Álvaro Lorenzo fue el único que hizo los deberes antes de la alternativa

El toledano dio una vuelta al ruedo y dejó impronta de su clase y valor este lunes en la primera novillada de la Feria de San Isidro. Ginés Marín y Varea, en tono gris.El examen llegará en los próximos días. Examen en forma de alternativa. Nimes la plaza pero Madrid como piedra de toque previo. Los deberes por hacer y un debut venteño que se antojaba necesario con los tres novilleros punteros de la pasada temporada.El caso es que muchas veces, cuando los deberes se dejan para el último día resulta que luego el examen no se aprueba. Eso pasó a un atenazado Ginés Marín y a un plano Varea. Solo Álvaro Lorenzo aprobó esta reválida previa al doctorado.El novillo que abrió plaza estuvo cogido con alfileres en todo. Al limite de las fuerzas, al limite de casta... Tan al límite que la actuación de Álvaro Lorenzo se quedó en esa raya que delimita ese término moderno de lo "políticamente correcto". Bien en las formas, medido en el fondo y sin terminar de molestar a nadie: ni al novillo ni al público. En Madrid eso equivale al silencio de indiferencia.Lo del cuarto fue otra historia. Más hecho y más completo que el anterior. La actitud del toledano también fue otra. Tuvieron mando el inicio rodilla en tierra y las primeras tandas en redondo. Muleta arrastrada y largo el trazo. Al natural se lo pensaba más el novillo, pero de nuevo se mostró firme Lorenzo, tirando mucho de la embestida. Cayó después en la moda de acortar distancias y ahí llego el susto. Al suelo en un achuchón y el pitón atravesando la hombrera. Milagro que no calase. Las luquesinas finales y una estocada trasera dieron paso a una petición insuficiente de pañuelos. La vuelta premió al conjunto y salvó la tarde.Hizo albergar esperanzas el comienzo de la lidia del segundo novillo de El Parralejo. Se gustó Ginés Marín en el saludo a la verónica y en una media a pies juntos ajusta y con sabor. El utrero se arrancó con alegría al caballo aunque después hizo pelea de bravucón. Pocos riñones y mucho cabeceo. Ahí empezó a torcerse todo. Tampoco ayudó el atropellado inicio por estatuarios de Ginés, que violentó al animal e hizo que comenzase a soltar la cara con violencia cada vez que quería coger la muleta. Se le midió y exigió mucho desde los tendidos al chaval, que comenzó a perder el rumbo en la estructura y la medida de la faena.El quinto fue el ejemplar de El Parralejo de mayor seriedad de encierro. Fachada pero sin fondo. Se movió el novillo, pero ayuno de calidad y entrega en sus viajes. Le dio distancia Ginés en los primeros compases de la faena. Más voluntad que lucimiento y más cantidad que calidad después. La faena no terminó nunca de prender la mecha y se acabó recriminado al novillero que alargase su quehacer.A Varea le cambió el gesto cuando Álvaro Lorenzo se encaminó a hacer el quite a su primer novillo. El animal había mostrado calidad y buen tranco pero también su escasez de fortaleza. En una de las verónicas de Lorenzo, el animal acabó con toda su anatomía en la arena. Pañuelo verde y a otra cosa. Al sobrero de José Vázquez le aguantaron las energías en un templado y cadencioso salido a la verónica de Varea y poco más. Otro inválido y el castellonense que se empeñó en seguir insistiendo con un utrero que cada dos por tres rodaba por el ruedo.El sexto fue muy poca cosa, excesivamente chico. Después el novillito tuvo clase en la muleta aunque poco empuje. Varea dejó detallitos aislados. Pero pocos argumentos para alcanzar mayores logros que la ovación que saludó al final de su actuación.FICHA DEL FESTEJO Madrid, lunes 9 de mayo de 2016. 4ª de Feria. Dos tercios de plaza.Cinco novillos de El Parralejo, desiguales de presentación. De juego descastado y flojo. Manejables en distinto grado pero sin entrega. Un sobrero (3º bis) de José Vázquez, bien presentado pero inválido.Álvaro Lorenzo, silencio y vuelta.Ginés Marín, silencio tras aviso y silencio.Varea, silencio y saludos tras aviso.