TOLEDO

La terna, pese a sus espadas romas, muy por encima de la corrida de Cebada en Illescas

Javier Cortés corta la única oreja de la tarde mientras Damián Castaño y Gómez del Pilar pinchan faenas de mérito.

Maxitoro

Javier Cortés, con la oreja cortada este lunes en Illescas (Toledo)

Sixto Naranjo Sanchidrian

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La cubierta de Illescas fue escenario este lunes de una corrida tan imponente de presencia como vacía de contenido. Los toros de Cebada Gago, con seriedad en sus hechuras, apenas ofrecieron opciones y dejaron el resultado artístico en manos de la terna. Entre ellos, Javier Cortés se alzó con el papel protagonista, firmando los pasajes de mayor torería y cortando la única oreja del festejo.

Al primero de su lote, manso y desentendido desde salida, lo toreó con serenidad y temple, componiendo con naturalidad y sin forzar lo que el astado negaba. Un trincherazo de inicio y temple innato del madrileño pusieron sello a una labor de gusto, rubricada con una estocada certera que le valió el trofeo. El cuarto, de tremenda arboladura, tampoco le permitió redondear triunfo, pero dejó en el ambiente la impresión de un torero con poso y verdad.

Damián Castaño firmó en el segundo los mejores naturales, aunque la faena apenas alcanzó recorrido. Quizá un inicio de faena de rodillas y por alto redujo el fondo de nobleza que pareció tener el de Cebada. El trasteo nunca cogió vuelo. En el quinto, su entrega, expresividad y mando en el toreo al natural encontraron eco en los tendidos, pero el mal uso de la espada le privó de premio.

Gómez del Pilar, siempre dispuesto a encender la tarde, recibió con una larga al tercero y a portagayola al sexto, levantando al público con capotazos poderosos a continuación. Sin embargo, la falta de empuje de sus toros deslució dos faenas que hubieran merecido más. Su primero se rajó tras una tanda muy enfibrada y poderosa, y ante el sexto firmó un trasteo donde el valor y la entrega fueron absolutos hasta que el fallo a espadas rebajó el resultado a una simple ovación.