De tanques del tamaño de un carretillo al Verdeja 1: así fue la máquina de Franco para machacar a la República

Las "mediocres" Fuerzas Armadas del régimen dictatorial vivieron su culmen tecnológico con el desarrollo del proyecto de un vehículo de artillería muy superior al T-26 soviético

Eduardo Hernández Dos Anjos

Tiempo de lectura: 11' Actualizado 00:05

La actualidad política y gubernamental española dista mucho de lo que fue hace ya varias décadas. A día de hoy, España se encuentra inmersa en una monarquía parlamentaria en la que prevalece una Constitución en la que se incluyen nuestros derechos y deberes. De forma paralela, existen una serie de partidos políticos y gobernantes escogidos mediante sufragio universal. Ahora todo esto parece evidente, pero hubo un momento donde nada fue así.

Hablamos de la conocida dictadura que vivió el país del 1939 al 1975. Mayormente conocida como el "franquismo", en referencia al nombre del dictador, este se caracterizó por desarrollar un sistema autoritario, el cual fue cambiando con los años y que llegaría hasta el día de la muerte de su líder, el 20 de noviembre de 1975. Para no empezar la casa por el tejado, cabe resaltar la necesidad de datar su victoria en la Guerra Civil (1936-1939) como el comienzo de aquella época. Su llegada al poder y, por consiguiente su triunfo en aquel conflicto, se debió en gran medida al trabajo de las tropas que el lideró.

Llegados a este punto, es razonable plantearse las capacidades de dicha fuerza militar, además de saber como eran exactamente durante su etapa al frente del país. Para hablar más en profundidad sobre el tema, Jorge Jesús Matías, historiador por la Universidad de Salamanca y agente de desarrollo turístico del patrimonio nacional, atiende a Cope para contextualizar y explicar todo lo relacionado con el ámbito y el poder militar durante el régimen franquista en España.

"En toda dictadura el tener un buen ejército es importantísimo, ya que es una fuente de legitimación del poder y de poder controlar la diligencia la disidencia oposición política. Es indispensable para mantener una dictadura, pero no podemos pasar por alto el factor político, el social, el cultural o el religioso. Todo esto lo podemos ver en el decreto bonificación del 20 de abril de 1937 en Salamanca, norma por la cual Franco unió en un solo partido a todo el bando nacional. También, por supuesto, tenemos que citar el apoyo social o la sección femenina y, por supuesto, a la Iglesia Católica, que fue un importante aliado del régimen, aunque con algunos pliegos contrarios a la dictadura. Todo esto, junto a la creación de un nuevo corpus jurídico y leyes fundamentales conforman la gracia divina que justificaron la dictadura de Franco",expresa el historiador ratificando la idea de que una importante fuerza militar es indispensable en un tipo de régimen como fue este.

La magnitud de la situación de aquel momento requería una serie de líderes capaces de gestionar los recursos militares disponibles: "Franco por sí mismo ya tenía grandes capacidades militares. Tenemos que recordar que fue uno de los generales más jóvenes de nuestra historia, llegando a capitanear uno de los mejores ejércitos de España, el famoso ejército de África, más concretamente, en la Legión. También debemos citar que tenía el apoyo de un importante número de soldados y el consejo de apoyo de generales de la talla como Mola, Queipo de Llano, Yagüe, Varela o el mismísimo Millán-Astray". "No podemos pasar por alto que también en el bando republicano había grandes líderes como pueden ser Líster, Vicente Rojo, Valentín González o Durruti", agrega Jesús Matías.


"Durante la Guerra Civil, podemos decir que el ejército comandado por Franco fue superior al de la República, no tanto por capacidad de armamento y vehículos, sino porque contó con gran número de tropas profesionales. Mientras, la República contaba con un gran número de personas pero la mayoría tenían poca o nula experiencia en combate. Eso sí, contó durante un tiempo con el apoyo de la URSS o las Brigadas Internacionales. En cambio a Franco tuvo el apoyo de Italia y Alemania durante toda la Guerra Civil. La Guerra Civil fue un ensayo de la Segunda Guerra Mundial", responde Jorge al ser preguntado por cuál era y cómo era el potencial del poder militar de aquel momento.

Las claves de su poder militar

Llegados a este punto, pese a la amplitud del campo a tratar, toca replantearse como era, a grandes rasgos, las Fuerzas Armadas de aquel momento: "Podríamos hacer una tesis doctoral. Intentando ser conciso, en pocas palabras, podríamos decir que su Fuerzas Armadas fueron una simbiosis perfecta de unir elementos militares, políticos y religiosos, capaz de unir a hombres de toda clase y condición. En definitiva, soldados profesionales y voluntarios que estaban dispuestos a luchar y morir en una Santa Cruzada contra "el terror rojo", expresa el experto.

