SEVILLA - 16ª DE ABONO

Pepe Moral, dos orejas en grato reencuentro

El sevillano le ha cortado dos orejas a una desigual corrida de Miura. Esaú Fernández fue ovacionado y Manuel Escribano, silenciado.

Redacción Toros

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Manuel Viera.

Volvió a soltar amarras y estableció la manera de ganar otra batalla. Volvía a la Maestranza, dispuesto a todo, a que el triunfo no se le escapara. El más inmediato futuro dependía de una tarde, más que esperada, determinante. Expuso su estilo y desarrolló su toreo marcado por su entrega habitual.

Pepe Moral es un habituado a lidiar este tipo de corridas, pero hacía tiempo que no lo hacía, diferentes circunstancias en su vida y en su suerte lo han tenido en el ostracismo taurino. Era esta su única oportunidad para salir del olvido y bien que la ha sabido aprovechar. No le ha venido grande el desafío de ambas lidias, difíciles, que él ha hecho fáciles con talento, una admirable técnica y verdad. Incluso ha obtenido la creatividad ante el flujo de las diferentes embestidas.

Valor a raudales pero apoyado en lo sensible. En un toreo largo, profundo e hilvanado con el que ha transmitido una serenísima emoción. El toreo de Moral al buen toro de Miura, lidiado en quinto lugar, ha sido la demostración palpable de la actitud y el poder de un torero, cuya lidia alcanzó el umbral de lo mejor. Notoriedad emotiva en las dos resueltas portagayolas, en la autenticidad de su toreo de capote, en la expresividad de los muletazos diestros, ligados y rematados con un temple exquisito y, sobre todo, en ese natural de aguda belleza con el que explicó como es el toreo de mano izquierda en realidad. La faena ganó en unidad y fue construida de punta a cabo con sabia visión del temple. La estocada resultó incuestionable y la oreja ganada con toda justicia.

El segundo “miura” pareció lesionarse en los primeros tercios y esa flojedad le persistió durante toda la lidia. El diestro palaciego inició el trasteo de manera firme y ordenada ante unas embestidas a la defensiva por la falta de fuerzas. Sin embargo, la faena alcanzó un tono notable con la derecha sin que le faltase el temple y la ligazón. Pepe Moral demostró aplomo y seguridad haciendo creíble lo hecho. También algún que otro natural supo dibujar en el epilogó de una lidia que de manera contundente firmó con la espada. La petición fue atendida por la presidenta que concedió el apéndice que, feliz y emocionado, paseó.

Esaú exhibió su soltura con el tercero, el mejor toro de la interesante corrida de Miura, para manejarse firme y contundente en una faena en la que ensambló muletazos diestros profundos y rematados con muy buenos pases de pecho y cada vez más sentidos. Tras un inicio de largas cambiadas de rodillas delante de la puerta de chiqueros, con atinada declaración de actitud y valor, fue mostrando con enorme firmeza un toreo poderoso, de mano baja, llevando imantada la embestida a la tela, y de abrochados pases de pecho. Mas desigual resultó el toreo de mano izquierda. No fue precisa la estocada y un par de descabellos se llevaron la oreja que parecía tener ganada.

El sexto fue un toro malo que cortaba el aliento con su mala baba, Esaú volvió a pisar las proximidades de chiqueros para resolver con limpieza su segunda portagayola. Después no le quedó otra que echarle valor, mucho valor, para estar delante y finiquitarlo de media estocada.

Como todas su tardes en esta plaza, Manuel Escribano, caminó a postrarse de rodillas delante del portón de chiqueros en sus dos toros. Unos inicios que sirvieron para demostrar su actitud y enorme ganas. Pero la mansedumbre de los dos “miuras” reveló la incomodidad de una tarde que no fue la suya. El primero fue un toro complicado que llevaba el peligro en su derrotes y cortas acometidas, el sevillano lo banderilleó con desigualdad e intentó después lo imposible con la muleta. No se dio coba y aceleró la lidia para hacer después interminable la suerte suprema. Y el cuarto, fue otro prenda que acometía a la defensiva y se frenaba en las telas. Manuel tras vanas probaturas lo despachó como pudo.

Y hasta aquí una Feria de Abril, metida en mayo, con tardes de importante toreo y buenos toros que invitan a la esperanza.