de respetar al rival y conocer el entorno de este mundillo. Ha recordado que de joven le dijeron que lo difícil era mantenerse, él le dio vueltas a este principio y decidió que quería no sólo mantenerse sino ser mejor cada día. Así lo hizo, así nos hizo un poco mejores a todos, qué es sino la excelencia que algo que hace mejores también a los demás. Gracias Pau.

 

 

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