Tysson Bottenus: Uno de los 120 casos en todo el mundo de "moho negro" en el cerebro

Se trata de la infección por un hongo que tiene una mortalidad del 70%. Sin saber la causa, el moho llegó hasta su cerebro causándole graves secuelas

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hace cuatro años, el joven Tysson Bottenus, de 31 años, estaba de viaje en Costa Rica junto a su prometida cuando se cayó de una bicicleta. En un inicio, las heridas parecían superficiales en el codo, pero aun así decidió acudir al médico. Allí le dijeron que no tenía por qué preocuparse y le curaron las heridas. Sin embargo, las siguientes tres semanas comenzó a tener parálisis facial, intensos dolores de cabeza y dificultad hasta para reír. Por ello decidió ir al Hospital General de Massachusetts, donde le hicieron una resonancia y observaron que tenía un pequeño círculo extraño en medio del cerebro.

Tras tres biopsias y descartar que no se trataba de ningún derrame, VIH ni cáncer cerebral, al fin los médicos dieron con lo que se trataba: Cladophialophora bantiana, conocido popularmente como "moho negro". Desde su descubrimiento en 1911 solo se han reportado 120 casos en todo el mundo, la mitad de ellos en la India. Se trata de un hongo que causa abcesos cerebrales. Las sospechas de los médicos que tratan a Tyson es que el hongo entró por alguna de las heridas y se trasladó silenciosamente hasta llegar a su cerebro y causarle intensos dolores y graves secuelas.

"Aceptar la incertidumbre"

"Mi vida había cambiado drásticamente en menos de un año. Mi carrera de navegante había terminado abruptamente. No sabía si alguna vez podría volver a viajar al extranjero. Mientras que antes era un ciclista fuerte y confiado, ahora me caía con frecuencia sin ningún motivo. Parecía que había perdido el equilibrio junto con todo lo demás" explica Bottenus. Sin embargo, lo que llamaba la atención tanto del paciente como de sus médicos era que la mitad de los casos que se habían dado hasta el momento era en personas inmunodeprimidas, que habían recibido un transplante de órganos o que padecían de VIH. Pero Tysson estaba completamente sano. Además, estaba asustado porque el moho negro presenta una tasa de hasta el 70% de mortalidad.

Los neurocirujanos que estaban al cargo de Bottenus no quisieron optar por una cirugía en un inicio, puesto que el hongo se encontraba en lugares de mucho riesgo del cerebro. Por ello, decidieron mandarle un tratamiento oral basado en dexametasona para bajar la inflamación y la acumulación de líquido de la cabeza (provocada por los intensos dolores) y antimicóticos que luchasen contra el Cladophialophora. Pero fueron ineficaces y Tysson sufrió en marzo de 2020 un derrame cerebral. Esta situación hizo que el joven tuviese que aprender de nuevo a hablar, caminar y escribir. "Los médicos me dijeron más tarde que la presión dentro de mi cráneo era 15 veces mayor que la presión que experimenta normalmente el cerebro", comenta.

"Para sorpresa de todos, continúo vivo"

Tras detectar que los medicamentos que estaba tomando no habían penetrado la barrera hematoencefálica, los expertos decidieron comenzar con un nuevo tratamiento. El propio Bottenus dice: "tengo la esperanza de que los nuevos medicamentos funcionen ahora que mis médicos descubrieron que los medicamentos anteriores ni siquiera entraron en mi cerebro. Tal vez mi visión, voz y habilidades motoras finas eventualmente regresen". No obstante, en ninguno de estos cuatro años que lleva luchando contra el hongo ha perdido la esperanza de vivir una larga y feliz vida.

"Luché contra esta infección fúngica con diez cirugías cerebrales, cinco punciones lumbares y dos conjuntos de tubos similares a 'cyborgs' implantados para conectar los ventrículos de mi cerebro con mi abdomen. Tuve un derrame cerebral y, con él, graves impedimentos que me obligaron a volver a aprender a caminar, hablar y leer. Ninguno de estos procedimientos ha eliminado el moho de mi cerebro. Pero todavía estoy vivo", manifiesta Tysson.