La nueva generación argentina de la NBA - Con Basket si hay paraíso

La nueva generación argentina de la NBA

Hacer que cada balón cuente, convertir cada partido en un desafío, no entender de minutos de la basura, estar enfadado si está perdiendo el partido o si se ha perdido. Y por supuesto inteligencia en la pista y calidad. Nadie juega en las mejores ligas y consigue grandes cosas si no atesora los fundamentos de estos jugadores.
Son los tres nuevos argentinos recién llegados a la NBA, la nueva generación que ha puesto patas arriba los medios de su país. En Argentina veían con una nostalgia irremediable la ausencia de Manu Ginóbili entre otros de la mejor liga. Tantos años disfrutando de uno de los mejores jugadores de la NBA, de un tipo que consiguió cuatro anillos de campeón, cinco finales y que formó parte de uno de los tríos indiscutibles de la historia de la NBA junto a Parker y Duncan.
Ginóbili pero también Oberto, Nocioni, Scola, Prigioni. Jugadores que dieron mucho.
Lo hispano es pujante en Estados Unidos, lo dice cualquiera que viva allí, es notable no sólo en lo demográfico, es la comunidad que más crece, también en ámbitos como el empresarial, político o el mismo deporte. El español es la segunda lengua más hablada en Estados Unidos en casi todos los Estados. Esta influencia hispana cobra aún mayor vigor con la llegada de Campazzo, Deck y Vildoza unida a los nuestros, los Marc, Ricky, los Hernangómez o el hispano congoleño Ibaka. Tras los nuevos NBAs argentinos puede llegar Bolmaro, quien en esta Euroliga lleva camino de hacer salivar aún más a la NBA y la franquicia que tiene su derechos, Minnesota, en plena reconstrucción.
Primero fue el Facu Campazzo quien en Otoño dio el salto a Denver Nuggets, una ausencia de la que se ha resentido toda la temporada el Real Madrid. Recientemente Gabriel Deck dejaba también el Real Madrid para irse a Oklahoma y ahora es Luca Vildoza quien deja Baskonia también a falta de varias semanas para acabar, y con la ACB por decidirse, para enrolarse en los Knicks.
El roto a los equipos españoles es considerable, son las leyes de mercado, pero no hay grandes reproches, es como si hubiera un pacto no escrito según el cual un jugador llamado para progresar es muy difícil de detener porque el entorno con más o menos disgusto ha protestado poco. Es como si todo estuviera disculpado por irse a la NBA, que sigue manteniendo su magia hipnótica en nuestros jóvenes.
Es difícil detener la progresión natural en lo económico, pero además del dinero está la motivación de estos jugadores. Su progresión está en su adn, hay una información almacenada que les hace querer ser mejores y seguir progresando, ser inconformistas y sobre todo probarse con los mejores.
 No se trata tan solo de la satisfacción económica y de resolver su vida, que también. Campazzo ya tenía un contrato importante en el Real Madrid, su marcha a Denver tiene que ver más con ser mejor jugador y aspirar a grandes cosas, tener impacto en la mejor liga del mudo y no dejarse nada en el camino, no dejar ninguna pregunta por responder, saber qué es capaz de hacer. Después vendrá la recompensa, pero a sus 29 años el Facu no podía ni quería quedarse la duda. No quería ser ese jugador retirado que se pregunta si él tenía nivel para jugar con los mejores.
En ocasiones un jugador es feliz en un lugar y no se cansa de ganar en ese lugar, no necesita cambiar. Quizá sea el caso de Sergi Llull, que dejó pasar varias veces el tren de la NBA. Seguramente si se le pregunta a Sergi si es feliz no habiéndose marchado, posiblemente conteste sin dudar que sí. Para qué marcharse para ser uno más, tener que ganarse el sitio, tener que empezar, si es una estrella del Real Madrid y cada temporada aspira a seguir engrosando el palmarés de títulos. Las motivaciones son distintas y cada jugador decide en cada momento en función de diferentes variables.
En otro momento crucial de la temporada Gabriel Deck recibía la oferta de los Thunder, un equipo sin aspiraciones a corto plazo en plena reconstrucción pero con un gran contrato por necesidades de mínimos salariales en la NBA. Deck ha salido ganando con una de esas oportunidades que a veces no se presentan jamás en una vida. Finalmente Luca Vildoza también deja la faena por acabar con Baskonia. Pero de nuevo un contrato muy ventajoso y jugar en la mejor liga, en un franquicia del impacto de los New York Knicks en el mejor momento de su historia reciente. Vildoza va a competir con jugadores como Derrick Rose, quien por fin ha encontrado continuidad de la mano de su viejo tutor, Thibodeau, Payton o el prometedor Quickley, que también tiene peso entre los exteriores.
