San Gregorio les acoge, en el Monasterio de San Andrés en el Monte Celio, donde él era Abad. De esta forma surgirá en su mente la idea de ir a aquellas tierras. Sin embargo, su elección como Pontífice le impide realizar estos objetivos, pero no cejará hasta que mande misioneros, suerte que recaerá en los religiosos situados en Coelius y, a los que envió, poniendo como superior a Agustín. La misión se llevó a cabo, con no pocas dificultades, dada la situación de vacilación en que se encontraba muchas veces Agustín. El Santo Padre, le tendrá que confortar hasta que la Providencia le pone en el camino al rey Etelberto, pagano y liberal, pero casado con una francesa católica y bastante respetuoso, con los testigos del Evangelio. Consagrado Obispo de Cantorbery, se dedicó por completo al anuncio del Reino de Dios, convirtiendo a muchos y fundando innumerables comunidades cristianas, en el reino de Kent. Morirá en mayo del año 605. Iconografía: Se le representa con la Mitra Episcopal. Otros Santos: Elías, Restituta y Federico.