"Las grandes características de sus fuerzas armadas son sin duda una importante disciplina militar dentro y fuera de combate. Por decirlo de algún modo, una vida de milicia en la que el servicio a la patria y a Dios era el eje vertebrador. Respecto a otros países, digamos que eran unas Fuerzas Armadas bastante mediocres si las comparamos pues con la Unión Soviética, Estados Unidos o Alemania. Pero sí podemos destacar la valía de los españoles en combate, tanto por ellos como por parte de los republicanos", agrega el historiador dando a entender la importancia de la capacidad de resilencia de los españoles de la época y la mediocridad del poder militar español respecto al de otras potencias mundiales.

Con todos los efectivos humanos y los recurso materiales, es necesario llevar a cabo una buena administración del poder para controlar la situación. Asimismo, la extensa geografía española hacía necesario tener una estrategia claramente definida: "Hay que recordar que muchas bases militares son creadas en el franquismo. Pero también tenemos que destacar que hay otras más antiguas, como por ejemplo la Base Aérea de Zaragoza. Pero también se coordinaba y se dirigía a las fuerzas armadas de acuerdo a las necesidades de la guerra y la evolución de diferentes frentes como por ejemplo, puede ser la batalla del Ebro o la toma de Teruel por parte de las fuerzas republicanas. Es decir, que había un había una estrategia digamos general en la que por ejemplo se establecía el cuartel general en Salamanca pero también se desplazaban tropas en función de las de la evolución de la guerra. Asimismo, hay que destacar que también la estrategia que tuvo Franco fue de desgaste una técnica, pues que le sirvió muy bien porque, en un principio, en cuanto a medios, la República fue muy superior. Con el tiempo se balanceo y se decidió en favor de Franco", afirma el historiador.


La radiografía de los recursos militares

"El régimen hizo un gran gasto militar tanto en la Guerra civil, hasta el punto de contraer una importante deuda por conseguir material bélico, sobretodo material bélico alemán y italiano, lo que llevó a España a conceder importantes concesiones económicas y fiscales a empresas alemanas e italianas. Entre esas exportaciones cabe resaltar el acero y el wolframio, productos muy importantes ara la construcción de carros de combate. Ya acabada la Guerra Civil, las Fuerzas Armadas siguen teniendo una gran importancia y genera un gran gasto al Estado porque son las encargadas de la defensa nacional y el orden público durante la tutela del general Franco del Reino de España", explica Jesús Matías intentando hacer una radiografía de lo que supone en lo económico mantener todo ese potencial militar.

Yendo a aspectos más concretos, llegados a este punto, es de obligada reflexión preguntarse que maquinaria y con que elementos exactos contaba el régimen franquista: "Pues nos encontramos con un total de 800.000 hombres, 2000 piezas de artillería, 300 tanques y carros de blindados. También unos 1500 aviones, 1 acorazado, 4 cruceros, 5 destructores y 2 submarinos, sin olvidarnos del apoyo de 100 aviones de la legión Cóndor. A esto cabe sumar el apoyo de 120 aviones de Italia, 80.000 voluntarios italianos, 19.000 voluntarios alemanes, 8.000 portugueses, 700 irlandeses, 400 franceses y 72 voluntarios de los emigrados rusos". "Por parte del ejército republicano, pues tenemos que decir que eran 50.000 hombres más. Es decir, 850.000 hombres a los que sumar 1500 piezas artillería, 800 tanques, 1.300 aviones, 1 acorazado, 3 cruceros, 7 obus 24 dragaminas y 18 de destructores con el apoyo extranjero de 35.000 a 60.000 voluntarios de las brigadas internacionales. Por parte de la URSS, contamos un total de 3.015 técnicos y 722 pilotos de combate", explaya Jorge haciendo un mapa de los recursos materiales y humanos que tenían ambos bandos en la época.


"No estábamos en una situación muy de muchas actualizaciones por decirlo algún modo, pero no se correspondían para nada los a los tanques que tenían por ejemplo en la Unión Soviética o en Alemania. Hay que decir que, por ejemplo, durante un tiempo, los famosos T-26 que fueron entregados por parte de la URSS a la Segunda República pues causaron muchas bajas en las filas franquistas. Luego hay que decir que luego la cosa se equilibró y tomaron ventaja los tanques dados por Italia a Alemania. Pero por ejemplo, durante la Batalla de Guarradama se utilizaron los mismos tanques que no sirvieron en Etiopía. Unos tanques que eran prácticamente del tamaño de un carretillo, así que imaginaros que tecnología tenían", señala el experto dando el detalle sobre el potencial tecnológico de los recursos materiales del régimen.


