2ª semana grande

Apenas una oreja intrascendente para Olga Casado en la 'sauna' de Illumbe

Decepcionante corrida mixta celebrada este viernes en San Sebastián en la que el diestro Marco Pérez se fue de vacío.

BMF Toros

Derechazo de Olga Casado al novillo al que cortó una oreja este viernes en San Sebastián

Agencia EFE

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Paco Aguado

La novillera Olga Casado cortó la única oreja, y sin apenas trascendencia, de la decepcionante corrida mixta celebrada este viernes en San Sebastián, que discurrió con un asfixiante calor bajo la cerrada cubierta del coso de Illumbe, convertido prácticamente en una masiva sauna.

Con los tendidos algo más poblados que en la primera de feria, y entre un enjambre de imparables abanicos, la mixta de la Semana Grande partió ya devaluada por la ausencia del anunciado Morante de la Puebla, por mucho que el joven y flamante matador Marco Pérez se ofreciera, según la empresa, a matar los cuatro toros de Núñez del Cuvillo anunciados en el cartel.

El caso es que, con este 'gesto', fue como el salmantino se presentó en una plaza de primera categoría, aunque el resultado final de su decisión no pasara de discreto, tanto por el escaso juego que los cuatreños gaditanos como por las escasas soluciones que él encontró en su lidia. Y eso que, de no mediar tantos fallos con la espada, el más que amable público donostiarra le hubiera premiado con algún trofeo del escaso peso que tuvo el que sí paseó la novillera.

Animoso en todo momento, el novísimo matador intervino en todos los tercios de quites, con más variedad que acierto o reposo, mientras que con la muleta sus faenas pecaron casi siempre de falta de asiento y de pulso, en busca del lucimiento más por la vía de la habilidad que la de la firmeza.

Las dos mejores y rematadas tandas de muletazos, una con cada mano, que logró Marco Pérez llegaron con el primero, un berreón y temperamental castaño que aun así repitió y humilló tras una tela con la que no siempre llegó a llevar enganchadas y gobernadas las embestidas, como más o menos iba a sucederle también con los otros tres.

Y es que el segundo comenzó pronto a rebrincarse y a perder celo, sin que el matador lograra darle suficiente ritmo; el cuarto, el de más cuajo, no pasó de regalarle, antes de irse a menos, una docena de fáciles y abiertas arrancadas que él no acabó de aprovechar; y el quinto se rajó irremediablemente, sin parar de escarbar y de reservarse, tras una buena apertura de faena con ayudados de rodillas.

También se rajó el primer novillo de La Purísima, ganadería del mismo origen Cuvillo, una vez que salió manseando y huyó del caballo de picar, condición que provocó las dudas de Olga Casado en la mayor parte un trasteo de muleta en el que no supo evitar numerosos enganchones intentando el toreo fundamental ante las oleadas del utrero camino a la querencia de chiqueros.

Fue ya en esos terrenos, y con el animal más atemperado y cerrado en tablas, donde la torera segoviana intentó salvar los muebles con un toreo más efectista, con poncinas, luquecinas y demás "inas", que jaleó un tendido sofocado y que siempre la apoyó, incluso para pedirle ese trofeo de muy escaso valor tras una estocada caída, cobrada casi al azar, pero que provocó la muerte fulminante del de La Purísima.

Su segundo comenzó a trastabillarse en el lucido quite por saltilleras y gaoneras que le hizo Casado, pero a medida que avanzaba la faena, y tras otra estimable serie de derechazos de rodillas para abrirla, el animal no encontró enfrente ni los espacios ni los tiempos ni la precisión suficiente para asentar su noble voluntad, hasta acabar encogido y vacío, sin dar una opción más a la novillera.