MADRID - CORRIDA GOYESCA

Álvaro Lorenzo se reengancha a base de convencer en Las Ventas

El diestro toledano corta una oreja y da una vuelta al ruedo. Francisco José Espada y el confirmante Diego García firman sendas actuaciones dignas.

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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No terminó de despegar la Goyesca de este 2 de mayo en Madrid. En una tarde que mezcló el compromiso, la dureza de Baltasar Ibán y la clase medida de Luis Algarra, fue Álvaro Lorenzo quien puso el pulso torero a un festejo de escaso relieve artístico. El toledano, que entró a última hora por Rafael de Julia, dejó dos faenas de distinto acento pero igual entrega y solo la colocación desprendida de su estocada al quinto toro le alejó de la Puerta Grande. Aun así, su tarde en Las Ventas ha sonado a reivindicación y a querer reengancharse a las grandes ferias.

La faena de mayores argumentos de la tarde llegó en el ecuador del festejo. El tercero, un toro hondo y bien hecho de Algarra, permitió a Álvaro Lorenzo expresar su concepto. Tras brindar al público y desde los medios, inició una faena de ritmo y temple, especialmente al natural. Profundos y sentidos los muletazos por ese lado que llegaron mucho al tendido. El final por bernadinas, con verdad y exposición. La estocada viajó desprendida pero tuvo mucha muerte. La petición alcanzó la mayoría necesaria para que el toledano pasease su oreja.

El quinto de Ibán, estrecho de sienes y astifino, se lo brindó a Isabel Díaz Ayuso. El toro no lo puso fácil: arreones más que embestidas. Pero Lorenzo se impuso a base de firmeza. Lo hizo romper hacia adelante primero y después, a base de pulso le sacó el fondo que tenía el del hierro madrileño. Limpio y muy serio el final de faena, metido en los terrenos del toro. La espada cayó trasera y desprendida, a lo que el palco se agarró para no conceder un trofeo que fue solicitado. La vuelta fue premio cabal a una tarde muy seria del toledano.

El segundo llevó nombre ilustre de Ibán, Bastonito, de seria presencia y juego exigente. Francisco José Espada lo intentó desde el primer momento. Brindó a la presidenta Ayuso antes de firmar una faena técnica ante un toro falto de humillación y entrega. Espada le buscó la media distancia, lo intentó con inteligencia, pero el toro se orientó rápido. Fue cogido de fea manera al entrar a matar y volvió maltrecho para entrar hasta tres veces más. No hubo manera. Pasó un quinario para quitárselo de enmedio.

Con un apósito en el mentón volvió Espada en el cuarto, un sardo armado de Luis Algarra al que saludó con varias largas cambiadas y verónicas ganando terreno. Muy firme el de Fuenlabrada, que brindó al público. El toro, con transmisión en las primeras tandas, se apagó pronto. Corto por el izquierdo, sin humillar por el derecho. Espada no se dejó nada y cerró con unas manoletinas finales antes de dejar media estocada.

Abrió la tarde el joven Diego García, que confirmó alternativa con un toro de imponente lámina de Baltasar Ibán. Serio, enseñando las palas, acudió con brío al caballo de Pepe Aguado, aunque allí terminó por gastarse. No mantuvo el ímpetu en la muleta y buscó el abrigo de las tablas. Diego mostró disposición, incluso temple, pero sin enemigo que acompañara esa decisión

El sexto de Algarra fue un toro serio al que Diego García saludó con verónicas bien dibujadas. La faena, sincera en intención, no terminó de conectar pese a que hubo derechazos de buen trazo. Todo se fue diluyendo a la par, el juego del toro y la faena.