El mayor proyecto armamentístico de Franco: el Verdeja 1


Una vez contextualizado el poder militar existente en España durante la Guerra Civil, cabe indagar en la maquinaria armamentística utilizada durante todo su desarrollo. En mayor o menor medida todo el mundo tiene una imagen o conoce alguno de los vehículos utilizados por cualquiera de ambos bandos. Pero entrando más en profundidad en el ámbito, encontramos algunos casos menos conocidos como el que siguiente, publicado por el diario ABC.

Hasta el alumbramiento del Leopard-2E, orgullo de las Fuerzas Armadas patrias, la historia de la industria armamentística española en lo que se refiere a carros de combate era la de un querer y no poder. El proyecto más famoso en lo que se refiere a blindados nonatos fue el Lince, blindados nonatos fue el Lince, del que solo se llegaron a dar unas pinceladas. Pero no fue el único. El de mayor solera fue el Verdeja, un tanque diseñado durante la Guerra Civil para subyugar la potencia de los T-26 enviados por la URSS a la República y cuyo primer prototipo fue ensamblado a base de desechos de otros tantos vehículos. Los expertos coinciden: era eficiente, era moderno y era letal. Con todo, la imposibilidad de construirlo en masa por parte de una industria anémica terminó por condenarlo al olvido.

La Guerra con el T-26

El arma blindada no era puntera en la España de comienzos de los años treinta. Cuenta el historiador Juan Pastrana Piñero en 'Medios acorazados en la guerra civil española' que, al estallar el conflicto, apenas había en nuestro país una docena de vetustos carros de combate Renault FT-17. Armatostes veteranos de mil batallas en África y protagonistas, entre otras tantas operaciones, del desembarco de Alhucemas de 1925 con el que se aplastó a Abd el-Krim. Para colmo, todos quedaron destruidos o inutilizados poco después de que el bando sublevado se alzara contra la República el 18 de julio. Y otro tanto sucedió con el batiburrillo de tanques y tanquetas existentes en el parque de vehículos patrio; entre ellos, los viejos Schneider CA-1 y los Trubia.

La mecanización de los ejércitos en lid quedó, por tanto, a cargo de las potencias internacionales que apoyaron a 'hunos y hotros', como diría Unamuno. Desde el mismo arranque del conflicto, Alemania puso a disposición de los sublevados –a la postre se supo que bajo pago, por mucho que Franco lo negara una y mil veces– sus Panzer IA. "Se trataba de un carro ligero, con un peso de algo más de 5 toneladas, un blindaje de 13 mm y una dotación de 2 hombres que debían accionar las dos ametralladoras de 7,92 mm con las que estaba equipado", explica Pastrana en su obra. Llamar a aquello carro de combate parece irrisorio en la actualidad, pero, en la época, se desempeñaban bien como apoyo de la infantería.

En total, los Nacionales recibieron 122 unidades de este blindado a lo largo del conflicto. "Dado que Alemania deseaba mantener en relativo secreto su participación en la contienda española, estos carros pasaron a ser conocidos con el sobrenombre de 'negrillos' por su camuflaje", añade el experto en su obra. Estos vehículos teutones, diseñados en principio tan solo para entrenar a los carristas de la "Wehrmacht", se sumaron a los 149 CV3/33 italianos; una suerte de tanqueta ligera armada con dos ametralladoras o un lanzallamas e ideada para romper las líneas enemigas a toda velocidad y favorecer el avance de la infantería. Cosas de la táctica de la época.

A cambio, la Unión Soviética envió a España sus famosos T-26. Carros de combate con mayúsculas tripulados por tres combatientes y armados con un cañón de 45 mm –de considerable potencia para la época– y dos ametralladoras DT de 7,6 mm. Las casi ochocientas unidades que arribaron a la Península hicieron las delicias del Ejército Popular y se convirtieron en una pesadilla para las fuerzas sublevadas durante la primera fase de la Guerra Civil. Así lo confirmó un informe emitido por los asesores soviéticos: "Los T-26 llevaron a cabo auténticos milagros. Se puede afirmar con total seguridad que, si el grupo de combate no hubiese estado presente durante la primera fase de la defensa de Madrid, esta habría sido catastrófica".


Huelga decir que los T-26 se mostraron intratables hasta que el bando sublevado obtuvo la superioridad aérea. "Desde los primeros combates quedó claro que los T-26B soviéticos eran muy superiores a sus homólogos del bando franquista. Los combates en torno a Madrid y en la defensa de la capital española evidenciaron que los modelos alemán e italiano eran inferiores en potencia de fuego, por lo que se vieron obligados a cambiar las tácticas", explica Piñero en su obra. Hasta tal punto, que los nacionales recibían una suculenta recompensa por capturarlos. Les fue bien y, a lo largo de la guerra, pudieron hacerse con los suficientes como para formar una unidad independiente.

