2ª FERIA VIRGEN DEL MAR

David de Miranda, en estado de gracia, suma una nueva puerta grande en Almería

El onubense, que entró vía sustitución, cortó tres orejas. Fortes y Juan Ortega no pudieron puntuar.

Arjona / Lances de Futuro

David de Miranda, a hombros este jueves en Almería

Agencia EFE

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El cartel lo abría el malagueño Fortes, aterrizado en Almería en medio de una temporada de reafirmación profesional y artística pero tuvo que pechar en primer lugar con un espantoso toro de El Vellosino –el hierro que había impuesto Morante para su frustrada vuelta- que no cantaba en sus horribles hechuras –bastísimo, alto de cruz, sin cuello- su noblón comportamiento posterior.

El diestro malagueño, que había escogido un terno rosa palo y oro en memoria de Manolete -nadie reparó en guardar un minuto de silencio en el aniversario de su cogida mortal- acertó a torearlo con temple y empaque, especialmente en su comprometido toreo al natural y los sabrosos muletazos cambiados finales. Una fea estocada baja que asomó –necesitó el refrendo de tres descabellos- no fue la mejor firma para su labor

El cuarto, de Álvaro Núñez, tampoco tuvo buena fachada. Fortes se puso a torearlo de muleta, hincado de rodillas, sin mayores preámbulos. Le costaba empujar al toro pero el malagueño le hizo las cosas con sincera y exquisita hondura y belleza hasta que el bicho, completamente derrengado, le obligó a desistir.

Juan Ortega había estrenado el capote de paseo orlado con la Virgen del Mar que había recogido por la mañana en el Ayuntamiento de la ciudad como reconocimiento a su condición de triunfador del año anterior. Trazó cuatro o cinco lances de los suyos aunque la condición abanta del animal, que iba y venía suelto tras cada embroque, impidió redondear el tercio.

El diestro sevillano abrió con unos torerísimos ayudados rodilla en tierra y ser puso a torear en redondo en una labor reunida pero condicionada por la embestida rebrincada –de puro flojo- de un astado de mejores intenciones que finales con el que Ortega siempre mantuvo la compostura aunque el espadazo, contrario, necesito el refrendo de dos descabellos.

El quinto, otro zambombo de El Vellosino que apenas se tenía en pie, fue devuelto a los corrales por el palco en el segundo tercio. Lo sustituyó un terciado y deslucido sobrero de Álvaro Núñez que acabó masacrado en el caballo. Era un auténtico regalo y Ortega lo echó abajo sin contemplaciones.

El tercero iba a dar guerra en el peto para quedarse sin picar. Miranda, impávido, se lo pasó por la barriga en unas ceñidísimas saltilleras pero el toro iba a acusar la falta de castigo en el segundo tercio. Al diestro de Trigueros no le importó y se hincó de rodillas para formarle un lío por naturales antes de que el bicho cantara su condición de manso descomponiendo el asunto.

El esfuerzo y la entrega del torero choquero, que se siente tan cómodo metido en el terreno del toro y llegaba espoleado por su resonante triunfo de Málaga, iba a calar con fuerza en el amable público de Almería, que premió con dos aclamadas orejas su disposición a pesar del feo espadazo con el que culminó su labor.

El sexto iba a ser otro espantoso ejemplar de El Vellosino que abrió demasiados interrogantes. ¿Qué necesidad había de cambiar los anunciados toros de El Parralejo por semejantes galafates? Miranda volvió a tirar de su encomiable entrega desde los estatuarios iniciales hasta las manoletinas finales para soslayar los defectos de su bruta embestida y redondear el triunfo.