Lebron defenderá el legado de Kobe ante Miami - Con Basket si hay paraíso

Lebron defenderá el legado de Kobe ante Miami

Sentado casi ajeno a lo que sucedía a su alrededor, Lebron James no expresaba la satisfacción de quien siente el deber cumplido, de alcanzar el primer objetivo con el que llegó a Los Angeles, llevar de nuevo a los históricos Lakers a la final y conquistar el anillo, agrandar su carrera.

Al contrario, era un gesto circunspecto, un poco ausente. Mientras algunos de sus compañeros experimentaban una sensación nueva, como Davis, todos ellos un inmenso alivio por llevar a los Lakers a las grandes finales una década después, Lebron no manifestaba alegría; sí alivio, sí responsabilidad, como aquel que está en una misión, como el rescatador de montaña que acaba de localizar al extraviado o herido en un lugar recóndito pero aún tiene que llegar hasta él y rescatarlo. Era ese mismo gesto de misión a medio hacer, de responsabilidad y por qué no decirlo, de peso. «El trabajo aún no está acabado» dijo después.

No había adrenalina o euforia como queda dicho, la adrenalina se había quedado en la pista unos minutos antes cuando los Lakers tenían que sentenciar a un rival al que hay que tumbar y después poner el pie para que no se levante, los Denver Nuggets, que siempre se agarraron a los partidos; no había manera de cortarlos, cuando no era Jokic era Murray, pero en ese quinto partido Murray andaba mermado y sobre todo Lebron estaba sacando lo mejor de sí mismo para decidir que la serie estaba cerrada con un último cuarto portentoso. La final del Oeste estaba liquidada y punto, no habría otro día, parecía decir con sus canastas y su gesto Lebron.
Junto a Anthony Davis han formado la mejor pareja Laker desde hace diez años, desde Kobe Bryant y Pau Gasol, y antes desde Kobe y Shaquille O´Neal. La era Lebron sustituye a la de Kobe, como éste continuó el legado del showtime.
Lebron transmite no sólo su ambición personal sino una misión que no puede estar sobre las espaldas de cualquiera. En un año de muerte, este 2020 que dejó al baloncesto y a los Lakers en cierto modo huérfanos, un año de muerte por pandemia mundial, el deporte es vida y se hace más necesario que nunca. No hablamos de economía por más importante que sea, los contratos millonarios de los jugadores, la importancia de la industria del deporte, que también, hablamos de alegría, de vida. En un año como éste se hace más imprescindible el deporte, la NBA desde su burbuja de Orlando está manteniendo la llama de la vida encendida.
Lebron parece vivirlo entre la conmoción por todo lo que sucede a su alrededor, el dolor por la pandemia, la crisis racial, la violencia, la injusticia, y la vitalidad de su misión, sujetado por la fortaleza del mejor físico que se haya visto en un jugador de 35 años, y el conocimiento del juego de quien no ha parado de mejorar y evolucionar. Lebron ha liderado a unos Lakers asumiendo junto a Davis los puntos diarios, pero sobre todo haciendo que funcione, involucrando al resto de la panda, y realmente en la panda hay de todo. Mezcla estos Lakers un grupo de jugadores curioso y heterogéneo que nadie sabía hasta dónde llegaría, qué respuesta daría.
Para que estos Lakers funcionen han tenido que ocurrir cosas que no eran fáciles de predecir, como recuperar para la causa del baloncesto a Dwight Howard, un jugador que parecía un exjugador, que ha perdido un montón de kilos y ha ganado motivación e ilusión. Howard ha sido más importante en cada partido según ha ido avanzando este playoff y en concreto esta final contra Denver. Ha pasado por todos los estados, desde el histriónico hasta el sereno. Howard ha recuperado el tiempo perdido, intentando redimirse de su penosa experiencia Laker anterior con el malogrado Kobe, quizá también él crea que se lo debe porque no tiene nada que ver con el jugador de hace unos años. Con ese cuerpo más ligero y atlético sí es un pivot útil para un equipo que pelea el anillo en este baloncesto moderno, es capaz de salir de la pintura a defender y hasta de correr un contraataque. Su labor no destaca en números, pero sus momentos y su trabajo han sido clave ante Denver.
Howard es sólo un ejemplo, el veterano Rajon Rondo también parecía perdido para la causa, o por lo menos nadie le veía en un equipo que volviera a disputar el anillo. El exrival temible de los angelinos con Boston, ha aportado en defensa muchísimo y en momentos de atasco con su visión de pase y hasta en el triple. Definitivamente han pasado cosas que no creeríamos.