El inicio del proyecto

En esas andaba el ejército sublevado, a golpes con la potencia acorada soviética, cuando un capitán de la Unidad de Reparaciones de Carros llamado Félix Verdeja Bardales presentó el que, decía, era el proyecto definitivo de blindado español. Hoy, su historia es recordada en las Fuerzas Armadas con cierta morriña. El coronel de caballería Jesús Martínez de Merlo, por ejemplo, la desgranó a la perfección en uno de sus muchos artículos de la Revista de Historia Militar. En su texto, confirma que Verdeja diseñó su ingenio de ensueño mezclando las ventajas que ofrecían los T-26, los también rusos BT-5 –menos populares en el conflicto, pero también presentes– y los Panzer I. Y es que ya se sabe, si algo funciona, toca copiarlo...

El proyecto se presentó en 1937 bajo el nombre de Verdeja 1. «Se diseñó con una silueta muy baja que no era más alta que la de un hombre en pie y que apenas superaba las 6 toneladas de peso. Llevaba el motor en la parte delantera con una torre de combate muy retrasada armada de un cañón de 45 procedente de los carros soviéticos, lo que, por el momento, equilibraba la potencia de fuego entre ambos», desvela el militar en su artículo. Lo más llamativo era una cadena revolucionaria para la época que, como explica la Asociación Cultural Trubía, conseguía altas prestaciones en terreno muy irregular y peraltes pronunciados. "La cadena no tenía dientes guía y las ruedas corrían por su canal", desvelan.

El mismo Pastrana confirma en su dossier que se trataba de un 'híbrido' que combinaba la movilidad teutona con la potencia de fuego soviética; un acierto, vaya. Verdeja, en un alarde de ingenio, construyó el prototipo con restos de otros tantos blindados que había en su taller de Cariñena. Típica supervivencia española. Al final, lo terminó en Zaragoza. "Fue bien acogido y llevado a Bilbao", apostilla el historiador Gabriel Cadorna, especializado en la Guerra Civil, en 'El gigante descalzo: el ejército de Franco'. Por si fuera poco, las pruebas le dieron ventaja sobre los Fiat, los Panzer y los T-26. Dada las necesidades del ejército franquista, desde un principio se estudió la producción de hasta un millar.

Un proyecto en el aire

A partir de este punto la historia se difumina. La versión más extendida, presentada por Martínez, afirma que la construcción fue imposible por la debilidad de la industria española. Con todo, eso no detuvo al capitán, que ideó un nuevo prototipo de carro de combate en 1941. Para entonces la guerra acorazada había evolucionado a pasos agigantados tras el perfeccionamiento de la 'Blitzkrieg' por parte de Heinz Guderian. Los alemanes dominaban las orugas y Verdeja, siempre avispado, supo adaptar su vehículo a los tiempos que corrían. "En el Verdeja 2, el motor quedaba situado en la parte trasera y la torreta quedaba en posición más habitual en todos los carros", añade el experto. El equipamiento: un cañón de 45 mm, dos ametralladoras alemanas y un motor Ford.


Verdeja no pudo ver cómo su sueño se materializaba y rodaba por tierras españolas. Y esta vez no fue solo por la falta de liquidez, sino porque cuando se presentó el prototipo, allá por 1944, el vehículo se había quedado desfasado. Normal, pues la industria armamentística evolucionó a toda velocidad durante la Segunda Guerra Mundial. Valgo como ejemplo que, por entonces, ya combatían por toda Europa los temibles Tiger I (Panzer VI) –equipados con cañones de 88 mm y un blindaje frontal de 102 mm–. Además, los Panzer IV germanos, T-34 soviéticos y Sherman estadounidenses –muy superiores al Verdeja– se habían convertido en la columna vertebral de las divisiones acorazadas de sus respectivos ejércitos. El momento del capitán, la Guerra Civil, había pasado.

Pero todavía hubo un último intento de salvar los diseños. En 1945, un año después, el capitán instaló sobre el chasis del Verdeja 1 una pieza de artillería de 75 mm. "Podemos considerar este modelo como el único ejemplar de artillería autopropulsada española", afirma Martínez en su artículo. El sueño, sin embargo, volvió a romperse. Cardona afirma que «no se pudo construir ni un solo carro porque la industria española era incapaz de ello y los ejércitos extranjeros ya le habían superado sobradamente". No le falta razón. A pesar de todo, el único prototipo que queda de este ingenio permaneció, cual recuerdo del desafío rojigualdo al mundo, en los jardines de la Academia de Infantería.