3ª FERIA DEL CORPUS
El Fandi, triunfador de la Corrida Lorquiana de Granada con los ‘victorinos’
Buena corrida de Victorino Martín de una tarde en la que la espada privó de mayor recompensa a Castella y Perera.
Derechazo de El Fandi a unos de los toros de Victorino Martín lidiados en Granada
Publicado el
2 min lectura
Luis F. Ruiz
David Fandila ‘El Fandi’ fue el triunfador de la Corrida Lorquiana del Corpus de Granada al cortar dos orejas al segundo de su lote en una buena corrida de Victorino Martín de una tarde en la que la espada privó de mayor recompensa a Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera.
En el primero de su lote, a El Fandi le costó coger el ritmo que pedía el de Victorino Martín, lejos de las revoluciones a las que está acostumbrado el diestro granadino, que no terminó de acoplarse y tuvo que conformarse con una ovación.
Con la lección aprendida, en el cuarto de la tarde sí supo entenderlo a la perfección, le dio espacios y tiempos y pudo sacarle una decena de tandas por ambos pitones, más por el derecho que por el izquierdo, con un toro de gran recorrido y hondura al que le cortó los dos apéndices para salir triunfador de la tarde.
Sebastián Castella se fue de vacío del coso granadino después de dos faenas diferenciadas, que en el primero de su lote estuvo marcada por los continuos enganchones y costándole encontrar la conexión y ligazón en los pases, sin que pudiera lucirse, para conformarse con una ovación.
Fue la misma recompensa que obtuvo del quinto de la corrida, un Victorino que tuvo transmisión y al que esta vez el francés sí supo saber leer con temple, sobre todo en la derecha, y llevándolo largo; pero su desacierto con la espada le privó de obtener algún premio más.
Muy bien le hizo las cosas Miguel Ángel Perera al tercero de la tarde, al que le midió en tiempo, fuerza y capacidad para meterle los trastos, siempre con la cara muy tapada, y en largo, para cuajar una faena redonda con la muleta que le dio una oreja.
Al sexto le costó mucho más meterlo en la brega, pues el de Victorino Martín esperaba su momento para sorprender a Perera, que tuvo que medirlo todo al milímetro, con técnica y sin errores, buscando pases pausados y arañándole alguna tanda aislada, aunque su falta de acierto con la espada le dejaron sin otra oreja.