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Un toro de verdad, un torero entregado: ‘Brigadier’ y Fonseca emocionan a Las Ventas

El mexicano le corta una oreja al sexto toro de Pedraza de Yeltes, premiado con la vuelta al ruedo. Vuelta al ruedo para Román y Colombo.

Sixto Naranjo Sanchidrian

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La faena cumbre del festejo llegó con el cierre de la tarde. Se llamaba ‘Brigadier’, pesaba 670 kilos y fue el toro más completo del envío de Pedraza de Yeltes. De imponente presencia, fue bravo en las tres varas, arrancándose de largo con decisión y empujando con los riñones, como mandan los cánones. En banderillas, volvió a lucir su empuje, facilitando el lucimiento de la cuadrilla y regalando al público un tercio vibrante, con saludo montera en mano para Juan Carlos Rey, Tito y Raúl Ruiz tras una lidia emocionante.

Frente a ese vendaval de bravura, Isaac Fonseca se echó de rodillas en los medios, consciente del ambiente encendido que el toro ya había provocado. Por el derecho, el toro embistió con vibración, clase y profundidad, descolgando la cara y repitiendo con codicia. Por el izquierdo, se tornó más áspero, sin terminar de humillar. El mexicano hilvanó una faena intensa y valiente, inteligente en el tramo final al llevar al toro hacia los adentros, donde ‘Brigadier’ acabó refugiándose. Un pinchazo, que le dejó trastabillado, y una estocada efectiva le valieron una oreja de peso y una vuelta al ruedo compartida con el toro, ovacionado con fuerza por los tendidos.

En su primero, Fonseca lidió un toro exigente, de hechuras cuesta arriba y comportamiento incierto. El animal se movió al inicio pero fue soltando su embestida sin entrega. El peligro fue sordo y la faena no pudo tomar vuelo. Mató de bajonazo. Silencio.

La tarde la abrió un 'pedraza' inmenso, que tuvo nervio y encastada mansedumbre. Román lo recibió doblándose, buscando imponerse desde el inicio. El toro arreó con violencia, rompiendo la muleta, y aunque el valenciano logró una serie al natural de gran mérito, el toro se rajó después. El viento fue un enemigo constante. Por el derecho logró una serie emocionante, descubriendo la humillación que escondía el toro. El pinchazo previo a la estocada rebajó el premio a una vuelta al ruedo que fue pedida unánimemente por la plaza.

Alfredo Arévalo / Plaza 1

Román, al natural ante el toro de Pedraza que abrió el festejo

El cuarto fue otro toro de seria presencia, largo y ofensivo, pero a la defensiva desde que salió. Román intentó sujetarlo, pero el toro se defendía sin entrega. Solo al principio de la faena humilló algo, pero nunca con continuidad. El valenciano lo intentó sin éxito con la espada. Silencio.

El segundo fue un animal de mejor hechura, con armonía y clase, con el que Jesús Enrique Colombo ofreció un espectáculo variado. Con el capote bordó los delantales y unas chicuelinas de vértigo pese al viento. En varas, el toro cumplió; en banderillas, el venezolano volvió a dejar su sello poderosas facultades, sobre todo en el tercer par.

Comenzó a llover sobre Madrid al iniciar la faena de muleta. El toro respondió con calidad y Colombo, centrado y con ganas, hiló una obra entonada, sin altibajos. Una gran estocada culminó el conjunto, saludando una vuelta al ruedo tras leve petición y con algún voto en contra.

El quinto fue más basto y deslucido. Aunque lo recogió con tino de capa, el toro se fue apagando en la muleta por su falta de entrega y formalidad pese a su movilidad. Colombo mantuvo el tipo con oficio, pero la espada cayó baja. Fue silenciado.