¿Cómo ayudó la radiactividad a que se desarrollase la vida en la Tierra? Los riesgos de la baja exposición
El ser humano se ha adaptado a vivir con una pequeña exposición. Entre sus beneficios se encuentra el uso para terapias como el cáncer
ctv-ce8-science-4989678 1280
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Mucha gente le teme a la radiación, pensando que es una fuerza invisible, creada por el hombre y letal, y este miedo a menudo sustenta la oposición a la energía nuclear. De hecho, la mayor parte de la radiación es natural y la vida en la Tierra no sería posible sin ella. El Big Bang (hace aproximadamente 14 mil millones de años) generó radiación en forma de átomos conocidos como radionúclidos primordiales.
Estos forman parte de todo en el Universo. Algunos tienen vidas medias (cuánto tarda en desintegrarse) físicas muy largas. Pueden llegar a tardar en desintegrarse varios millones de años. Todavía quedan en la Tierra restos de los átomos radionúclidos primordiales (en rocas, minerales y suelos) y el ser humano ha aprendido desde su aparición a convivir expuesto a ellos sin que los niveles bajos le sean perjudiciales (los altos sí lo son).
Además, su descomposición es una fuente de calor en el interior de la Tierra. Convirtiendo su núcleo de hierro fundido en una dínamo de convección que mantiene un campo magnético lo suficientemente fuerte como para protegernos de la radiación cósmica que eliminaría la vida en nuestro planeta. Sin esta radiactividad, la Tierra se habría enfriado gradualmente y no hubiese podido existir la vida en ella. La radiación del espacio interactúa con los elementos de la atmósfera superior de la Tierra y algunos minerales de la superficie para producir nuevos radionúclidos cosmogénicos (hidrógeno, carbono, aluminio y otros elementos).
El descubrimiento de la radiactividad y sus usos
La radiactividad natural fue descubierta por primera vez por el científico francés Henri Becquerel en 1896. Los primeros materiales radiactivos artificiales fueron producidos por Marie y Pierre Curie en la década de 1930 y desde entonces se han utilizado en la ciencia, la industria, la agricultura y la medicina. Ha sido muy útil para tratar enfermedades tan importantes en la actualidad como el cáncer. La radioterapia sigue siendo uno de los métodos en la medicina nuclear más importantes para su tratamiento y eliminación de las células cancerígenas.
Por otro lado, ambos tipos de radionucleidos (cosmogénicos y primordiales) son la mayor fuente de la radiación que nos rodea. Las plantas absorben la radiación del suelo y podemos encontrarla en alimentos como plátanos, zanahorias, patatas o nueces de Brasil. La mayoría de la radiación pasa por nuestro cuerpo y son eliminados sin causarnos ningún daño, pero algunos permanecen un período de tiempo más largo (lo que tarda nuestro cuerpo en eliminarlo).
A pesar de los beneficios que nos ofrecen los reactores nucleares, las personas temen la radiación por los desechos nucleares o por accidentes como el de Chernobyl o Fukushima. Pero muy pocas personas han muerto debido a la generación de energía nuclear o a accidentes en comparación con otras fuentes de energía primaria. A los expertos les preocupa que el miedo a la radiación esté perjudicando las estrategias de mitigación climática.
Ahora conocemos que la radiación no es mala si no supera unos límites y podemos aprovecharla de manera segura para nuestro beneficio y el de nuestro planeta. Al rechazar la energía nuclear como fuente de energía primaria, corremos el riesgo de depender de los combustibles fósiles. Esta decisión (y no la radiación), es lo que nos pone a nosotros y a la Tierra en peligro.