La Covid persistente es ya una enfermedad “real” y crónica para el sistema sanitario público

“Esto de por sí es una gran mirada: ver a la persona enferma y no a la patología”, asegura la doctora Rodríguez Ledo

Sefi García

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La Covid persistente ya está considerada como una enfermedad crónica y prioritaria por el Sistema Nacional de Salud. Hasta el momento, esta dolencia tenía nombre, sí, pero no estaba categorizada. Eran los síntomas los que la definían, lo que obligaba a aquellos enfermos como Ana Isabel Castro a rebotar de un especialista a otro entre la incertidumbre y la incomprensión. Nos cuenta que acudió a “infinitos especialistas, infinitos de todo, desde medicina interna, neumólogos, neurólogos, dando vueltas y vueltas. Nadie sabía lo que sucedía e incluso muchos me decían que no podían hacer nada por mí, que no lo sé, no lo sé, muchos, muchos, muchos, con el estrés, con la situación añadida de que no sabes lo que te pasa, incluso muchos te decían que era un tema psicológico, que eso no sucedía nada, que lo que había para acceder a normalizar esa situación.

Año y medio le costó a Ana que un médico la diagnosticara. Se estima que alrededor del 10 % de los que han pasado la fase aguda de la enfermedad mantiene síntomas persistentes dos meses después de haberse curado y que no se explican por ninguna otra patología.

 ¿Cómo va a mejorar la vida de estos pacientes?  

En primer lugar, permite diagnosticar la enfermedad con su nombre, que parece una tontería, pero no lo es, porque serán considerados oficialmente como enfermos de covid persistente. Que se considere crónica va a establecer una serie de obligaciones al sistema nacional de salud, las mismas que para un diabético, o una persona con problemas cardíacos. Se tratará de forma coordinada e integral y se establecerá un seguimiento. La doctora Pilar Rodríguez Ledo, presidenta de la Red española de investigación en Covid persistente explica que “sin duda esto tiene que aportar mejoría sobre lo que tenemos, el paciente ahora intenta buscar a un profesional que le evalúe en cualquiera de sus síntomas o de sus situaciones, que le dé una respuesta y se van sumando profesionales a veces incluso de forma anárquica. Esto de por sí es una gran mirada: ver a la persona enferma y no a la patología”.

Es una puerta abierta, nos dice la doctora que mejorará la vida de estos pacientes como Ana que echo de menos “un diagnóstico claro, comprensión, empatía, que las personas, tanto los médicos como las personas en general, supieran de lo que hablábamos, de lo que me estaba pasando y que no era un caso aislado”, y pode al sistema “tratamientos que no hay, que ahora mismo lo que se hace es paliar síntomas. Yo, por ejemplo, tengo taquicardias, pues voy a dar una medicación para las taquicardias, pero eso es un parche.

Investigación y apoyo también del Sistema Nacional de Salud,del INSS, por ejemplo, que muchas veces estamos de baja, llega un  momento que la baja se acaba, que nos mandan a trabajar, que no podemos trabajar”. Ella tuvo que recurrir a los tribunales para conseguir una incapacidad que le otorgaron, pero no se la dieron por Covid persistente, sino por la fatiga y la niebla mental. Eso, también mejorará.

 El complicado diagnóstico  

Se trata de un conjunto de síntomas, muchos de ellos comunes, pero que pueden afectar a cualquier parte de nuestro cuerpo. Ana tiene muchísimos, pero los que más la incapacitan, que son además los más mencionados por todos afectados, son la fatiga física y la niebla mental. “Es como si un móvil se hubiera quedado sin batería y con el descanso no recarga, son horas y horas y días y días. Tengo agnea, falta de aire al andar, tengo pérdidas de memoria, mil cosas. Mil cosas. Tengo un temblor esencial en una mano, unas cefaleas tremendas, cefaleas crónicas, muchas cosas, pero lo que más me limita es la fatiga, la fatiga que me inutiliza dos, tres días a la semana e incluso he tenido temporadas de pasar diez días de cama seguidos sin tener una causa clara, ni mucho menos, ni saber cómo solucionarlo tampoco”.

La dificultad para diagnosticarlo no está solo en esa amalgama de síntomas, es que hay que tener demostrado que hemos pasado la covid. Por eso se está cuestionando el número de enfermos, esos dos millones, nos cuenta la doctora Rodríguez Ledo, se quedan muy corto, porque “en las primeras olas no se hicieron pruebas, y la vinculación no siempre es fácil, y en las últimas no se están haciendo tampoco. Realmente, esto unido a la gran cantidad de afectados en la fase aguda que fueron asintomáticos hace que las estimaciones sean totalmente a la baja”.

No hay una prueba como la del embarazo, nos comenta la doctora Rodríguez Ledo para saber si lo padeces o no, como no la hay para otras enfermedades crónicas. Por eso la Red española de investigación en Covid persistente está investigando para afinar el diagnóstico con la información que se posee. Que esté catalogada como enfermedad crónica animará a los médicos a diagnosticarla y a indagar.