¿Pero qué ha hecho que la NBA vaya a por tres jugadores argentinos en tan poco tiempo? ¿Qué han detectado los ojeadores y los despachos de las franquicias NBA en estos jugadores? Hay muchos factores, primero calidad y competitividad a un precio asequible, consiguen jugadores que tienen el gen competitivo muy acentuado y una experiencia en una competición fuerte como la ACB que garantiza una rápida adaptación. Estos jugadores no tienen nada de rookies, podrán funcionar o no pero no son experimentos en una liga abierta a todo el mundo, en la etapa histórica de más jugadores internacionales en la NBA. ¿De dónde surge tanto talento? un jugador español que ha destacado este año en la Liga argentina, el mallorquín Toni Vicens, opina que «en Argentina apuestan por el producto nacional, tampoco hay tanto poder económico para firmar estrellas extranjeras. Apuestan por nacionales, yo tenía a Agustín Pérez Tapia de compañero que ha hecho una temporada impresionante y venía de jugar en segunda. En la ACB el puesto del nacional está muy caro. Imaginemos sin en la ACB no hubiera algún límite a extranjeros lo que harían; la liga argentina no envidia en nada a la ACB en cuanto al nivel de sus jugadores nacionales».
A la NBA llegan jugadores baqueteados en grandes partidos, en disputar títulos, en agarrar el balón con fuerza ante un rival encima, en un baloncesto más defensivo y de pocos espacios como es el europeo, en pegarse con el contrario. El gen competitivo de los argentinos ha sido detectado por la NBA, poco importa que no sean jugadores de físico espectacular como los afroamericanos, tampoco especialistas blancos tiradores.  Pero son lo suficientemente atléticos como para absorver los golpes y el impacto contra rivales fuertes en la NBA, con el carácter forjado en el hambre competitiva. Cada uno a su ritmo, Campazzo a mil por hora, es extenuante ver su hiperactividad con los Nuggets, lo mismo roba cinco balones que corre el contraataque, que se marca un pase sin mirar, que conecta con Jokic, que se queda abierto para lanzar un triple, que se pega a una estrella rival, no importa cuántas cabezas le saque, se llame Paul George o como se llame. Es el Facu, ya sabemos cómo se las gasta.
A otra velocidad, el tortuga Deck ha tenido minutos nada más llegar y sin conocer a sus compañeros se ha puesto a jugar como lo hacía en Madrid, a su ritmo, agarrando el balón con fuerza, sabiendo rebotear, pivotando, fintando, pasando, anotando. Y ahora llegará Vildoza, pura energía también, igualmente preparado para el contacto, con la madurez de haber dado canastas ganadoras y ser también MVP en una final en España, preparado para jugar con ritmo. Está por definir su papel en la gran manzana y qué le deparará el entrenador con voz de ogro, Tom Thibodeau, pero Vildoza está dispuesto a asir fuertemente cualquier oportunidad.
En un tiempo con extenuante calendario NBA, de sobrecarga de partidos y de viajes, que parece conceder permiso para relajarse en algunos duelos, que no están mal vistos los minutos intrascendentes que roban espectáculo, jugadores con hambre son necesarios. En una competición con muchos equipos que pronto dejan de jugar por un objetivo, tener jugadores para los que cada balón cuente es algo que quizá los mánagers y entrenadores de la NBA no encuentren tan fácilmente.
De qué se ríen decía un analista hispanoamericano no hace mucho cuando veía sonrisas de relajación en un equipo que estaba perdiendo. A la NBA le hace daño tanto partido hueco y tantos minutos intrascendentes, quizá en ello encontramos el motivo del play-in, tan criticado por Lebron. Hacer que hasta el décimo de conferencia tenga opciones revoluciona un poco la competición, como se hizo en España con la promoción de Segunda División de fútbol, para que no hubiera tanto partido basura.
Se puede discutir si es justo o injusto este play-in en el que el séptimo y el octavo no tienen puesto de playoff y se juegan a dos partidos la temporada. Para el noveno y el décimo es la gran oportunidad, para el séptimo y el octavo puede ser la muerte. Pero lo que era indudable es que la NBA no puede ahogarse en su propia riqueza, abundancia de equipos y por lo tanto de partidos, pero también de minutos basura. Hasta la llegada de los playoffs hay demasiado tedio, y eso que este año la temporada está más concentrada por el calendario pandémico.
El exinternacional español Juan Domingo de la Cruz, argentino de nacimiento, bien conoce lo que pueden dar sus paisanos. Sobre esta nueva explosión argentina en la NBA cree que «ellos van avalados por esa generación que aportó mucho, como Manu, Oberto, Nocioni, Scola, eso les ha hecho fijarse más y hacer seguimiento de los que están por Europa, ven que su rendimiento es excelente. Ven que tienen de garra, carácter, con muchas posibilidades y sapiencia en el baloncesto. Es un punto para que se fijen en ellos, hoy más que nunca la NBA está muy abierta a todo jugador que no sea nativo de Estados Unidos. Desearles suerte, tienen condiciones para aportar cosas en sus equipos».
Se adaptan rápido porque sus cerebros están programados para mejorar, tienen hambre competitiva, y en la NBA encuentran más espacios, también el ritmo es más frenético, más ida y vuelta, pero parecen disfrutar de ello. Y nosotros de verles.

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