Los secundarios de los Lakers han acabado por aportar ante lo imprevisibles que son, nunca se sabía quién estaría fino entre ellos; y en ese papel de tercer hombre, el tercer hombre que no tienen los Lakers, ha emergido el sorprendente Caruso, buen defensor e ingenisoso atacante, lo que se dice para un roto y para un descosido. Fundamentalmente los Lakers de Vogel han sido un equipo esforzado, son algo así como los violentos de Kelly, lo mejor de cada casa, teniendo en cuenta que otros dos jugadores perdidos, efectivamente no han aparecido, como JR y Waiters. Por no hablar del primo lejano de Danny Green, no hace mucho uno de los mejores triplistas de la liga, y hoy un jugador capaz de lanzar liberado sin tocar el aro. En el último partido empezó a recuperar el tiro, pero ha sido impactante su defensa. Lo dicho, todo en estos Lakers tiene aroma a reinvención.

En algún lugar estaba escrito. La búsqueda del anillo en el «año Kobe», en un año tan emocional para los Lakers en el que la carga de la responsabilidad por buscar ese anillo se ha doblado, estaba escrito que sería con Lebron James enfrentándose a sus queridos Miami Heat, el equipo en el que alcanzó la gloria, con el que pudo por fin conseguir el anillo junto a Wade, Bosh y Allen.
Es la novena final de Lebron en los últimos diez años, no hay nada igual en la historia del deporte (la décima en total), lo resumió Butler: quien quiera el anillo tiene que ser capaz de superar a Lebron, así lleva siendo toda esta era del baloncesto. Y también es sabido que quien quiera luchar el anillo tiene que poner un Iguodala en su vida. Es asombroso lo de este jugador, sextas finales consecutivas, excepto el año pasado Iguodala siempre ha sido el encargado de intentar frenar a Lebron en los míticos duelos Warriors-Cavaliers, y vuelven a encontrarse.
Curiosamente el jugador de los Heat, llegado esta temporada a Miami, ha tenido un papel completamente residual hasta el día definitivo. Es como si él ya estuviera sólo para el momento de la verdad. Y así llega a la final.
Miami Heat. Qué maravilla han construido Pat Riley y Erik Spoelstra. Un trabajo de autor. Miami ha sido seguramente el equipo más equipo de estos playoffs de Orlando. Un equipo que desde el final de la era Lebron-Wade-Bosh no ha tenido primeras elecciones de Draft y que no ha buscado reconstrucción desde abajo, sino que ha ido construyendo. Algo de aroma a equipo ganador fue cogiendo cuando consiguieron a Jimmy Butler, después a Crowder e Iguodala, pero sobre todo ha sabido rehacerse detectando el talento. Su hombre alto es un 2:06, Bam Adebayo, la sensación de la liga, un jugador elegido por Miami en el décimo cuarto puesto del Draft, ha firmado en el último partido ante Boston los mejores números de un jugador de Miami en postemporada junto a Lebron, Wade, O’Neal, Alonzo, palabras mayores.
Pero estos sorprendentes Heat emocionan desde el colectivo. El trabajo de autor del manager Riley y del entrenador Spoelstra ha formado un grupo granítico, una obra de arte en la construcción de equipos, al que da gusto ver, con esfuerzos repartidos, con fortaleza física pero también con recursos individuales de finos estilistas como el incombustible Dragic, los sorprendentes Robinson y Herro, éste una auténtica estrella de la liga ya, Butler, Crowder, o el mencionado Iguodala.
Miami Heat ha triunfado desde una zona 2-3 casi insuperable con brazos largos desde los dos de arriba, mucha capacidad física del grupo para llegar a todas partes, que han bloqueado el interior a Boston Celtics. Un equipo construido con talento e inteligencia, buenos defensores, capaces de jugar con poco bote y compartiendo el balón, también correr, una hermosa historia en definitiva. Dos finalistas de la NBA que la pasada temporada no disputaron el playoff, algo que ocurre en esta liga pero no en otras. Es asombroso.
Como asombroso ha sido el capricho del destino que encuentra a Lebron con Miami, justo Miami, cuando James busca culminar su salto a Los Angeles (dijeron que no fue por baloncesto y aquí estamos ha venido a decir). Y lo hace con la enorme responsabilidad de continuar el legado de Kobe Bryant, y ése es un peso sólo soportable para elegidos.

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