¿Quién fue Alice Ball? La primera mujer afroamericana universitaria que creó un tratamiento para la lepra

Viviendo en un mundo en el que las universidades estaban repletas de hombres, Ball consiguió sobresalir y obtener un máster. Trabajó duro investigando y logró crear un tratamiento

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Alice Ball fue una mujer afroamericana que se hizo un gran hueco en el mundo científico y que será recordada por siempre. Su vida fue muy breve, murió con tan solo 24 años de edad, fue la primera mujer y la primera afroamericana en conseguir un título de máster en la Universidad de Hawái. Pero este no fue el mayor logro de su carrera, ya que desarrolló el primer (y único) tratamiento efectivo para la lepra (enfermedad de Hansen), enfermedad que afectaba a miles de personas a principios del siglo XX.

Su tratamiento se convirtió en el más administrado hasta que, finalmente, en la década de 1940 se crearon los primeros antibióticos. Además, fue toda una inspiración para el resto de mujeres que deseaban entrar a formar parte de las ciencias, una rama de estudio compuesta y liderada en su mayoría por hombres blancos. Desafortunadamente, no fue hasta noventa años después de su muerte, que su trabajo fue reconocido y admirado. Alice nació el 24 de julio de 1892 en Seattle, hija de una familia de clase media. Ambos padres tenían trabajo: su madre era fotógrafa y su padre abogado.

Primera mujer y primera afroamericana en obtener un máster

La familia de Alice se mudó a Hawái en los inicios de 1900, donde la joven acudió al colegio. Pero su estancia en la nueva residencia no duró mucho, puesto que a los pocos años, el padre falleció y volvieron a Seattle. Aquí estudió en el instituto y, al finalizarlo, se graduó en Química Farmacéutica por la Universidad de Washington. Sin embargo, era una mujer ambiciosa y no quería alejarse de los estudios, así que fue a la Universidad de Hawái en 1915 con una beca, donde se convirtió en la primera mujer y primera afroamericana en obtener un título de máster.

La Universidad de Hawái decidió contratarla como maestra de Química con 23 años, siendo (otra vez) la primera mujer en obtener ese puesto. En este trabajo fue cuando la joven Alice comenzó a investigar una cura para la enfermedad de Hansen (popularmente conocida como lepra). Se trata de una infección que afecta a la piel, los nervios y las mucosas que había sido persistente en la población desde hacía más de 4 mil años. Sin embargo, hasta ese momento no se había encontrado ninguna cura y se disponía de poca información sobre cómo fabricarla. Así pues, muchas personas de principios del siglo XX recibían tratamientos inadecuados.

Dispuesta a encontrar un tratamiento efectivo

Lo único que parecía funcionar un poco era la aplicación en las heridas de los enfermos del aceite de chaulmoogra, procedente de un árbol asiático. Cuando se administraba en la piel, aliviaba el dolor pero no era capaz de penetrar para tener un efecto más profundo. También podía ser inyectado, aunque no era soluble en agua, por lo que el pinchazo era muy doloroso. En este momento apareció en la vida de Alice el doctor Harry T. Hollmann, que trabajaba en el hospital de Kalihi (Hawái) tratando pacientes con lepra. Este le pidió ayuda a Ball para encontrar un remedio, ya que esta enfermedad había infectado a muchos ciudadanos de las islas.

Alice, que tenía una gran reputación como química y farmacéutica, estaba dispuesta a encontrar una cura. Aisló los compuestos químicos del aceite de chailmoogra. Con ellos, creó el primer remedio soluble al agua, es decir, que su inyección sería sencilla e indolora. De este modo, la científica consiguió un método que podía aliviar los síntomas de la lepra de manera exitosa. Su técnica fue utilizada durante más de 30 años en miles de personas. Cuando se dejó de inyectar su solución fue porque ya se habían fabricado antibióticos de sulfona. Este gran hito lo realizó con tan solo 24 años de edad, sin embargo, al poco tiempo enfermó y falleció en diciembre de 1916.

Olvido y reconocimiento

Desafortunadamente, Alice nunca vio el gran impacto que había tenido su método en la sociedad, lo mucho que había ayudado una jovencita química de 24 años en la lucha contra la lepra. Aunque no se sabe a ciencia cierta cuál fue la causa de su muerte, se dice que fue debido a la inhalación de gases tóxicos mientras trabajaba, pero también se rumorea que fue de tuberculosis. No llegó a publicar su trabajo y casi le fue robado por otro científico, Arthur L. Dean, que continuó con las investigaciones de Ball, publicó los resultados e intentó que se conociese el tratamiento como "método Dean". Dos años después de la muerte de Alice (1918) se informó que 79 pacientes con lepra del Hospital Kalihi habían sido dados de alta gracias al tratamiento de la mujer.

A pesar de que su tratamiento no era una cura, sí que fue el único efectivo en proporcionar un gran alivio a los enfermos. Sin embargo, la propia Universidad de Hawái estuvo casi 90 años sin reconocer el trabajo de Ball y su nombre quedó en el olvido. Finalmente, en el año 2000 se puso una placa conmemorativa con su nombre, colocada en el único árbol de chaulmoogra que hay en el campus. Es más, también se inscribió el nombre de Alice Ball en la London School of Hygiene & Tropical Medicine, junto a grandes mentes como Marie Curie. Ahora solo queda preguntarnos, qué más hubiese logrado Alice, a parte del "método Ball" de no haber fallecido tan pronto.